“Un crimen de Estado”.
Así, califica Jorge Altamira a la muerte del fiscal especial del caso AMIA
Alberto Nisman. El líder histórico del Partido Obrero apunta contra los
servicios de inteligencia, afirma que el gobierno nacional anunció una
“disolución trucha” de la SIDE y reclama que la Presidenta asuma la
responsabilidad política y abra los archivos del espionaje criollo. Altamira
asegura que es necesaria una interpelación del Poder Ejecutivo, define al
kirchnerismo como una de las experiencias conservadoras más interesantes y
sostiene que el fin de ciclo no sólo incluye al oficialismo sino también a la
mayor parte de la oposición, que no tiene un modelo distinto. “El próximo
gobierno arranca con una extrema debilidad”, anticipa. El dirigente que se postula
para ser candidato a presidente por el Frente de Izquierda habla del
oportunismo que mantiene unido al FIT y se refiere incluso al sectarismo que
afecta desde siempre a las distintas facciones de la izquierda, pero dice que
el frente va a superar los 2 millones de votos en las elecciones nacionales de
este año.
¿Por qué dice que lo de
Nisman fue un “crimen de Estado”?
Porque yo creo que es lo
más claro. Todos los elementos y todos los protagonistas lo vinculan con los
aparatos de inteligencia. Nisman era el fiscal de una causa que se alimentaba
de información de los servicios y los medios de prensa opositores y
oficialistas coinciden en que lo manejaba el Mossad y la CIA. Ahora estos
aparatos trascienden un gobierno, son una expresión del Estado y el crimen es
un crimen de Estado. Están involucrados todos los gobiernos últimos, incluida
la propia dictadura y todos los partidos. El Frente Renovador, que tiene a dos
ex jefes de gabinete de Cristina, el propio Macri que tuvo al Fino Palacios en
un juicio por encubrimiento por la AMIA. Es un tejido que parece de orfebre.
¿Y qué reclaman ustedes
frente a ese crimen?
Una interpelación del
poder político, que es algo más que una técnica parlamentaria. Es una
interpelación a una historia política, sin la cual Argentina no sale. No somos
ultimatistas, hay medidas que son reclamadas y que los gobiernos deben tomar:
abrir los archivos de los servicios significa ir a los elementos de prueba más
contundentes, que ni la fiscal ni la jueza van a encontrar.
“Los servicios de
inteligencia trabajaron para el gobierno en el montaje del asunto de Irán. La
acusación a Irán la llevaron Kirchner y Cristina a la Asamblea General de
Naciones Unidas. ¿La CIA y el Mossad le montaron la acusación a estos dos
presidentes?”
Parece que coincide con
la Presidenta cuando dice que es un crimen de los servicios de inteligencia en
contra del gobierno.
Si, ¿pero de qué
absolvería esto al gobierno? De un juicio de ejecutor material del crimen. Pero
no lo absuelve de la responsabilidad política. Acá se repite el modelo del
crimen de nuestro compañero Mariano Ferreyra. El gobierno dice: “bueno, yo no
lo maté”. Pero Pedraza, la burocracia sindical, las patotas, la Policía Federal
que hace zona liberada son responsabilidad del gobierno. Acá hay una anomia
inadmisible. Los servicios de inteligencia trabajaron para el gobierno en el
montaje del asunto de Irán. La acusación a Irán la llevaron Kirchner y Cristina
a la Asamblea General de Naciones Unidas. ¿La CIA y el Mossad le montaron la
acusación a estos dos presidentes?
¿Entonces usted cree que
la comparación de Cristina entre el homicidio de Mariano Ferreyra –habló de
escaramuza- y la muerte de Nisman es certera?
Ella adjudica la condena
de Pedraza a la acción de una fiscal que respondía a ella y dice que van a
operar de la misma manera. Si operan de la misma manera, -acá les va a costar
mucho más encontrar al autor material- el objetivo es encubrir la responsabilidad
política. Extendamos la comparación: ella no terminó con la burocracia
sindical, tampoco va a terminar con la mafia de los servicios de inteligencia.
Hace saltar un fusible para salvar la instalación eléctrica. Es un mecanismo
manipulador del que la Presidenta se reconoce responsable.
¿Por qué se oponen a la
disolución de la SIDE, que era un reclamo de la izquierda?
