30 ene 2016
27 ene 2016
Italianas XX bis. (E finito cosí). Amaro lucano
Si la vez anterior me despedí
brindando con un spritz, junto a
inmigrantes rumanos, en el áspero norte del país, ésta vez me despido con un amaro lucano acá en el amable sur, en el
Café Central, que manejan Peppino y su hermano, en Matera. Hace más de 50 años
que Peppino y su hermano están aquí, en un café mínimo, que no tiene mesas, que
no tiene juegos electrónicos ni televisores, y que es sólo capaz de albergar a
un pequeño puñado de personas, todas de pie. Peppino viste y se peina
impecablemente, no sonríe, no hace una broma con nadie o de nadie, no concede
nada, pero (o por eso mismo) la gente vuelve regularmente con él. Su café –que
prepara con una extraordinaria máquina Faema- es el mejor de la zona (el mejor
de Italia?), y sirve el amaro lucano
generosamente, a temperatura fría y exacta como en ningún otro lugar. Brindo entonces
por él y con él, y a través de él con todos los que -como él- mantienen una
conducta digna, fieles a sí mismos, mientras el mundo se les va derrumbando
alrededor.
26 ene 2016
Italianas XX. (Finale, prestísimo). La habitación del hijo
En Cisternino verifiqué
que la opción de los alberghi diffusi me interesa grandemente. La opción consiste en
habitaciones que los dueños de casa alquilan a los ocasionales visitantes. A veces, se trata de
parejas entradas en años que pasan a disponer, finalmente, de “la habitación
del hijo”, que hace años ha quedado vacía. La alternativa me resulta
magnífica, no sólo porque implica vivir en casas de familia, sino además
porque, por regla general, resultan bastante más económicas que las de un hotel. De todos
modos, si la propuesta de albergo que encontré hoy la tomé enseguida, ello fue, entre otras
razones, porque la dueña de casa daba con el modelo justo de lo que eran mis tías. Quiero
decir, mujeres preocupadas sobre todo
por la salud alimentaria de uno.
Aquí, un módico pero extraordinario evento
ocurrió cuando negociamos a la baja el precio de la habitación, eliminando de modo
completo el desayuno. Entonces, se produjo este minúsculo diálogo, que
ahora busco reproducir con la mayor exactitud posible:
16h 20m: “Bueno, quedamos
entonces así, el precio de (X euros), sin desayuno”. “Perfecto” –respondo yo. Dicho esto,
y con el gran conocimiento del campo de las tías que me
caracteriza, advierto que se produce en el rostro de ella un movimiento
casi imperceptible, una mueca súbita que delata incomodidad con lo acontecido. Lo notable es que –así lo advertí- el mohín no se
originaba en una queja interior por el precio en baja: lo que le preocupaba a ella era que uno se
quedara sin el desayuno apropiado. Esta eventualidad le resultaba impensable, insoportable.
16h 20m 10s.: Agrega ella, sin que
nadie le reclamara nada: “Igual, por cualquier cosa, yo la cafetera se la dejo preparada, y Ud. la
puede usar sin problemas.” “Excelente” –le respondo yo.
16h 20m 20s: Ella comienza
a mostrarme la cocina en donde se desayuna: “Acá sobre la mesada, por
cualquier cosa, yo le dejo un po di latte. Porque
usted toma leche, no?” “Ah, claro que sí, me encanta” –respondo yo.
16h 20m 25s: Ella otra vez,
abriendo una pequeña heladera, todavía vacía: “Y acá adentro, por cualquier cosa, le dejo un par de
botellas de agua, y un buen jugo de frutas”. “Eso me vendría bárbaro” –le digo.
El acuerdo ya está
cerrado, por lo que bajo las escaleras y voy a buscar mi valija. Cuando subo,
vuelvo a encontrarme con ella en la cocina, para que me entregue la llave de la casa. Pero -oh sorpresa- con el
rabillo del ojo alcanzo a reconocer que la escena alimentaria aparece ya algo cambiada.
