Ups. Reportaje que me hacen hoy en La Nación, acá, o a continuación:
"Hoy, muchos intelectuales son servidores del poder"
Sociólogo y constitucionalista, autor de una veintena de libros, señala la desigualdad como el mayor drama argentino, defiende la protesta social como expresión democrática y cuestiona el papel "justificador" de laintelectualidad progresista
Por Ricardo Carpena
Cuando a cualquiera le dicen "abogado constitucionalista", no hay asociación libre que valga: la primera imagen que suele aparecer en la cabeza es la de un señor muy serio, conservador, de traje y corbata, que habla, en general, de manera pomposa.
Pero los prejuicios estallan en mil pedazos cuando, por ejemplo, aparece Roberto Gargarella. Que, además de abogado y profesor de Derecho Constitucional en la UBA, es sociólogo, un empedernido cinéfilo, simpatizante del Frente de Izquierda que lidera Jorge Altamira y alguien que no usa traje ni corbata ni teléfono celular y que confiesa que en su vida influyó más una canción de Bob Dylan cantada por Nina Simone que todos los libros de Derecho Penal que pudo haber estudiado.
Y que causa cimbronazos en el mundo político e intelectual cuando, como acostumbra a hacer en columnas periodísticas o en su blog, opina que la democracia "es un sistema plano, opaco y chato de votación", cuando advierte que "la idea del orden sigue siendo reaccionaria" o cuando, de alguna forma, justifica los piquetes al poner su foco en que "muchas veces las causas de la protesta social tienen que ver con el incumplimiento del Estado de sus propias obligaciones constitucionales".
En este tipo de posturas se le nota su condición de discípulo del filósofo y jurista Carlos Nino, para quien los derechos individuales también incluían la existencia de los derechos socioeconómicos, y lo mismo queda en evidencia en su crítica al híperpresidencialismo, una de las tantas facetas del modelo político argentino a partir de la cual este abogado aprovecha para convertirse en un severísimo cuestionador del kirchnerismo por considerar, como afirma a Enfoques, que "la visión dominante en el Gobierno es muy poco igualitaria, muy marcada por principios excluyentes antes que integradores, muy elitista en el modo en que se la concibe".
De 47 años, soltero, un origen humilde, un hermano de la misma profesión que él y una hermana guionista de cine, Gargarella es investigador del Conicet, dirige una revista jurídica en la Universidad Di Tella, fue profesor de las universidades de Columbia, Harvard, Nueva York, Berge y Pompeu Fabra y escribió una veintena de libros, incluido su último proyecto, La Constitución en 2020. 48 propuestas para una sociedad igualitaria , que acaba de editar Siglo Veintiuno.
Allí escribe un capítulo y coordina los trabajos de varios especialistas sobre qué debería incluir la Carta Magna si se modificara. Tiene mucho que ver con su idea de que las reformas constitucionales estuvieron "muy motivadas por el cortísimo plazo" y de que si hubiera que volver a pensar en el tema habría que hacerlo "a partir de qué drama nos angustia: el drama de la igualdad".
En estos últimos meses, Gargarella se hizo conocido por haber aparecido en debates televisivos con integrantes de Carta Abierta, a quienes se les complica refutar argumentos que no provienen de un exponente de la "derecha destituyente", sino de un independiente de izquierda que advierte: "La intelectualidad progresista tiene que ser crítica del poder. Muchos de mis colegas han pasado a ser justificadores del poder, en lugar de ayudar a pensar sobre los problemas que generan los modos en que se ejerce el poder. Han pasado a ser servidores del poder."
-¿Cuál fue el origen de su nuevo libro ?
