21 sept 2011

Humanismo y derecho penal


Nota que publicara hoy por aquí, o a continuación:


Luego de los horribles sucesos que — el 22 de julio- culminaron con la muerte de más de 70 jóvenes, en Noruega, una de las niñas sobrevivientes de la masacre declaró: “si un hombre solo puede mostrar tanto odio, imaginen el amor que podemos mostrar todos nosotros juntos”. Las afirmaciones de la niña -sorprendentes dado el contexto, amorosas en su contenido, conciliadoras en circunstancias tan difíciles- no desentonaron con los criterios expresados por algunas de las principales voces públicas de su país.

Pienso, en particular, en opiniones como las del más destacado criminólogo nórdico, Nils Christie, quien, reflexionando sobre el trágico crimen sostuvo: “Espero que vuelva.

Tengo la esperanza de que él (el asesino) va a volver a ser parte de nuestra sociedad ” -notable declaración, en ese difícil momento, y a la luz de la ansiedad que podía mover a muchos a abalanzarse vengativamente sobre el criminal.

Finalmente, y en línea con testimonios como los anteriores, el gobierno noruego se ocupó de reafirmar una y otra vez los valores democráticos propios de su política de largo plazo . El Primer Ministro, por caso, sostuvo que su gobierno de ningún modo propondría como respuesta la restricción de las libertades individuales, en nombre de la seguridad nacional.

Si destaco estas declaraciones no es para llamar la atención sobre el excepcionalismo noruego (finalmente, todos los países son excepcionales, en más de un sentido), ni para sugerir que “las políticas correctas son las escandinavas.” Lo que me interesa es enfatizar que, aun frente a las peores circunstancias, tiene sentido seguir insistiendo sobre la importancia de valores humanitarios y conciliatorios, y apostando por el arrepentimiento y la integración de los victimarios, aun los peores.

Más específicamente, me interesa contrastar la posibilidad de una alternativa penal humanitaria e integradora , como la referida, con criterios como los que tienden a prevalecer en nuestro país , en relación con las diversas partes involucradas en los conflictos penales: las víctimas, los victimarios, el Gobierno.

En primer lugar, y en relación con las víctimas, diría que ellas merecen siempre la máxima protección y contención por parte del Gobierno, y de todos nosotros . Sin embargo -es importante decirlo- el cuidado que a ellas se les debe, tanto como la obligación de escucharlas, no debe confundirnos respecto del lugar político que les corresponde ocupar.

Contra una tendencia cada vez más asentada en nuestro país, cabe señalar que las víctimas de un crimen y sus allegados no son las únicas personas (ni, seguramente, las principales) a las que les corresponde intervenir, a la hora de definir los contenidos de las políticas penales que adoptemos. Dicha definición requiere de una tarea colectiva, en la que toda la comunidad debe involucrarse – y no sólo una parte de ella, o una elite ilustrada que venga a actuar en su nombre, tal como parece ser habitual, en nuestro caso.

En relación con los victimarios , cabría recordar que la mayoría de las políticas que se vienen aplicando en nuestro país no se caracterizan por sus aspectos integradores sino por sus impulsos excluyentes (la prisión parece ser la única respuesta penal en la que pensamos); y que ellas no se distinguen por su humanitarismo sino por sus rasgos crueles .

La experiencia, por lo demás, nos confirma una y otra vez que las políticas penales dominantes no han servido para “reformar” a nadie (salvo para empeorar la socialización de los condenados); han tendido a agravar los resentimientos sociales , antes que a disolverlos; y han convivido con inverosímiles tasas de reincidencia , que hablan de su inefectividad completa (alguien podría decir, entonces, que el Estado está “produciendo”, antes que impidiendo los crímenes).

