26 feb 2013

Uruguay y el derrotero de la ley de caducidad


(http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-214615-2013-02-26.html)

Al respaldar con dos plebiscitos la no persecución penal de los delitos cometidos durante la dictadura, los uruguayos se colocaron en una difícil situación de encierro. Luego, una ley vino a decir que todo lo dicho con respaldo popular no estaba dicho, y ahora una sentencia de la Corte viene a decir que esta nueva ley es inaceptable. Lamentablemente, el atolladero legal no fue creado por el demonio, sino por la propia dirigencia política con el respaldo amplio de la ciudadanía. Luego, no se puede hacer cualquier cosa. Luego, hay que hacerse cargo de los propios errores.

Lo bueno de esta situación desgraciada, para quienes somos enemigos del derecho penal, es que (más allá de las desigualdades jurídicas que consagra, que resultan insoportables) puede darnos una excelente oportunidad para reconocer que hay vida más allá del castigo penal.

Hay decenas de medidas que se pueden tomar, y que se han tomado en otros ámbitos (aún en Uruguay, aunque de modo débil), buscando justicia e igualdad: reparaciones económicas; juicios de la verdad; pedidos públicos de perdón; espacios para la memoria; comisiones organizadas por el Estado para investigar lo ocurrido; condenas públicas a lo acontecido; programas de educación y esclarecimiento; fechas y monumentos conmemorativos. Este tipo de iniciativas, entre muchas otras, ayudan a dejar en claro lo que la comunidad rechaza y lo que aprueba; permite la condena moral y pública de lo acontecido; es compatible con el señalamiento, uno a uno, de los responsables y de lo que han hecho. En términos utilitaristas, procurando evitar la repetición de los hechos, puede ser -y creo que lo es- más efectivo que el mismo establecimiento de penas. En términos de moralidad kantiana, también nos permite la identificación uno a uno y la condena a ellos. O sea que tampoco estamos mal.

El único, grave problema, es que la desigualdad con el modo de tratamiento de los criminales "comunes" se mantiene. La suerte es que...no tiene por qué mantenerse. La desgracia puede ayudarnos a forzar, también, un replanteo en torno a cómo tratamos a los ladrones de gallinas. Es decir: a no desesperar. A actuar por la justicia y por la igualdad.

3 comentarios:

F dijo...

Me gusta el optimismo. Ojalá sea así, ojalá todos como sociedad nos demos cuenta de que hacer sufrir a quien hizo/creemos que hizo (voluntariamente o no) sufrir, con una pena tan horrible como la cárcel, no tiene ningún sentido. Cuando Mújica era candidato le preguntaron qué pensaba del castigo de prisión a los militares y él dijo algo así como: "a mí no me gusta ver preso a ningún viejo".

Alicia dijo...

R.G Estoy de acuerdo contigo, pero para la izquierda uruguaya es difícil pensar fuera del ámbito penal. Líber Seregni propuso, cuando salió de la cárcel (allá por 1984), verdad a cambio de amnistía. La reacción no pude ser peor “paredón, ni olvido ni perdón”. Esta misma consigna se volvió a repetir en la manifestación de ayer, lo cual muestra lo poco que avanzamos. Ahora no tenemos ni verdad, ni justicia y es un tema sobre el cual no se puede dialogar…

rg dijo...

bueno, pero ese es el "frente" sobre el que merece pensarse, justamente: no hay forma de dialogo posible?