Colegas y políticos conocidos y en general apreciados presentaron el Anteproyecto de Reforma al Código Penal. Lo digo una vez más, y no lo repito más: No al elitismo penal, no al populismo penal. Elitismo y populismo son las dos caras de la misma moneda. Los elitistas apelan a los intereses del pueblo, pero no lo consultan nunca. Los populistas apelan a la voluntad del pueblo, pero no se les ocurre escucharla nunca. Yo entiendo que las elites penales incluyen a gente cercana, amiga, bien formada, culta. Pero no es éste el modo de hacer las leyes fundamentales, en democracia. Que la reforma del Código Civil haya incluido los tremendos sesgos clasistas que incluyó, no se debe a mala fe, ni a la mala formación de quienes lo redactaron: se debe al aislamiento, al no ver, al no conocer las necesidades de los más golpeados.
Acá lo mismo y peor: en la medida en que las normas penales sigan siendo escritas, aplicadas e interpretadas por unos pocos, seguiremos teniendo cárceles llenas de la misma clase social. Una de dos: o los pobres nacen con un gen criminal, o nuestro derecho está sesgado. Me inclino por lo segundo: doscientos años de elitismo penal han dado sus frutos. Todo el derecho debe ser discutido popularmente. Necesitamos volver a tender puentes entre ciudadanos y leyes. La fantochada del debate abierto -lo que se hizo con el Código Civil o tantas otras leyes- no sólo no basta: indigna.
Porque no queremos un derecho penal que garantiza impunidad a los ricos y poderosos y tortura para los pobres, decimos no al elitismo penal.
14 dic 2013
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
6 comentarios:
Atribuís los sesgos clasistas de la reforma del Código Civil o la selectividad del sistema punitivo a errores procedimentales en la creación de las normas.
Ojalá fuera así de sencillo; me parece más complejo el asunto.
jaja, no, no es tan sencillo como dos lineas en un blog. cuando tengo que plantear mas complejidades escribo un articulo academico, cuando quiero poner a luz un punto a discutir, escribo dos lineas en un blog
Roberto,
Me parece fundamental el punto que hacés en la entrada. Seguimos pensando el derecho (en este caso el penal) desde un lugar que no es el que corresponde: por encima de la gente. Seguimos pensando el derecho sin participación real de las personas, las que en definitiva están en contacto con este.
Los que redactan este tipo de proyecto suelen escudarse ante esta crítica con dos argumentos:
1) que realizan invitaciones para que distintos actores participan
2) que la discusión se da en el recinto.
Sobre (1) tengo para decir que esas invitaciones no llegan a todos lados y no están pensadas para llegar a todos. Muchísimos sectores quedan excluidos de esas invitaciones.
Con respecto a (2), podemos ser tan ingenuos de pensar que las discusiones en el recinto son verdaderas deliberaciones? Son poquísimos los que se toman el laburo en serio, investigan, piensan, discuten y proponen. Además, como lo ponés vos en la entrada, cuando abren a participación de organizaciones, académicos, etc, es un bochorno la manera en la que tienen que presentar sus opiniones y muchas veces es de compromiso y nada más, no se les presta atención.
Tampoco olvidemos la importancia de la deliberación y de la inclusión. La participación, la cooperación y todo tipo de práctica inclusiva generan un compromiso en los actores. Sin cooperación no esperemos nada del que dejamos excluido, del que solo nos acordamos cuando hay un saqueo.
No podemos pensar el derecho penal sin la participación de los potenciales afectados por el mismo (TODOS). No podemos pensar el derecho penal en un escritorio entre 10, 20, 30 personas. No podemos caer de un día para el otro queriendo imponerle algo a una persona que nunca supo lo que se estaba discutiendo, que ni por asomo fue consultado y escuchado.
En definitiva, coincido 100%.
Abrazo!
Buen post, Roberto!
Fallan los mecanismos de representación. No basta con que el sistema democrático sea representativo. Luego el voto de esos representantes ha de ser un reflejo de la voluntad popular. Deberían implementarse procesos deliberativos sociales, que generen conciencia y compromiso, previos a la decisión que adopten los miembros del congreso.
Erica B.
Mañana le voy a decir a mi tía Pocha que vaya al Congreso a opinar acerca de cuál es la mejor definición de genocidio.
Roberto, qué pensarías si un abogado se pusiera a opinar respecto de la mejor forma de construir un edificio? La elaboración de leyes fundamentales no puede recaer más que en expertos en el tema. Puede haber diàlogo colectivo sobre líneas maestras muy rudimentarias pero la ingeniería del texto no puede ser obra de cualquiera. Requiere conocimientos y formación. Pero la democracia deliberativa es muy demagógica en este sentido.
Publicar un comentario