El Gobierno, por su parte, y frente al crimen, no se ha caracterizado por afirmar su indeclinable compromiso con principios y políticas democráticas de largo plazo . Más bien lo contrario: se ha guiado por criterios oportunistas y oscilado dramáticamente entre actitudes de acercamiento interesado a las víctimas, y otras de cínico y prontísimo desapego, motivadas por cálculos de mera conveniencia. Sus políticas generales han tendido a aumentar la punitividad, antes que a contenerla; y se han definido siempre, inequívocamente, “desde arriba” y a partir de urgencias, antes que “horizontalmente,” a través de un reposado diálogo democrático.

Resistiendo la comparación aquí propuesta, alguien podría defender, finalmente, la brutalidad del modelo argentino , contrastándolo con las ingenuidades que serían propias del modelo escandinavo . Sin embargo, lo que allí se vislumbra no merece considerarse expresión de candor o de un mero idealismo: ellos llevan décadas aplicando políticas igualitarias a la vez que humanistas -políticas que demuestran ser el principal remedio contra crímenes como los que nosotros decimos que combatimos.


foto: mañana en stirling

27 comentarios:

Anónimo dijo...

In the safest, most boring country, the worst lone gunman shooting happens. The worst in the world, in history. But it will not make our country worse. The safe, boring democracy will supply him with a defense lawyer as is his right. He will not get more than 21 years in prison as is the maximum extent of the law. Our democracy does not allow for enough punishment to satisfy my need for revenge, as is its intention.

We will not become worse, we will be better. We lived in a land where this is possible, even easy. And we will keep living in a land where this is possible, even easy. We are open, we are free and we are together. We are vulnerable by choice. And we will keep on like that, that’s how we want to live. We will not be worse because of the worst. We must be good because of the best

Anónimo dijo...

Me parece que centralizar la mirada en el modelo argentino implica pasar por alto que no se trata de un modelo originario de nuestro país sino importado. Si queremos cuestionar la base, la raíz del problema, necesariamente tenemos que centralizar la mirada en el sistema penal norteamericano ya que es allí, en definitiva, de donde es originaria la lógica represiva de estos últimos años.

Por último. Creo que aquí hay una contradicción con un post anterior. En este decís:
"En relación con los victimarios, cabría recordar que la mayoría de las políticas que se vienen aplicando en nuestro país no se caracterizan por sus aspectos integradores sino por sus impulsos excluyentes (la prisión parece ser la única respuesta penal en la que pensamos); y que ellas no se distinguen por su humanitarismo sino por sus rasgos crueles".
¿Cómo se compatibilizan esas palabras con tu desazón por la absolución en la causa armas? ¿Cómo se compatibiliza eso con tu descreimiento frente al derecho?
Si mal no recuerdo habías mostrado tu desesperanza y descontento frente a una sentencia que, precisamente, había evitado que se mandara gente a la carcel. ¿Cómo es la cosa? ¿La cárcel o la pena son buenas en razón de la persona a la que se le aplica? ¿Si se le aplica a unos es buena y si se les aplica a otros es mala?
Hablabas en tu otro post de la izquierda. Creo que esta es una muestra de la desorientación ideológica feroz de la izquierda. Yo soy de izquierda y desprecio la cárcel, se le aplique a quien se le aplique. La izquierda conhtradictoria sostiene que la cárcel es mala para unos y buena para otros. Es algo raro y muy funcional.
N.

sl dijo...

Robert, suena bien en teoría todo lo que decís. Pero, a los hechos, ¿qué haces -si fueras gobierno- con breivik? ¿Lo dejarías suelto? Te aseguro que si lo dejas suelto lo encontrás muerto al otro día. Podés adornar tu propuesta con mil medidas (servicios públicos a la sociedad, controles domiciliarios, libertad condicional, pedido de perdón, indemnización, inhabilitaciones para ejercer servicios públicos u otros derechos, u otras), pero al final del día, se trata de que un tipo que mató a 80 personas por odio religioso e intolerancia (recordemos que mató 80 jóvenes socialdemocrátas liberales) está en la calle, con la misma peligrosidad.