La idea es pensar la Constitución al mediano plazo, lograr una reflexión que es crucial del típico acercamiento de cortísimo plazo que ha ido caracterizando a los distintos proyectos de reforma, también constitucionales, en la Argentina y en América latina. La condición necesaria de una buena Constitución es la de plantearse un drama colectivo a resolver. La Constitución originaria de los Estados Unidos se planteó el drama de las facciones. La Constitución alberdiana , el tema del desierto y la necesidad de poblar. Y las bolivarianas, la idea de fortalecer el poder para hacer posible la independencia. Eran todas Constituciones planteadas a partir de una tragedia, un drama, una necesidad imperiosa. Pero empezamos a acostumbrarnos a Constituciones muy motivadas por el cortísimo plazo. En los años 80 hubo un intento de hacer una reflexión interesante: reconocer que había una historia de cincuenta años de golpes de Estado y que la Constitución algo tenía que ver con eso. Muchos constitucionalistas, como Carlos Nino, identificaron que el hiperpresidencialismo era funcional a los golpes de Estado. Como esta figura concentra todo el poder, si hay un problema con ellas se piensa que había que tirarlas abajo. Entonces, se identificó una tragedia, un drama, el del hiperpresidencialismo, y las Constituciones al final terminaban sirviendo, otra vez, al corto plazo, a la reelección. Hoy, hay que hacerse la pregunta sobre una reforma, pero a partir de qué drama nos angustia. Hay uno, claramente: el drama de la igualdad. Y algo puede hacer la Constitución sobre eso.
-La última reforma constitucional confirma que el problema es que muchas veces no se cumple con su contenido. Los derechos sociales y de participación que se incorporaron en 1994 parecen, a veces, letra muerta.
-Acá hay dos puntos interesantes. Es cierto que hay enormes problemas de cumplimiento, pero también, que pasan un montón de cosas a partir de la Constitución. Uno podría decir que el Derecho no se cumple. Después entramos en la letra chica y vemos que pasan cosas, que se litigan casos por vivienda, por salud, por vacunas contra el sida. Entonces, la Constitución es relevante. En todo caso, hay partes que no se cumplen, pero siguen siendo aspiraciones importantes. Muchas veces uno instala en la Constitución cláusulas que van a quedar durmiendo: las llamo cláusulas dormidas. Pasó eso con los derechos sociales: se instalaron en toda América latina, durmieron durante 50 años y a lo mejor fue una apuesta sensata porque algún día las condiciones sociales y políticas van a cambiar y ya tenemos eso escrito. Los países que no lo tenían escrito, como Chile o Estados Unidos, tienen muchas más dificultades para llevar adelante políticas sociales, sobre todo cuando son impulsadas judicialmente, porque no tienen el apoyo textual. Y toda la parte de los derechos sociales y de participación se activó muchísimo en estas nuevas constituciones. Pero el error crucial de la izquierda en los debates constituyentes fue que se concentró en la antesala de la Constitución, que es la que tiene que ver con todos los derechos, y dejó al poder de turno el control de la sala de máquinas de la Constitución, que es cómo se organiza el poder.
-¿Y eso qué implicó?
-Que apenas se quisieron activar las cuestiones sociales empezaron a ser atacadas por el Poder Ejecutivo. En Ecuador, cada vez que existió una iniciativa destinada a activar esa parte social de la Constitución, como darles lugar a los indígenas o permitirles a las comunidades opinar sobre recursos naturales, hubo un veto presidencial.
-En la Argentina pasa lo mismo, sumado a los decretos de necesidad y urgencia.
-Claro. No es muy distinto porque seguimos parados sobre una matriz institucional liberal- conservadora como la del 53. Entonces, ¿se incorporaron cláusulas que valían la pena? Sí. ¿Tiene sentido tener los derechos humanos a nivel constitucional? Sí. Pero si no se toca la sala de máquinas de la Constitución, entonces se está jugando un juego que se sabe que se va a perder.
-¿La izquierda ahora lo tiene en claro?
-En el progresismo empezó a predominar una visión complaciente respecto de la concentración de poder. La ven como funcional a su proyecto, aunque siempre ha estado en contra de un proyecto de avanzada, de ampliación de la ciudadanía. Hay complacencia y convivencia con poderes concentrados porque se cree que pueden estar al servicio de las buenas causas. Pero el mal efectivo de hoy en América latina es no reconocer que si uno defiende la democracia, la igualdad política, lo primero que tiene que hacer es estar en contra de la concentración de la autoridad.
-Lo vi debatir por TV con María Pía López, de Carta Abierta. ¿Le resulta cómodo el papel de intelectual opositor?