16h 25m: Dice ella,
señalando la mesa donde se desayuna, que ya está armada: “Acá arriba de la mesa,
por cualquier cosa, le estoy dejando una marmellattina que preparo
yo, de manzanas, con manzanas de la casa, que son muy buenas. Va a ver que le
va a gustar. Y también le dejo estas lindas tostadas,
para la mermelada”. “Uh, pero esto es extraordinario,” le contesto. La despido contento,
y parto raudo hacia mi cuarto.
16h 30m: Salgo de mi
habitación para darme una ducha. Antes de pasar por el baño, de todos modos, y
movido por una sospecha –una certeza- casi absoluta, asomo mi cabeza por la puerta de la cocina. Estoy seguro de que ella todavía no
quedó satisfecha con su propuesta, seguro de que ella sigue preocupada porque por la mañana yo no coma lo
suficiente. Entreabro entonces la puerta y compruebo, con satisfacción plena, que
en efecto la escena alimentaria ha cambiado otra vez. La mesa del desayuno ya incluye manteca, agua
filtrada, una enorme campana de vidrio albergando abundantes galletas
dulces, y una fuente rebosante en frutas de todo tipo. Ahora sí,
ella se ha quedado tranquila.
25 ene 2016
Italianas XIX. (Finale, presto). Los asomados
Disfruto mucho viendo a los asomados de la ciudad, que por aquí son tantos. Quiero decir, todos aquellos que, en algún momento del día, cualquier día o todos los días, se acercan a los balcones de la ciudad en la que viven (la que conocen hasta el cansancio) para quedarse por un buen rato a contemplar los entornos de ella. Quiero decir, todos aquellos que llegan a los lugares de avistaje que su ciudad les deja (esos que no les anuncia con ruidos ni con carteles) y toman la invitación de la mano: miradores naturales, desde la calle que sube; terrazas públicas bien situadas, que abren su vista a los sembradíos que rodean al condado; paredes bajas, desde la que se divisa el mar que acecha cercano. A paso muy lento, con un cigarrillo entre los dedos, los asomados se detienen frente al espectáculo lento. Buscando nada, hablando con nadie, dejando que el tiempo haga lo suyo, con la mirada perdida en los confines de un pueblo al que tienen razones para sentir propio. Sin pensarlo. Mirar, sólo mirar, mirar allá, mirar más allá, mirar más allá de allá.
Italianas XVIII. (Finale andante). Por ejemplo
Orechietti, cavatelli, casarece, trofietti,
strascinate, sagne torte, sagne n’cannulate, lumaconi, conchiglione, paccheri,
fusili, strapezzati, maccheroni, maritati, tria, gotici, tonnarelli, pappardelle,
fetuccine, strozzapreti.
Italianas XVII. (Finale, lento). Ulivi Pugliesi
Olivos y vides. Y una luz blanca que por las
tardes les adormece. Olivos y vides. Y un mar sereno que les acaricia en calma.
Olivos y vides. Y la tierra roja, revuelta, por el trabajo exhausta. Olivos y
vides. Y la madera agrietada de troncos que hoy son sólo olvido. Olivos y
vides. Y después, nada. La alegría, supongo, en algo se parece a eso.
23 ene 2016
Italianas XVI. Círculos auditivos
Hay lugares en donde, por
alguna razón, escucho de manera (casi) única un solo discurso. En bares cercanos al barrio donde vivo,
por caso, sólo escucho a gente hablando sobre los viajes que van a hacer (y los
abandono enseguida). Cerca de mi trabajo, sólo escucho a parejas hablando (de
modo insoportable) sobre las características distintivas de los celulares que
tienen o que van a comprarse. En el sur de Italia, mientras tanto, escucho
gente hablando casi exclusivamente de comida (la fortaleza y consistencia de
esta regla resultan simplemente extraordinarias). Hoy en Locorotondo, en cambio, sucedió algo rarísimo: la pequeña ciudad
aparecía casi por completo vacía, por lo que no escuché conversación
alguna por la calle. Sin embargo, a medida que avanzaba, atendía también desde cada
casa, desde cada ventana, un único discurso, compuesto por el tintinear
de cucharas y tenedores sobre los platos.