rg dijo...

siii, que hermosa la primera cita. la habia visto. idolo christie!!!

sebastian: reprochar no es un igual a encarcelar, medida boba si las hay. la argentina es un gran ejemplo de que a los peores asesinos sueltos no se los mata al otro dia -y eso, con el nivel de anomia que puede haber aca

anonimo, no veo la minima contradiccion. uno critica lo que hay, y fija un ideal. como el ideal de que no haya mas pobres ni mas tortura. no lo alcanzaremos nunca, pero hay que empujar hacia alli. cual es la contradiccion? en todo caso, si es cierto que a veces uno se desalienta -porque todo sale mal, gracias entre otras cosas a los colegas que se ofrecen- y uno quiere tirar la toalla

Nico dijo...

A mi me parece que tiene mucho más que ver con un tema cultural que con el sistema penal en sí mismo, que no es más que una expresión de la cultura de un país. Si pudieramos vivir tan desapasionadamente como viven los escandinavos y ser tan racionales y ponernos tan ordenadamente de acuerdo como hacen ellos, quizás tendríamos una mayor inclinación a adoptar un sistema penal menos regresivo. Se puede cambiar, por supuesto, pero empezar por cambiar el sistema penal es a mi entender poner el carro delante del caballo. Bajemos la conflictividad en la sociedad Argentina y después analicemos si estamos dispuestos a tener actitudes más contemplativas con los criminales. Por ahora, la venganza y la punición son a mi entender lo que la amplia mayoría de la gente quiere.

Nico dijo...

Muy bueno el comentario de Anónimo sobre la incoherencia de la izquierda vernácula: carcel para viejos de 80 años en un caso, absolución, aminstía de hecho y garantismo para otros.

Anónimo dijo...

que vuelva Pedraza! hay que saber perdonarlo.

rg dijo...

algunos siguen confundiendo reproche con castigo, castigo con carcel

Anónimo dijo...

Quiero relacionar entradas, rg. Recuerdo que, con amargura, te quejabas de que el derecho tiene oídos 'un poquitín' sordos para lo que tiene que decir la aboriginalidad.

¿Qué dirían algunos sistemas penales indígenas sobre un conflicto como este? ¿Cuáles serían sus vías alternativas para la resolución de este conflicto? ¿Podemos pensar un mestizaje entre la propuesta de 'ellos' - nuestro 'ellos' - y 'nosotros'?

Mariano T. dijo...

Lo mejor del artículo es que hace énfasis en que es el pueblo el que debe determinar el sistema, no ninguna minoría iluminada, o las víctimas y sus familiares, salvo que reciban la solidaridad popular.
No creo equivocarme mucho si tadivino lo que la gente común piensa al respecto.
1) Pide castigo a ciertos crímenes, que el estado reemplace al justo y comprensible ánimo vindicativo de las víctimas.
2) Pide ser protegida, aislada, de victimarios pasados con potencial de volver a serlo. Por eso la indignación generalizada cuando se comprueba que un delito grave es cometido por un individuo recién salido de una corta condena.
Es obvio que la carcel no corrige conductas delictivas, que la mayoría de los violadores volverá a violar, que la mayoría de los delincuentes a mano armada volverán a "trabajar", etc.
La conclusión que yo saco de eso, y creo que coincido con la mayoría, es que esta comprobación implica que estos delincuentes deben pasar MAS tiempo en la carcel, y no menos.
Mientras esten en la carcel son relativamente inofensivos. Si alguien pudiera comprobar fehacientemente que en 6 meses les hace un lavado de cerebro y salen siendo gente normal (como en La naranja Mecánica), adelante.
Mientras tanto, lo ideal es que el que "sale de caño" y otros delitos graves este separado de la sociedad el mayor tiempo posible. Máxime cuando se sabe que solo un 3% de delitos de esta clase se esclarecen.
Yo me pongo del lado de la mayoría que es víctima potencial, antes que de la minoría victimaria, y sus abogados.

julieta eme dijo...

sí, la primera cita está muy buena.