-Hay cantidad de gente amiga, y que uno respeta, en Carta Abierta. También están muchos de quienes fueron mis profesores. Pero tengo un punto insistente: la intelectualidad, sobre todo la progresista, tiene que ser crítica del poder. De todo poder. No se puede ser crítico con el poder económico pero no con el político, o crítico con el poder político pero no con el económico. Muchos de mis colegas han pasado a ser justificadores del poder, en lugar de ayudar a pensar sobre los problemas que generan los modos en que se ejerce el poder. Han pasado a ser servidores del poder.
-Muchos intelectuales de prestigio terminan aplaudiendo una concepción muy verticalista y disciplinada de la política.
-Totalmente. Además, esto se vincula con la democracia política. Porque asumimos que alguien no va a tener autoridad sobre nosotros por su apellido ni por la familia de la que viene, y entonces tenemos que estar situados en un pie de igualdad discutiendo. Eso es contradictorio con la idea de que hay alguien arriba que nos manda. Una cosa es delegar la autoridad para ordenar la vida, pero, ¿cómo uno no va a asumir una opinión crítica frente a esta idea verticalista en donde el poder está arriba y uno tiene que justificar lo que hace? ¿Cómo no asumir una posición crítica cuando la visión dominante en el Gobierno es muy poco igualitaria, muy marcada por principios excluyentes antes que integradores, muy elitista en el modo que se la concibe?
-Usted también ha cuestionado uno de los mitos del modelo K, que es el que sostiene que este gobierno no reprime la protesta.
-Es empíricamente falso porque tenemos más muertos que en la mayoría de los gobiernos anteriores. Pero además, y esto es mucho más serio, se preservan intactas las estructuras que afirman la desigualdad, la injusticia. El Gobierno aparece permanentemente pactando con ciertos sectores del empresariado para transferir fondos a entes no públicos, sin los controles que podrían tener las instituciones estatales y, al mismo tiempo, sobreexplotando a los trabajadores. El caso de la Unión Ferroviaria es exactamente eso: es el Gobierno el que sobreexplota a los tercerizados. Hacer eso y, al mismo tiempo, hablar de justicia social o de no represión es mantener un doble discurso ofensivo.
-¿También cuestiona la política de seguridad del kirchnerismo, a la que los sectores duros critican por garantista?
-Néstor Kirchner tuvo una política consistente en materia penal: siempre criticó al garantismo y siempre criticó también a los criminales que entraban por una puerta y salían por la otra. Siempre guiñó con un ojo una postura progresista y con el otro a la postura de mano dura. El caso Blumberg ayudó a convertir al Código Penal en Frankenstein, y eso es obra del gobierno de Kirchner. Quien quiera asociar al kirchnerismo con el garantismo tiene un problema muy serio.
-Cuando usted habla de la protesta social parece que justificara todos los piquetes.
-Concibo la democracia, fundamentalmente, como una discusión entre iguales y existe un problema si hay voces que están ausentes sistemáticamente y también si no hay discusiones permanentes sobre los temas públicos que nos importan. Y en la Argentina tenemos déficit en todos estos sentidos. Eso explica que muchos jueces interpreten que cualquier protesta es, en principio, una ofensa a la democracia y un acto sedicioso. Es una visión tremendamente estrecha de la democracia. Cuando uno concibe la democracia como la discusión entre iguales, se celebra el hecho de que haya gente que se queja y de que podamos escucharla porque los canales institucionales no les sirven para hacerse escuchar. Esto no implica dar un cheque en blanco a protestas de cualquier tipo, pero sí que el primer impulso debe ser protectivo, sobre todo en una sociedad cada vez más desigual.
-El Gobierno tiene un impulso protectivo al permitir cualquier tipo de protestas.