Porque nosotros
entendemos por disolución el desmantelamiento. Que se abran los archivos, que
se haga un enjuiciamiento. No es simplemente decir “bueno, señores gracias por
los servicios prestados”. No es que lo que existía se metamorfosea en otra cosa
o sirve para ocultar. Esta disolución trucha habilita a la creación de un
servicio de inteligencia vinculado, parecido y con el mismo contenido que el
anterior. Pero el núcleo es la cuestión es la responsabilidad política del
gobierno.
Cansancio de los “Nunca
más”
¿Qué diferencia la
postura del Partido Obrero en el caso Nisman de lo que ustedes llaman “la
oposición patronal”?
Un ritual que en lo personal
a mí me desequilibra. Porque yo estoy absolutamente cansado de la palabra
“nunca más”, que esto no vuelva a ocurrir, que haya justicia. Me revienta
porque es una complacencia con los hechos consumados. La oposición explota este
caso en busca de anular el memorando de entendimiento con Irán. No es el
momento.
¿Por qué lo hace la
oposición?
Por oportunismo político
en busca de algunos votos. Porque hay un sector de la política exterior
norteamericana y un sector –no todos- de la política israelí que quiere seguir
centrando el ataque en Irán. Pero son sectores que no van a tener posibilidades
porque Irán hoy es una pieza fundamental para Estados Unidos en Medio Oriente.
El gobierno de Irak es pro iraní y Estados Unidos ocupó Afganistán con el apoyo
de Irán. Las dos grandes experiencias militares norteamericanas no se hubieran
podido llevar adelante sin el apoyo de Irán. Por eso, la línea dura de
Netanyahu está cayendo en las encuestas en Israel y Obama no le da audiencia.
¿La posición de ustedes
coincide con la del grupo de familiares que lidera Laura Ginsberg?
Nosotros fuimos el único
partido que durante 20 años fue a los actos que hacía Laura Ginsberg. Ahora,
últimamente, se ha acercado a ella gente que jamás la acompañó e inclusive
gente que jamás condenó el atentado. Por ejemplo Alejandro Bodart, que se negó
siempre a condenar el atentado.
El juego a la derecha
¿Qué responde usted a una
de las muletillas preferidas del gobierno, “la izquierda le hace el juego a la
derecha”?
Si tengo que responder,
digo que el que le ha hecho el juego a la derecha es el gobierno. La derecha
tiene una base social, las empresas privatizadas, los grandes bancos, el
monopolio del comercio exterior. Ellos -con una habilidad que hay que
reconocerles- rescataron a todos. El kirchnerismo es una de las experiencias
conservadoras más interesantes porque tiene que pilotear un país en bancarrota,
con todo el esquema económico en quiebra, y el gobierno sale y los rescata.
¿Pero ese discurso del
gobierno no tiene eco en sectores que están por fuera de la militancia
kirchnerista?
Si, tiene eco. Pero es un
eco superficial porque cuando uno analiza las votaciones de los últimos años
observa un corte de boleta Cristina Kirchner/diputados del Frente de Izquierda.
La izquierda siempre tuvo dificultad para diferenciarse de los gobiernos que
hacían demagogia nacionalista y quedó atrapada por la corriente. La
diferenciación política de un gobierno que dice luchar contra la derecha
siempre fue el núcleo rico de una estrategia de izquierda. ¡¿Cómo hacer?! Y
nosotros después de 12 años de kirchnerismo, estamos con tres diputados y con
intenciones de voto que nos llevarían de 2 millones a 3 millones de votos y un
crecimiento espectacular. Somos la única izquierda de América Latina que pudo
hacer frente a un gobierno nacionalista y crecer sobre sus propias bases. Y en
los sindicatos le hemos disputado obreros y se los estamos ganando.
“La izquierda siempre
tuvo dificultad para diferenciarse de los gobiernos que hacían demagogia
nacionalista y quedó atrapada por la corriente. Pero nosotros después de 12
años de kirchnerismo, estamos con tres diputados y con intenciones de voto que
nos llevarían de 2 millones a 3 millones de votos”
El kirchnerismo no tiene
demasiado peso a nivel de los trabajadores organizados y menos en el sector
industrial.
Bueno, macanudo ¡no lo
tiene porque su intermediario es una burocracia corrompida! Por razones
familiares, yo tengo un cariño por los líderes nacionalistas. De chico mi padre
me contaba historias de luchas de caudillos contra tropas coloniales. Mi diferenciación
de ese caudillo es desde el riñón, no es desde el Barrio Norte.
¿Cómo se explica la
opción electoral de su partido, que algunos le critican por electoralista?
Las instituciones
electorales no son el producto de unos vivos para joder a la clase obrera: son
un producto de la historia. La humanidad las ha visto como una vía de
desarrollo. Nosotros opinamos que hasta cierto punto es así pero después ya no.