Anónimo dijo...

anonimo 2:09, no, los sistemas aborigenes en su mayoria son crueles, religiosos y anacronicos.

sin embargo hay que repetarlos

Anónimo dijo...

Tu artículo, RG, como la cita de Christie, es muy bonito. Casi tan bonito como inaplicable. Sinceramente, no logro entender tanta excitación de tu parte por una cita como esa. Para leer cosas bellas, me quedo con Crepúsculos del Jardín de Lugones.
Desde ya que el ideal de cualquier sociedad liberal tardomoderna debería ser la abolición del sistema penal, como debería ser la abolición de las diferencias de género, de los repartos inequitativos de la riqueza, de la violencia familiar o de cualquier discrecionalidad gubernamental, a diestra y siniestra. Sin embargo, lo que te viene a confirmar la existencia misma de cualquier sistema penal en cualquier parte del mundo es que ese ideal está a años luz de poder realizarse. Es porque en el interín, en el trayecto mismo que conduce a la cristalización de la utopía abolicionista, la violencia y el caos son lo que impera, que uno necesita de mecanismos que garanticen una convivencia entre hombres un tanto más pacífica.
Desde ya que los sistemas penales pueden humanizarse o volverse menos selectivos. No podemos resignarnos a que eso no ocurra. Ahora, por más que lo humanices, nunca vas a lograr sembrar la semilla del amor y la concordia entre los hombres, pues un sistema penal siempre representará un mecanismo violento, ya que lidia con gente violenta. ¿O vos qué harías frente al carterista que te pone un chumbo en la sien exigiéndote que le des tu dinero? ¿Le hablarías de amor? Incluso logrando cárceles más limpias, sin superpoblación, repletas de bibliotecas, lo que vas a tener es violencia contenida.
José

rg dijo...

pero que comentario mas desafortunado, jose. por un lado, uno de los puntos del articulo es mostrar que -sin pensar en la revolucion del ser humano- es posible concebir formas de organizacion politico-economico-social-penal muy diferentes. no es todo o nada, ni es todo lo mismo. las diferencias estan y se juega todo en eso. por otro lado, el ejemplo del chumbo es malisimo. me ponen el chumbo y lloro o grito. y? un punto del articulo es: de ahi no se sigue que nosotros victimas tenemos que tener el rol principal en el disenio de las penas -tampoco la elite welfarista penal. y lo de las carceles sanas y limpias tampoco agrega nada, resta. ya sabes, ademas, que al menos en mi vision la tortura con alcohol es preferible, pero igualmente condenable que la tortura sin alcohol

Anónimo dijo...

Claro que el ejemplo del chumbo es malísimo y no me voy a disculpar por eso. Ahora, es todavía peor si lo interpretás como se te antoja. Lo que demuestra toscamene el ejemplo del chumbo es que ante la violencia existente no caben más que dos alternativas: o la resignación (que es lo que uno hace cuando le entrega la billetara al ladrón amenazante) o la réplica. Y lo que te digo es que ante ciertos tipos de violencia, no caben más que respuestas violentas. Eso es lo que representa el aparato penal, una violencia estatal racionalizada (si querés, racionalizada también por el victimario, que debe ser una parte esencial en el diseño de cualquier política penal). Que todo esto es una constatación absolutamente banal, no tengo dudas. Ahora, lo que sucede cuando uno lee a gente como Christie (no me pasa lo mismo, por ejemplo, cuando leo a Duff) es que te pintan las cosas en un tonito que es re contra poco realista. ¿Te lo imaginás lo que le pasaría a un Blumberg leyendo a Christie? Se le pondrían los pelos de punta. Y aunque Blumberg representa para mí algo cercano el mismísimo demonio, creo que una política penal verdaderamente democrática debe incluir la mirada y la participación de gente como él, mal que nos pese. Pues bien, lo que yo creo es que posiciones como la de Christie no son ni remotamente capaces de convencer a alguien como Blumberg. Y cuando la distancia entre los interlocutores de una deliberación democrática se vuelve tan pero tan amplia, ¿qué es lo que queda? Sólo el abismo. Lo que necesitamos nosotros es gente que sea capaz de convencer de lo contrario a otros que se ubican en posiciones extremas como Blumberg y me parece que un discurso como el de Christie se queda en la academia o no es capaz de salir a buscar adeptos en sociedades distintas a la noruega.
José