-Frente a la brutalidad punitivista, reivindico lo que se llamaría el liberalismo de las garantías. Ahora, también hay una cierta torpeza en el liberalismo garantista porque muchos de los problemas en los que aquí estamos pensando requieren de un activismo y un compromiso público muy fuerte, no meramente el "no hacer". La versión torpe del liberalismo garantista es: no hacemos nada. Si alguien le rompió la cabeza al otro en una marcha, ¿no hacemos nada porque es una protesta social? No, el liberalismo garantista es preocupación por las garantías de todos. Estoy con una idea de un Estado activo, comprometido, lo que implica tomar medidas y también hacer reproches. Pero se puede reprochar sin castigar o castigar sin pensar que el castigo es cárcel.
-Usted fue muy duro en sus críticas a los jueces por considerar que actúan con "clasismo, prejuicios e ignorancia". ¿No es mucho?
-Eso es un enunciado. Hay muchos jueces honorables, interesantes, que trabajan bien, pero hay un perfil general que nos dice que cuando se trata de casos que involucran a gente más poderosa, la Justicia tiene muchos problemas para actuar con imparcialidad. El reciente caso de la sentencia absolutoria a Carlos Menem muestra un grave fracaso del Derecho. Para quienes pensamos el Derecho desde un punto de vista igualitario es un golpe muy duro: demuestra que años de trabajo, de argumentación, de búsqueda de pruebas, de investigación, se disuelven en un instante si aparece el llamado telefónico o la movida política apropiada. Que fue claramente lo que ocurrió acá. Y no es que el aparato coercitivo no funcione: las cárceles están llenas, se construyen más y el conflicto incluso es por la sobrepoblación. El problema es que el poder coercitivo actúa de un modo selectivo y las mejores cabezas del Derecho suelen estar al servicio de los poderosos.
-No es una crítica que se escuche habitualmente entre sus colegas. ¿Usted es un exagerado o existe una visión más complaciente del mundo del Derecho por parte de quienes integran ese ambiente?
-Soy alguien del Derecho que se dedica tiempo completo a la investigación, pero la ausencia de investigarlo full time ha ayudado a contribuir a una práctica muy complaciente con las decisiones judiciales y con las del poder. Como los que enseñan Derecho litigan, tienen que ser amigos del poder y de la Justicia. La falta de independencia académica genera una práctica de cierto servilismo y eso ha hecho que tengamos una doctrina mucho más pobre de lo que podría ser.
-¿Y qué pasa en las universidades?
-Se convierten en reproductoras de lo que existe. Lo que se escribe sobre Derecho es muy malo, muchos profesores lo consideran aburridísimo, dogmático. Y los jueces escriben de modo rarísimo, oscuro, con vocación de que no se entienda nada de lo que dice. Sin embargo, las facultades siguen llenas de gente con mucha vocación transformadora, de gente con real voracidad por escuchar algo distinto. Hay un mecanismo somnífero dentro del Derecho, y lo triste es cuando las facultades sirven para adormecer.
MANO A MANO
Fue una charla apasionante la que tuvimos con Roberto Gargarella, pero no sé si una sociedad como la nuestra está mayoritariamente preparada para escuchar y aceptar el pensamiento de alguien como él. No sé si yo mismo estoy preparado para aceptarlo, aunque lo escuché y todavía sigo pensando algunas de las cosas que más polémica interna me generan. En particular cuando habla de pensar la protesta social como algo para celebrar e incluso proteger porque el problema de origen es la injusticia que genera esa protesta. Nadie podría discutirlo en términos conceptuales, pero sí en el plano real de las verdaderas motivaciones de los Hugo Moyano o los Luis D'Elía. Aun así, Gargarella no parece un investigador de laboratorio, alejado de la vida cotidiana. Lo que dice va en sentido contrario a la simplificación cotidiana de algunos de los dilemas que nos afectan, que nos trastornan. Este tipo de intelectuales suele atrincherarse en el mundo de las ideas, pero a este abogado-sociólogo lo apasionan el debate y la argumentación, a veces con ciertos visos de provocación. No está nada mal para un momento del país en el que unos y otros se acusan de tener un discurso único y dominante..
31 comentarios:
Excelente, mayor lucidez que esta que mostrás RG por el momento en Argentina es imposible de encontrar...gracias.
"...años de trabajo, de argumentación, de búsqueda de pruebas, de investigación, se disuelven en un instante si aparece el llamado telefónico o la movida política apropiada. Que fue claramente lo que ocurrió acá..."
