19 ene 2017

Conflicto AGR-Clarín

Los abajo firmantes -miembros del campo cultural, intelectual, artístico, periodístico y académico- queremos expresar nuestra profunda preocupación por los 380 despidos y el cierre de la planta AGR-Clarín en Pompeya. La empresa aduce que la fábrica -la mayor planta gráfica del país- se encuentra en dificultades financieras que la hacen insostenible, sin embargo no presentó el pedido de un recurso preventivo de crisis -tal como establece la ley-. Asimismo, los trabajadores aseguran estar desbordados de trabajo y, según han difundido diferentes medios, el grupo Clarín en 2016 ha aumentado considerablemente la pauta oficial que recibe del Estado respecto de otros años. En realidad, de acuerdo a los trabajadores, se trata de un ataque a las condiciones laborales incluidas en el convenio colectivo de trabajo gráfico que conduciría a la precarización y flexibilización laboral.

En respuesta, los trabajadores tomaron las instalaciones de la planta. Nos solidarizamos con su lucha en defensa de los puestos de trabajo. Proponemos que el gobierno y el Estado intervengan a través del ministerio de Trabajo para que se retroceda en el cierre de la planta y, si efectivamente esto es producto de una crisis, proponemos que la empresa cumpla los pasos que dicta la ley en estos casos.

Al mismo tiempo, repudiamos el uso de la violencia a la hora de enfrentar conflictos sociales. Sucedió hace unos días en Chubut, donde hubo una serie de represiones inadmisibles, que causaron numerosos heridos, en el intento de desalojo de unos campos que reclama una comunidad mapuche (el Lof Cushamen); vuelve a repetirse ahora con la protesta en la planta gráfica AGR-Clarín.

 Declaramos que la represión y la violencia contra el reclamo laboral es el camino menos adecuado para encontrar una salida a este conflicto. Emprender una política de retroceso en los derechos laborales conquistados por los trabajadores, sería una medida a todas luces errónea, que acentuaría aún más la crisis económica y social que el país atraviesa, profundizando las desigualdades.

Primeras firmas: Roberto Gargarella, Daniel Link, Marcelo Figueras, Gabriela Cabezón Cámara, Antonio Santa Ana, Martin Kohan, Maristella Svampa, Diego Rojas, Beatriz Sarlo, Selva Almada, Gabriela Massuh, Adrian Gorelik, Enrique Viale, Carlos Altamirano, Lucrecia Martel, Julián López, Pablo Bergel, Juan Toklatian, Pablo Alabarces, Sergio Olguín, Olga Viglieca, Daniela Pasik, Ana Laura Pérez, Carola Martínez, Eduardo Blaustein, Gabriel Reches, Mempo Giardinelli, Natalia Porta López, María Inés Garibaldi, Ana Prieto, Sebastián Vargas, Pablo Vommaro, Horacio Tarcus, Gabriel Kessler, Diego Genoud, Emilio de Ipola, Marcelo Plana, Nicolas Tauber, Diana Dowek, Alfredo Saavedra, Natalia Gelós, Diana Kordon, Darío Lagos, Patricia Pintos…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se trata de una empresa y sus instalaciones propiedad privada ,una locura que los "trabajadores" sientan que tienen derecho de tomar el lugar . Si los echaron tienen el camino de la justicia y la indemnización .

fahirsch dijo...

Dejando de lado que Clarin siempre me resultó desagradable, ¿pero cuantos de los firmantes alguna vez crearon trabajo?

Alejandro Kafka dijo...

La perspectiva ombliguista del anónimo es la esencia de esta oleada neoliberal que nos inunda actualmente. Ya el encomillado que hace el anónimo de la palabra trabajadores, habla de su no explicitado desclasamiento o su afán de pertenencia a otra clase. Lo que no entiende, o no quiere, o no le conviene entender, es que los trabajadores no están luchando sólo por sus puestos individuales, sino por la dignidad de sus profesiones; en este clima de época, es evidente la intención de la parte patronal, que a largo plazo afecta no solamente a los trabajadores de AGR.