Anónimo dijo...

¿Y por qué con el mismo tono de Christie alguien no podría decir lo siguiente en relación, por ejemplo, a María Julia Alsogaray?
"Tengo la esperanza de que ella (María Julia) va a volver a ser parte de nuestra sociedad. Tengo la esperanza de que ella, una vez reformada y arrepentida, convencida de los valores democráticos y republicanos de los que nunca debió apartarse y comprometida con los pobres y con el ambientalismo (ya sin ningún tapado de piel en el ropero), va a poder volver a ejercer la función pública, siendo una trabajadora ejemplar y una firme defensora de los derechos humanos”.
¿Por qué alguien no podría albergar esa esperanza? ¿Por qué no deberíamos darle una segunda (y hasta una tercera) oportunidad?
Mauricio

andresvas dijo...

me queda una duda ¿qué pasa si las políticas que surgen de los consensos horizontales, participativos y democráticos terminan siendo por distintos y para mí lamentables motivos más reaccionarias y punitivas?.
Lo digo pensando en los distintos momentos de endurecimiento penal aquí y afuera que surgieron en general no al calor de la escucha de las víctimas sino de los consensos que se organizaron en torno a ellas.

rg dijo...

pero no pasa absolutamente nada si uno dice eso sobre maria julia. me parece que muchos estan acostumbrados a mirar el derecho penal con un solo ojo, cual piratas. eso, por supuesto, es compatible con que ella devuelva todo lo que se robó, etc. etc.

Anónimo dijo...

Me parece que muchos confunden el efecto personal de la venganza con el social de un determinado derecho procesal y penal.

El derecho procesal y penal 'de excepción' solamente refuerza instituciones de seguridad, crea valores públicos como el miedo, sostiene presupuestos farragosos orientados a prisiones y fomenta la pobreza e indigencia mediante la irresponsabilidad del estado que descarga, con toda la fuerza de la ley, su poder sobre el delincuente y no sobre las condiciones sociales y simbólicas (como internas al mismo sistema político en la delineación de la narrativa 'había una persona y entonces.... asaltó con arma de fuego') de surgimiento del delito.

Evidentemente cada vez que alguien dice 'en Argentina' está de acuerdo con el párrafo anterior. 'En Argentina, donde hay más pobreza, el Estado tiene bajos grados de permeabilidad a las demandas democráticas, la concentración de la riqueza es galopante ... hay que encerrar a todos los vulnerabilizados'.

Tanto por la justicia social.

¿Nada que ver con eso de 'lograré maldecirte a ti y tu familia por siete generaciones'?

Anónimo dijo...

Anónimo 332: esa es una generalización injusta. Algunos lo fueron, otros no. Se trata de elegir qué mestizaje performatear, no estás de acuerdo?

Muchas culturas preexistentes al Estado Federal trataban de resolver el conflicto entre víctima y victimario o entre familia de la víctima y victimario.

No puedo imaginar a este asesino más que como una persona sin sociabilidad. Me parece interesante pensar que solo va a poder llegar a un sincero y productivo arrepentimiento cuando se relaciones con las familias de quienes fueron sus víctimas y elabore con ellos lazos de convivencia.