Un orgullo que seas de la UBA, RG.
Valentía, lucidez y compromiso.
No cambies y fomenta gente con esos valores.
Muy bueno Roberto, te mando saludo fraternal. Osvaldo.
Fuiste uno de los mejores profesores que tuve cuando estudiaba Ciencia Politica en UTDT. Como dice el comentarista anterior, lucidez como la tuya es dificil de encontrar. Y encima de Racing.
Roberto,
Muy buena la nota. Te merecés el reconocimiento -aunque no te importe. Me tomo el atrevimiento de hacerte una crítica: ¿por qué seguís pontificando, con liviandad, sobre cosas que se mostraron falsas? Por ejemplo, se han acumulado bastante evidencias poniendo en duda la relación entre presidencialismo y golpes de estado. Sin embargo, preferís ignorarlas, y aferrarte a algo que dijo Nino, un gigante del derecho, que puede equivocarse y, francamente, estaba yendo fuera de su área de expertise cuando hacía esas especulaciones.
Abrazo
pero, sobre el hiperp: primero, que la evidencia no deja de apoyar lo que dice nino. como senialas, hay investigaciones que la cuestionan, pero no la desmienten. en todo caso, en el reportaje, no afirmo que la conexion sea cierta, y si en cambio fundo mi critica al hiperpresidencialismo en la idea de democracia politica-igualdad economica. esa es, y sigue siendo la fuente de mi critica a la concentracion del poder
Bueno, claro, ahí está el problema: lo que vos llamás "democracia política-igualdad económica" está basada en las ideas de pensadores del siglo XIX acerca de las consecuencias de distintas elecciones constitucionales. Quizás en ese contexto se podían establecer relaciones axiomáticas entre división (fusión) de poderes y determinados resultados políticamente relevantes, pero en la actualidad no se sostienen --como muestra la investigación reciente. Si queremos establecer relaciones causales contingentes del contexto, el PT, en la asamblea constitucional brasilera, expresó una preferencia presidencialista, porque consideraba que era la única forma de nacionalizar las elecciones y así comunica efectivamente su programa. No es enteramente descabellado afirmar que la apuesta funcionó, habiendo construído una coalición electoral razonablemente programática para estándares latinoamericanos (por no hablar de brasileros). En esta lectura, podríamos construir la generalización de que el presidencialismo constituye un mecanismo que fortalece a partidos de trabajadores. Sería equivocado porque las instituciones operaron de ese modo en el contexto histórico y político del Brasil de 1988. En general, silogismos tipo presidencialismo => derecha tienen pies de barro
puede ser, pero ese silogismo no es mio, sino tuyo. el mio es: defiendo la democracia politica, defiendo la democracia economica, critico la concentracion de la autoridad politica, critico la concentracion de la autoridad economica
a mí me interesa que RG nos diga por qué no usa celular.
sobre preside y golpes de estado: es posible que durante el siglo XX, los golpes de estado hubieran atropellado igual a sistemas mixtos, o incluso parlamentarios, y también es posible que en argentina al menos -dada la particularidad que tenía el presidencialismo, en conjugación con el corporativismo bifronte, los partidos disciplinados, el lábil federalismo, etc.- ese presidencialismo haya facilitado significativamente los golpes, cuando la presidencia estaba debilitada en el apoyo popular -irig, frond, illia, isabel- o con complejidades económicas difícil de administrar sin el apoyo corporativo -perón.
Pero más interesante aún, para quienes creen que el diseño institucional influye sobre las características de las prácticas políticas de una comunidad (quienes no, olviden el comentario) sí parece fuerte la conexión entre sistemas mixtos y mejores condiciones para la igualdad política inclusiva y la mayor posibilidad de influencia de las minorías políticas.
Si Gustavo? Me contás qué evidencia tenés para sostener eso? Por favor, no cites la pobre evidencia de Lijphart.
decime qué entendés por evidencia para esta clase de juicios, a ver si hablamos de lo mismo.
Gargarella muy buena entrevista! Pero, por favor, no agite justo en este momento político el fantasma de la reforma. Muchos podrían utilizar sus ideas reformistas y aprovechar la volada para la rererererereelección.