Tenemos que demostrarlo en ese propio terreno. En Argentina, donde podríamos
decir que es trucho, este sistema político viene acompañado del fuerte
contraste con una dictadura asesina. Entonces, la gente dice “no me toquen
esto”. Hay que acompañar la experiencia popular. La gente todo el tiempo nos
pregunta cómo sería que vamos a gobernar, a nivel municipal. Empiezan a pensar
en que hay otra forma de dirigir el país.
¿Y cómo sería?
Hay gente que no puede
entender que hayamos sacado más de un millón de votos. Pero cuando yo digo en
“Intratables” que abran los archivos de la SIDE porque ya no puede pasar nada
malo y todo lo malo ocurrió, la gente no puede más que admitir una de las
reivindicaciones más extremas de la izquierda. La disputa política democrática
es apasionante y nosotros la cultivamos. Yo creo que cualquier actitud
extremista sería contrarrevolucionaria para la izquierda. Para que el régimen
democrático sea superado, las masas tienen que sentir y estar convencidas de
que hay que ir para otro lado.
Pero algo así pasó en
2001…
Sí, en 2001 nosotros
desarrollamos un gigantesco movimiento piquetero pero no articulamos bien una
alternativa política por una crisis en la izquierda que -aunque no es la misma-
siempre continuó.
Bueno, fue Zamora el que
expresó políticamente ese descontento.
Es que Zamora solo puede
expresar descontento, rechazo o repudio. Pero por definición una persona no es
una alternativa política.
La izquierda oportunista
¿Por qué dice que el
Frente de Izquierda es un frente oportunista?
A mí me gusta ser cruel
en la definición de las cosas. Si nosotros hubiéramos tenido un gran acuerdo de
principios, hubiéramos iniciado un proceso de unificación política. El frente
siempre tiene un carácter oportunista, es un compromiso entre posiciones
diferentes y tiene un alcance limitado en el tiempo. Es una forma de decirle a
la gente, no crean que la izquierda se unificó, este frente tiene todos los
defectos que ustedes saben, ¡pero es bueno! Está plagado de defectos pero tiene
una función política útil en esta circunstancia. Y puede tener una evolución
que supere sus límites. O no.
¿Qué discute ese frente
desde hoy hasta las elecciones?
En el Frente de Izquierda
no hay discusiones de nivel político interesante. Entonces, lo único que
estamos discutiendo ahora es cómo hacer listas. Pero tenemos una divergencia
importante. Yo plantee que éramos un frente único y me respondieron que el
frente era en realidad un campo en disputa. Hay que subordinar esa disputa a la
salud de un frente que sigue creciendo y puede sacar millones de votos.
“Las organizaciones de
izquierda, cuando son marginales, tienen una enorme dificultad para pensar la
situación política general y la miran desde su conveniencia personal. Dicen
esto me conviene, esto no me conviene. Ese es el sectarismo que critico. Es la
izquierda que inevitablemente piensa como una cofradía.”
¿Por qué cuestiona además
el sectarismo de la izquierda, algo que se critica mucho pero sobre todo desde
afuera?
Hay una crítica al
sectarismo de la izquierda que rechazo terminantemente y hay una crítica que es
la mía. Rechazo la de los que dicen que sos un sectario si luchás por un
gobierno de trabajadores y defendés el internacionalismo de la clase obrera.
“Te quedaste en el tiempo y no entendés que ahora todos nos podemos entender”.
¡Quieren liquidar el contenido revolucionario de las ideas socialistas!. En ese
sentido, soy el sectario número uno. Ahora bien, las organizaciones de
izquierda, cuando son marginales, tienen una enorme dificultad para pensar la
situación política general y la miran desde su conveniencia personal. Dicen
esto me conviene, esto no me conviene. Ese es el sectarismo que critico. Es la
izquierda que inevitablemente piensa como una cofradía.
¿A qué atribuye el salto
actual del FIT?
Ese salto estuvo cerca en
muchas ocasiones. Tuvimos tres oportunidades de darlo. Una fue en 1985, cuando
hicimos un acuerdo con el MAS que hubiera colocado a la izquierda en un lugar
mayor y el MAS -después de inscribirlo en la Justicia- lo rompió por un acuerdo
con el Partido Comunista. El otro fue en el 2001 cuando estaba el movimiento
piquetero y propusimos un acuerdo con Izquierda Unida pero ellos lo rechazaron.
