* En pocos países he visto tantas
relaciones de pareja así, marcadas menos por el amor que por el miedo. La
amenaza del varón es el idioma del vínculo. Esto es algo que me impresiona
mucho, cada vez que llego a Madrid. Asumo la impresión como un dato duro, real,
pero no me explico bien a qué se debe el fenómeno. Tengo algunas hipótesis,
pero todavía tengo que testearlas.
* Relacionado con lo anterior, hay dos
datos, comunicados entre sí, que me parecen distintivos de la vida cotidiana de
la juventud local. Los presento como datos de sociología de café, pero ambos,
estoy seguro, encuentran respaldo empírico efectivo. Uno es el peso de la
religión en la vida cotidiana, y el otro es el peso de las relaciones
familiares en la vida de cada uno: me asombra la cantidad de tiempo que pasan
los jóvenes viviendo con, hablando de, y conversando con, sus padres. Los
tiempos, por supuesto, se prolongan en épocas de crisis, y no dicen algo,
necesariamente, sobre la calidad de los vínculos en juego.
* El gran sociólogo siciliano Diego
Gambetta escribió, en el canónico libro sobre Democracia Deliberativa editado
por Jon Elster, un artículo con directas referencias (desde su propio título) a
la cultura española. En el texto, denomina a aquella la cultura del “Claro!”
Vale la pena releer el artículo, que da cuenta del sobre-énfasis que se
advierte aquí en torno a las propias certezas y las ignorancias ajenas (hechos
que tenderían a dejar poco espacio y privar de mayor sentido, a la deliberación).
Hay una frase que escucho mucho en las parejas viejas, dicha por supuesto
siempre, indefectiblemente, por el varón hacia la mujer, y que ilustra lo
señalado: “Es que no te enteras, mujer!” Todas las certezas son del varón, que por lo demás parece disponer sólo de certezas. Uno piensa entonces en aquel otro dicho
español: “Dime de qué blasonas y te diré de qué careces”.
* Estoy por tomar el tren que va de
Salamanca a Zaragoza, luego de una brevísima y amable estancia en Salamanca (en
donde presenté un texto, invitado por el buen amigo S. Linares). Son las 5.30
de la mañana, y la televisión pasa un informe sobre la presidencia de Kirchner,
que no parece sesgado contra el gobierno argentino. Más bien lo contrario (lo
cierto es, sin embargo, que las opiniones que escucho al respecto son siempre
muy malas: nadie parece creerles nada). En todo caso, por no seguir viendo el aburrido
informe, y aunque afuera hace frío, abandono el bar en el que me encuentro y me
dirijo al andén. En el andén estoy acompañado sólo por una joven. Ella, a tan
temprana hora, fuma tranquilamente un cigarrillo de marihuana, que inunda las
cercanías con un aroma suave y amable. El frío de pronto parece ceder.
* Ya con el tren andando, la pobre
pasajera del porro sufrirá el acoso del guarda del tren, que la reprenderá por
no portar consigo su “Tarjeta Joven” (tarjeta que respaldaría el descuento que
lleva el precio de su billete). Se pelean, casi a los gritos, tiñendo de un
gris más oscuro a la mañana. El guarda, como suele ocurrir, gana la discusión poniendo
en juego su muy modesto poder de amenaza (“te bajas en la próxima estación” y
“vas a tener que pagar 90 euros”, le dijo), y enseguida –con la joven aceptando
pagar, a regañadientes, el adicional que él le exige- comienza a dar cátedra
moral en torno a bobadas.
* El guarda ya me cae definitivamente
mal. Cada cosa que le escucho (y somos pocos los pasajeros a bordo), es una tontería
pronunciada en tono marcial. Ahora le toca a la pareja de viejos que se sienta
detrás de mí. Es curioso, pero la pareja de viejos le pregunta al guarda exactamente
lo mismo que le preguntara otra pareja de viejos, sentada en el extremo
contrario del vagón: “Es que podemos cambiarnos de asiento?” La pregunta me
resulta increíble, y la respuesta del guarda inverosímil: “Pueden hacerlo, pero
a vuestra cuenta y riesgo.” Y ahora le escucho decirle a los viejos de atrás:
“He visto gente, incluso, tomándose a golpes porque llegaba y veía su asiento
ocupado.” Por supuesto, ninguno de los cuatro pasajeros se muda, finalmente, de
asiento. Una cultura conservadora que se refuerza a sí misma.