Saludos
Nombrar a Zaffaroni y Argibay en la Corte, decir (y llevarlo a cabo) durante todo su mandato que entre los costos de la protesta y los de la represión se quedaba con los de la protesta, permitir diarios cortes de ruta, haber ordenado el no uso de armas de fuego en protestas, haber sido la principal dirección de las críticas e improperios de Blumberg, haber profundizado una reforma de las fuerzas armadas y (ahora) de las policiales...y todo eso? Por otra parte, leé bien los discursos donde Kirchner hablaba "contra el garantismo"; enteros, digo.
bieeeen, cheeee!!!!!
abrazo
giane
Muy buena la nota, pero que es eso de que los derechos sociales son clausulas dormidas? Quiere decir que si hay un gobierno que no las respeta esta todo bien? que el reconocimiento de los derechos y su satisfaccion pasa por la voluntad del presidente? Me parece un discurso un tanto complaciente
Saludos
Pato
Anónimo 1.08. El trabajo de Cheibub parece que echa por tierra la idea de que el presidencialismo fomenta los golpes de estado. Pero este trabajo no deja de tener sus problemas metodológicos. El punto es que el mismo Cheibubo reconoce que existe una asociación entre presidencialismos y propensión a los golpes de estado, sólo que el cree que la variable relevante es el legado militar. El problema es que las dictaduras militares son sucedidas con mayor frecuencia por presidencialismos. Cheibub dice que el nexo dictadura militar-presidencialismo es casual, meramente accidental, pero esa es su interpretación. Mi interpretación es que no lo es.
Por lo demás, hay muchísimas otras dimensiones que los defensores del presidencialismo deberían tomar en cuenta, que si queres discutimos.
Muy bueno ROberto lo tuyo, sobretodo para los que recién empiezan y esperan este tipo de visiones y de discurso en sus mayores.
COn énfasis recomiendo permanentemente tus libros y artículos a mis alumnos de Derecho en el CBC.
Abrazo, Eduarda Bergalli.
como llamarías a los succiona calcetines que dicen que lo que decir en la nota es genial, lúcido y maravilloso.
abrazo fraternal y beso donde quieras genio!!!.
Gastón
Sigo sin entender como concepto, como principios, eso de "el intelectual *tiene* que ser critico del poder". De todo poder? haga lo que haga? no importa de donde venga ese poder? no importa de la justicia de su uso? Los miembros del 'tea party' en USA usan un lenguaje similar, claro que con fines diametralmente opuestos a los tuyos. Para ellos el 'poder' solo sirve para poner trabas al beneficio personal. El poder para poner esos limites es malo, hay que ser 'críticos' de ese poder?
Me parece que decís algo que suena bien, suena cierto, pero no dice nada, ademas de meter en una bolsa a todos los que acompañan un proyecto determinado que *hoy* esta en el poder, pero no por eso son sirvientes del poder per se, en todo caso son sirvientes de su ideología. Si hay una critica al intelectual en el poder, es la del intelectual que acompaña al poder cualquiera sea. Creo que tus enemigos de hoy no son esos.