Tal vez peque de ingenuo. Lo que tengo claro es que la versión revanchista también lo es. Una ve me asaltaron en bs. as., cuando tomé el taxi el conductor me dijo 'debés estar furioso', le respondí '¿por qué?, no conozco a quien me asaltó'. LA criminalidad, como fenómeno social, tiene ciertas causas, se basa en bolsones de relaciones que se forman en ciertos espacios y no en otros. La criminalidad violenta, al menos.

La criminalidad como la de maría julia no se combate con poder judicial. Es mucho más eficiente la lucha en términos políticos y económicos. La ilusión de que la gente como maría julia o ménem pueden ir en cana justifica la aparente imparcialidad del sistema penal.

Pero esos son espejismos. La criminalidad de los concentradores de ingresos se fundamenta en una sociedad que promueve la concentración del ingreso. Mientras no sea un valor colectivo la distribución y la contribución al esfuerzo social, el debate sobre encarcerlar a las 'figuras públicas' parece bizantino.

Mariano T. dijo...

Si el 10% de los pobres robaran, no se podría salir a la calle.
De hecho los pobres son más robados que los ricos.
El delicuente a mano armada gana mucho más robando quincenas de albañiles y comercios que el mismo albañil o kioskero asaltado.
El bienestar medio de la sociedad sube cuando estos tipos estan en cana, y baja cuando estan en la calle "trabajando". Es un tema de mayorías y minorías, y para bien de quien es que esta diseñado el sistema penal.
Y si no prueben con un indulto generalizado, quienes ganan y quienes pierden.

Anónimo dijo...

¿¡Pero cómo que no pasa nada si uno dice eso sobre María Julia!? ¡Claro que pasa! Sería una abominación decir eso. Entre otras cosas, porque a gente como María Julia debería imponérsele una penalidad que la incapacitara para volver a ejercer de por vida cualquier función pública. ¿Lo mismo no es aplicable, en otro orden de cosas, al caso del asesino serial noruego? Si a María Julia debería impedírsele volver a ejercer la función pública, al asesino noruego debería impedírsele durante una buena cantidad de años volver a caminar por las calles. Si en veinte años demuestra haberse reformado, pues vaya y pase. Ahora, a ese hombre no creo que todo el amor del mundo le baste, como no creo que le baste a María Julia con leer el Código de Ética Pública, la Teoría de la Justicia de Rawls o la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres de Kant.
Mauricio

Anónimo dijo...

RG yo que soy un kirchnerista de la primera hora y totalmente convencido, por lo cual el el 99 % de las veces no estoy de acuerdo con vos, esta vez me sorprendes y coincido completamente con tu nota. Esto no se si es bueno pero es así
saludos
R

rg dijo...

r, deberias preguntarte al reves, entonces, en que lugar estas. yo hace 30 anios que estoy en esta misma posicion, no me movi un pelo de esta linea, que es consistente con lo escrito sobre la protesta, sobre los piquetes, sobre las tomas de tierras, sobre las carceles, sobre el uso del aparato represivo. ojo ahi

Anónimo dijo...

