En estos tiempos mexicanos, y a la luz del Oscar otorgado a Birdman (muy lejos de su gran antecedente, Elvis), un breve repaso del mucho y renovado cine que muestra este país:
La jaula de oro, del español nacionalizado mexicano Diego Quemada Díez. Muy impresionante, sobre la ultra-explotación a los migrantes (muchos guatemaltecos) cruzando territorio mexicano con la ilusión de llegar a USA.
Flores en el desierto: Breve e impresionante documental sobre una comunidad Wixarika (Huichol), en Jalisco, fuerte consumidora de peyote (que da título al film, de José Alvarez).
Los insólitos peces gato, de Claudia Sainte-Luce: insólita, muy bien.
Alamar, de Pedro González Rubio: ya la comentamos, libertaria, hermosa.
Ya hablamos, también, muchas veces, de la conmovedora El lugar más pequeño, de Tatiana Huezo.
La ley de Herodes, de Luis Estrada: tremenda, sobre el patético encierro político mexicano. Graciosa y trágica.
Amat Escalante, catalán en México, ha hecho varias películas, realistas y durísimas, mezclando pobreza y narco: Sangre, Los bastardos, y sobre todo Heli.
Fernando Eimbcke: Viene en declinación desde arriba: Temporada de patos (2004), Lake Tahoe (2008), y El club del sándwich (2013), pero lejos de dar verguenza, su filmografía sigue generando genuino interés. Cine jovial, atrevido y disonante todavía.
Carlos Reygadas: Irregular, provocador y efectista, dan ganas de seguir mirándolo -es mi caso- aún: Post-Tenebras Lux, Japón, Batalla en el cielo y Silent Light.
El libro de la vida, de Guillermo del Toro. Bien como casi siempre el gran del Toro (El laberinto del Fauno o Cronos), y metiéndose de forma bien interesante con la historia y las tradiciones locales.
Preludio, de Eduardo Lucatero: brevísima, muy cool y muy burguesa, pero también muy bien actuada y con gracia. Otro cine mexicano es posible.
Miss bala, de Gerardo Naranjo: no llego a engancharme. Acompaña a una larguísima y en general lamentable sucesión de películas sobre la cuestión narco.
Presunto culpable, de Hernández y Smith, documental para los interesados en el derecho, y el tremendo funcionamiento del sistema judicial-carcelario mexicano.
Besos de azúcar, de Carlos Cuarón (ya conocemos de su hermano, Alfonso Cuarón, la interesante Y tu mamá también). Es el mismo director de Rudo y Cursi, y sin embargo, esta película, sobre los márgenes empobrecidos y ultra-comercializados de México, vale la pena.
(foto: perros prehispánicos en el museo Dolores Olmedo. Otra muestra del surrealismo local: perros inimaginables, y además indistinguibles de la estatua a la que, de manera casi inmóvil y permanente, rodean)
11 comentarios:
A mí me pareció una película logradísima Birdman. No sé por qué todo el mundo la critica con tanta furia
Uf. Mil gracias por esa lista.
Perdón, una pregunta sobre la foto: ¿el perro estatua es solamente UNO? Aunque sean dos de todos los retratados, la foto (y la situación) es magnífica, podría escribirse mucho al respecto. Espero que puedas contestarme esta nimiedad fuera de tema, pero me encantó.
bueno, julia, por fin alguien lo advierte: la situación me parece -me resultó- impresionante: sólo uno es estatua, y los otros estaban casi inmóviles, todo el tiempo, en su torno. además de idénticos, identificados. muy muy impresionante
¡Es fantástico! ¿Tenés más fotos? Parece que le hicieran homenaje al antepasado retratado, como una guardia de honor, o como si se custodiaran ellos mismos con el perro totem. Muy curioso.
ahí puse otra
Noooo... ¡me morí! ¡Es fabuloso, Gracias!
Acá están los nombres de los perros: Nahual y Citlalli. Aunque veo un tercero en tus fotos que no aparece registrado en el museo... Los habitantes.
eran unos seis, ojo
Ah, entonces hay que decirles a los del museo que actualicen su página o blanqueen a su personal perruno.
recién terminé de ver El gran libro de la vida. me la prestó mi sobrinita. muy linda película!!! :)
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