mira, no me imagino poder que por venir de donde viene, no merezca criticas fuertes. nicaragua, revolucion contra somoza. luego vino la piniata, y la dirigencia sandinista se robo todo en el primer reparto de tierras. el origen puede ser justificado y hermoso , pero luego no hay que amparar estas barbaridades, que deslegitiman todo. y una critica que no sea boba. critica obviamente al poder que esta enfrente. lo mismo ecuador hoy: muchas cosas interesantes, pero la represion a los indigenas es inaceptable, la mano dura es inaceptable. o con el k y el indec, el afano, la explotacion de los terciarizados, el apoyo a gobernadores de terror en todo el pais: servicios de inteligencia, muerte a pueblos originarios, robo con las mineras. claro que hay que ser implacable contra todo el poder, y muy en particular cuando como en estos casos implica amparar a esos servicios de inteligencia en el poder, esos abusos sobre los indigenas, claro que si. lo otro es complascencia y complicidad. y al mismo tiempo, ser implacables con el poder economico (que, reconozcamoslo, muchas veces, generalmente diria, crece porque y no a pesar de su relacion con el gobierno)
pero cómo no estar de acuerdo con criticar la mugre del poder, los excesos del poder? pero acaso la mayoría de los de Carta Abierta no hace eso? no criticaron el INDEC? no critican la política ambiental? Repito mi crítica a tu crítica: cuando desprecias todos los matices del apoyo a un proyecto con la brocha gorda de "hay que criticar al poder", no aceptas que se puedan tener esos matices. Yo no soy de Carta Abierta, soy 'intelectual', supongo, por ser científico. Apoyo mucho, muchísimo de este gobierno, no apoyo algunas de sus alianzas, critico el INDEC, critico su negación a encarar una reforma tributaria progresista, critico muchas cosas mientras rescato muchísimas otras. Eso me hace 'crítico del poder' o me hace 'buchón del poder'? Según vos, a menos que escupa mis adhesiones y brinde solo criticas, voy a ser lo segundo. No lo acepto. Es trivial, inconducente.
Insisto, tener como principio ser "critico del poder" es superficial, es reactivo, no reflexivo. Si cualquiera sea el origen o uso del poder *hay* que criticarlo, quiere decir que no hay nada para aportar, que el rol del intelectual es solamente atajar las ideas de otros. El rol del intelectual no es ese. El rol del intelectual es ayudar a pensar lo que no se piensa, si es enfrentando al poder, que sea, si es apoyando al poder en luchas en las que la sociedad es engañada, también.
no te juzgo a vos eduardo, no te conozco. pero si creo que hay una trampa cuando unos intelectuales dan apoyo manifiesto y abierto al gobierno, y dejan en una linea constancia de que "ah, del indec ya hablamos." no, hay que hablar alto y claro. apoyar la vuelta de los servicios de inteligencia al poder -el responsable intelectual de la muerte de kostecki santillan, como decian ayer- no es un detalle, algo que se le escapo al gobierno: es central en su proyecto. y los intelectuales que hacen apoyo abierto y dejan en una linea constancia de que hay cositas que cambiar, lo que hacen en los hechos es dar aval a los servicios en el poder. mira, en la epoca de alfonsin, muchos intelectuales que yo conoci se mostraron alfonsinistas, pero estuvieron en la primera linea manifestando contra la obediencia debida. es eso. uno puede ser oficialista, pero luego, no hay que disimular mostrando la critiquita. hay que salir a hablar alto y claro
Me parece que hablamos en planos paralelos. Parece que ahora vas a juzgar la virtud intelectual por cuan fuerte se grita contra lo que uno se opone. En fin, no da.
Y soy Ernesto, no Eduardo
y por que tenes que gritar? yo dije hablar fuerte y claro, es decir, sin ambiguedades. y me parece que el tipico intelectual k lo que hace es salvar su conciencia dejando subliminalmente establecido que no esta con el indek, y luego abre la boca y traga todo lo que viene.eso no es problema, como actitud particular, pero si lo es cuando alguien tiene influencia en la opinion publica y lo que en definitiva hace es justificar a los sorias y a los insfran y asesinos que siguen matando ahora con el sello iram de calidad
Rg, Soria en Rio Negro es "central" para el proyecto del gobierno?
por favor, seamos serios.
Quiero una respuesta mas clara, olvidate de chicanas, o inclusive de si se trata de este proceso o no: puede un intelectual apoyar a un gobierno o crees que es imposible?
obvio que puede, claro que si. pero se transforma en otra cosa si ve que los servicios de inteligencia y los asesinos llegan o se postulan de nuevo al poder y lo disimula, o peor todavia dice "es la politica," "asi hacemos la transformacion". ahi pasa a dar asco a la fito paez
soria es tan central como cualquiera que pueda ganar: se llame rico, insfran, soria o frankenstein. lo mismo da
Hola. Muy buena la nota. Una duda: cuál es esa canción de Bob de la que aprendiste tanto, quiero escucharla, leer su letra... Me quedó dando vueltas esa duda desde que leí la nota. Saludos.
i shall be released
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