"La despersonalización y la movilidad en el interior de la sociedad industrial desvanecen algunas condiciones para la subsistencia de ciertos conflictos; aquellos que son muy significativos para ambas de las partes involucradas. Me refiero particularmente a los delitos contra el honor de las demás personas, la calumnia o la difamación. Los países escandinavos han tenido una disminución dramática de este tipo de delitos. Mi interpretación es que esto no se debe a que el honor sea más respetado, sino a que hay menos honor para respetar. Las diversas formas de segmentación implican que los seres humanos están interrelacionados de modos en los que simplemente significan menos para los demás. Cuando son lastimados, sólo son parcialmente lastimados. Y si están en problemas, se pueden alejar fácilmente. Después de todo, ¿a quién le importa?; nadie los conoce" (Nils Christie, 'Los conflictos como pertenencia').
El críptico panorama que describe Christie no hace sino desnudar las diferencias inocultables que separan a una sociedad como la noruega de una sociedad como la argentina. Repito, no lo digo yo, lo dice Christie. En los países nórdicos, no resulta raro proclamar ante situaciones conflictivas tan espeluznantes como las que se sucedieran recientemente , que lo que hace falta es más amor, más cercanía, mayor solidaridad. Y quizá Anders Behring Breivik haya sido el retoño marchito del desamor imperante en las relaciones humanas de su sociedad. Ahora, Argentina no es Noruega. No digo que sea lo opuesto, pero tampoco es eso y nuestra propia herencia latina viene a confirmarlo. Nuestros vicios y nuestras virtudes, me atrevo a decir, conviven como las dos caras de la misma moneda: una pasión anómica, sustraída de todo control. Por eso los conflictos penales en Argentina no pueden solucionarse como en Noruega. Resulta indudable que nuestro sistema penal presenta deficiencias. Ahora, esas deficiencias no se corregirán con propuestas como las de Christie, que sabe leer perfectamente a su sociedad (no a la nuestra). ¿Quién podría ser el Christie argentino? No encuentro muchos candidatos. La capacidad de Gargarella es admirable. Ahora, en mi humilde opinión, debería dejar los libros de los autores extranjeros y comenzar a recorrer las caóticas calles de nuestras ciudades de provincia, para nutrirse de su folclore criollo. Si los noruegos necesitan más amor apasionado, nosotros probablemente necesitemos menos sentimentalismo anómico. Y allí debería ser a donde apunte cualquier política penal exitosa.
Saludos,
José

rg dijo...

jose, el ultimo parrafo de mi articulo se dirigia, exactamente, a criticar el tipo de nacionalismo bobo que estas defendiendo:
1) christie recorrio las carceles de todo el mundo no para predicar el amor, sino para hablar de lo injustificado de la crueldad
2) el proyecto que tiene noruega, en la materia, no es el del florido lirismo idealista, sino el de la igualdad economica. ese es el proyecto que se rechaza aca, no el del amor
3) recorrer el barro y los autores argentinos de ningun modo permite justificar la bruta crueldad que domina a la practica penal local. agregale mas barro, dulce de leche y jauretche y sigue injustificado.

Anónimo dijo...

¿Nacionalismo bobo? Me asombra tu agresividad. Pero más me asombra tu supina ignorancia. En primer lugar porque lo que yo defiendo no se trata de ninguna clase de nacionalismo. Se trata de proponer soluciones que resulten aplicables a la realidad particular que se quiera modificar, no de importar soluciones que fueron pensadas para otro tipo de contextos. Y me vuelve a asombrar tu ignorancia porque, en segundo lugar, esto es precisamente lo que propone el mismísimo Nils Christie. Un delito, piensa Christie, no puede concebirse por fuera de un determinado sistema social de interacciones. El derecho penal, por eso mismo, piensa él además, debe dejar de concentrarse en los 'actos' y pasar a concentrarse en los sistemas sociales que favorecen cierto tipo de interacciones. Christie es categórico: "El problema es que ni los castigos ni los actos son siempre equivalentes o iguales, excepto cuando intencionalmente se dejan de lado las diferencias entre las sociedades en que ocurren y entre las personas que los ejecutan o reciben" (Las imágenes del hombre en el derecho penal moderno). Las reflexiones de Christie a propósito del caso Breivik no tienen nada que ver con el igualitarismo. Son las reflexiones de un noruego sobre un caso que ocurrió en Noruega y que fue posibilitado por factores que atañen directamente a la sociedad Noruega. Nosotros tenemos otros problemas y debemos imaginar otras soluciones. El comunitarismo epistémico de Christie (que no tiene nada que ver con ese supuesto nacionalismo que vos me adosás) también debería ser un ejemplo para nosotros.
José