Ahora, todos los que nos rechazaban, no existen más. Y entonces nosotros que
antes éramos la cola de esos frentes, terminamos siendo la cabeza, pero como
resultado de una experiencia política de fracasos. Esta tercera se dio,
atraviesa sus crisis y hay que pilotearla.
¿Piensan realmente que
pueden mejorar la elección de 2013?
¡Claro!. Ahora, se han
acercado un montón de grupos a partir de una declaración del “Perro” Santillán
a favor del Frente de Izquierda. Quiere decir que es un polo de reagrupamiento
y un factor de atracción. Ya no es solamente tres partidos sino inclusive gente
de organizaciones que tienen un gran trabajo social y que hasta tenían tendencias
antielectoralistas, pero que ahora ven que hay que intervenir políticamente.
Quién paga la crisis
¿Cómo ve la discusión
sobre el fin de ciclo, que la oposición anuncia hace tiempo y el kirchnerismo
niega?
Yo creo que el fin de
ciclo ya se produjo, el kirchnerismo ya fue. Tuvo un ciclo breve, vinculado a
una mejora económica. El conjunto de sus planteos desde hace más de un año
implican un viraje: están buscando desesperadamente financiamiento
internacional. Kicillof es menos una operación de rescate del ciclo anterior y
más el inicio de un ciclo nuevo. Eso está fuera de discusión y lo personifica
la candidatura de Scioli. No es un fenómeno limitado a la Argentina, hay que
mirar lo que pasa con el PT en Brasil y con el chavismo en Venezuela. La situación
mundial además puede llegar a provocar un shock violento en Argentina. Los
grupos que quieren reemplazar al kirchnerismo se caracterizan por la dispersión
y por su extrema vacilación y no se animan a llevar adelante los viejos planes
de ajuste por temor a una rebelión popular. Es una crisis de características
prolongadas: el próximo gobierno arranca con una extrema debilidad. Por eso,
esto es más amplio que la defunción del gobierno kirchnerista.
“Yo creo que el fin de
ciclo ya se produjo, el kirchnerismo ya fue. Eso está fuera de discusión y lo
personifica la candidatura de Scioli. No es un fenómeno limitado a la
Argentina, hay que mirar lo que pasa con el PT en Brasil y con el chavismo en
Venezuela.”
¿O sea que el fin del
ciclo los incluye a todos, según usted?
Absolutamente. Porque el
kirchnerismo es el producto de una situación histórica anterior, insostenible,
que ha fracasado en resolver.
¿Qué es lo que se agotó,
el modelo económico o el modelo político?
Yo no creo que haya
habido nunca ningún modelo. Simplemente fue una explotación de las ventajas del
precio de la soja, de precios internacionales extraordinarios. Es una
adaptación más o menos pasiva a determinadas condiciones internacionales. Hace
poco la Presidenta me dio la razón en su discurso: los subsidios de tarifas
fueron para la industria pero también para los empresarios que pagaban menos
salarios. Se terminó como en todos los otros países. Lo que uno espera de un
gobierno nacional y popular es una transformación social, no un cambio circunstancial
en el reparto de lo que produce el mismo viejo sistema social.
¿Ve una diferencia entre
el gobierno de Kirchner y el de Cristina, como marcan algunos ex kirchneristas?
Si, debe haber una
diferencia porque representan etapas distintas. En lo político con Cristina hay
una evolución hacia un bonapartismo tardío, que no estaba en el gobierno de
Kirchner. Donde cada vez se puede gobernar menos con los demás, no hay forma de
conciliar los intereses contrapuestos y en la persona del Ejecutivo se concentra
el arbitraje. No es un modelo, es el momento en que todos los sistemas
políticos fracasaron. Es un gobierno de una base cada vez más restringida, la
previa de una disolución política.
¿Cómo ve la cuestión
sindical de cara al último año de mandato de Cristina?
La burocracia sindical
está buscando saber quién se va a hacer cargo del país, para saber con quién
tiene que arreglar. Pero cuando discute con los candidatos ninguno se quiere
comprometer. Estamos en una especie de terreno de nadie y el tema es que están
cerrando empresas. Nosotros por lo bajo seguimos creciendo, aunque todavía no
dirigimos ningún sindicato.
¿Quién está pagando la
crisis?
Estrictamente, la están
pagando los trabajadores. La Presidenta anuncia 3800 pesos de mínima para un
jubilado, eso es mortal. Es obvio
1 comentario:
Una pregunta Roberto. ¿Vale la pena el libro de Sunstein "más simple. El futuro del gobierno"? Pregunto porque está caro
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