* El guarda nos dice: “No se preocupen
que con más retraso sí, pero con los 15 minutos de demora que llevamos, no
perderán la conexión del tren a Barcelona.” Desafortunadamente, el maquinista
anuncia por el altoparlante, en ese mismo, preciso instante: “Informamos que el
tren circula con 20 minutos de retraso”. Todos miramos de inmediato al guarda,
algo azorados. El guarda se desplaza, sigiloso, hacia la puerta delantera del
vagón. El maquinista anuncia, un minuto luego del anuncio anterior: “Informamos
que el tren circula con 15 minutos de retraso.” Espectacular.
8 comentarios:
Yo tengo mil anecdotas de esa, despues de tantos años aca. Un amigo va a comprar carne a la carnicería. Ve un buen pedazo de lomo, y le dice al carnicero: "quiero ese pedazo de lomo". El carnicero, curiosamente, se ausenta, y al volver trae otro pedazo de lomo de la despensa, probablemente. Mi amigo responde: "no, no quiero este que me trae, quiero ese que pedazo de lomo". El carnicero: "este que te doy es igual". Mi amigo: "no importa, quiero ese". El carnicero: "ese no te lo doy, porque este es igual". Mi amigo: "ok, si no hay manera, que remedio". El carnicero: "¿vio como dialogando nos entendemos?
La barra espaciadora de las macs es una cagada. Si señor.
Invito a un profesor a dar un seminario, a las 20.00 hs. Al profesor no lo conozco, pero le tengo gran estima intelectual, quiero que todo salga bien, que se sienta comodo. Empieza su ponencia. A las 20.30, entra enfurecido un "bedel" (el conserje), y frente a toda la audiencia grita "en quince minutos se tienen que ir, porque cerramos menos cuarto". Bueno, ok. El ponente sigue, esta hablando sobre democracia en el lugar de trabajo, un tema interesantísimo. El ponente estudió con Van Parijs, sabe sobre cooperativismo, escribió cosas buenísimas sobre el tema, todos queremos escuchar su argumentación. Menos cuarto entra el conserje y grita "afuera todos", y apaga la luz. Me voy entre indignado y triste, y avergonzado con el invitado. Al otro dia, busco los reglamentos de horarios de la facultad, y dice que la facultad cierra a las 21.00 hs. La cultura del reglamento por sobre el interés académico.
¿y que haces en España si piensas eso de ese país? ¿es que has ido a cambiarles la cabeza a esos conservadores brutos ignorantes? ¿por qué no vas a Noruega, Gran Bretaña o USA donde el amor es "genuino" y el temor no existe?
lindo.. q bien escribis...Robert.... muy visual, muy cinematografico todo .. uno se imagina todo ... como si fuera una pelicula.... el bar ... el anden ... el tren .. el frio... ..y ese clima q va mas alla de la temperatura, q es la relacion entre las personas.... de esa cerrazon, terquedad, y autoritarismo de una sociedad muy conservadora, q se respira en toda la historia .....
queremos mais .. !! :)
muy interesante lo q decis sobre el amor y el miedo ...a veces pienso q el amor es, para muchas personas, solo el miedo a quedarse solos
sl,
en argentina, el bedel seguro seria peronista.
tito (así te vamos acriollando),
que opinas de esto, hablando de tu vista de Argentina: http://www.perfil.com/ediciones/2012/1/edicion_644/contenidos/noticia_0048.html
Marine Le Pen propone imitar el modelo argentino que dio origen al kirchnerismo, o sea, devaluar, franquizar asimétricamente créditos y deudas, cerrar la economía y subsidiar a las industrias.
sl,
lo más gracioso es que posiblemente ese bedel cobre un sueldo muy alto, mayor que el del docente, y tenga más capacidad de presión para hacer esas cosas y no perder su trabajo PRECISAMENTE gracias a las ideas del profesor socialista y cooperativista. así que que se joda.
Como señala Gambetta, agradeciéndote la cita:"Aldo Rico un general argentino y clarista (sic) de primer orden, dijo: Yo tengo sangre asturiana y los asturianos no dudamos: la duda es una jactancia de los intelectuales"!!
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