Italianas XV. Degradación de las costumbres
Que la canción “il Mondo,” del impresentable
Jimmy Fontana, se haya convertido en tema central de la banda sonora de este
viaje, representa sin duda ninguna un signo de profunda, tal vez irreversible, decadencia.
21 ene 2016
Italianas XIV. La Lucania que fotografió Carbone
Seis bambini se agrupan quietos en torno a
la cama mayor. Un burro se aprieta también dentro de la stanza, para ayudar a dar calor al entorno pequeño. Él mira a través de ella, sin esperar mucho más, sin exigencia
alguna, hace años ya sin deseos. Tiene una mano tensa, abierta, sobre la cama, y el otro
puño cerrado, resistiendo los pensamientos. Sus bigotes
enormes, salientes, desprolijos, han crecido sobre la boca, delatando desde hace años sólo silencio.
Ella yace en el lecho común, con el rostro frío, blanco. Con una mano se rodea la
cabeza, un velo gris que la cubre apenas. Tres pares de
zapatos lustradísimos cuelga él, sobre la pared de la cama. Ella tiende
apenas uno, que en toda una vida apenas ha usado. Unos peperoncini disecados
hacen de rosario, sobre la cómoda de madera vieja. Las paredes
gruesas dan discreto refugio a la ceremonia: ellas guardarán de
la pobreza el secreto. Nadie llorará esta noche por su partida,
nadie gritará su ausencia, como nadie celebró entonces por
su venida. Atentos: ella ahora hace un gesto. Atentos, que se ha
quedado por esta vida dormida.
20 ene 2016
Italianas XIII. Carlo Levi exiliado en Lucania
(Lucania 1961, de Carlo Levi, detalle)
Carlo Levi, judío, torinés,
intelectual de izquierda, conocido como escritor (por el enorme libro “Cristo
se detuvo en Eboli,” luego enorme
película), pero sobre todo pintor. Levi se unió al movimiento antifascista
tempranamente, y participó del grupo “Giustizia e Libertá,” fundado por Carlo Rosselli (habrá que
volver sobre él más tarde). Sospechado por sus actividades antifascistas, Levi
fue arrestado primero en 1934, y más tarde otra vez, en 1935, cuando se lo
confinó a una zona paupérrima en Matera. De allí, en Aliano, recuperaría el padecer y el sufrimiento de los campesinos
devastados que sobrevivían en la zona en condiciones infrahumanas. Una de las
líneas más conocidas de su hermoso libro, sintetiza el horror que viera:
« Cristo è sceso nell'inferno sotterraneo del moralismo ebraico per romperne le porte nel tempo e sigillarle nell'eternità. Ma in questa terra oscura, senza peccato e senza redenzione, dove il male non è morale, ma è un dolore terrestre, che sta per sempre nelle cose, Cristo non
è disceso. Cristo si è fermato a Eboli. »
El mal, el dolor –como dice Levi,
como remarcan aquí a mi lado- ya no es “moral”, es concreto,
arrasador, va directo sobre los cuerpos. Años más tarde, marcado todavía por lo
que presenciara entonces, Levi volvería a la zona acompañado por un fotógrafo
amigo. Éste se encargaría de retratar rostros y escenas como las que Levi
viera, y Levi reproduciría luego muchos de esos rostros y escenas en un
impresionante, desgarrador mural, que hoy se exhibe en Matera.
Italianas XII. Cae del cielo
La
historia es así: Son las once de la mañana, estoy en un café. En la mesa de al
lado hay una vieja napolitana -algo perdida parece- hablando con otra que luego
sabría de procedencia ucraniana. La napolitana en un momento se gira, pregunta
de dónde es uno (“ah, lo mismo da,” responde cuando se entera), y entonces –de
sopetón, sin aviso previo, sin introducción alguna- arranca. Extiende un celular
blanco, que tiene en la mano, y dice. Que tiene dos hijos, Massimiliano y
Michele. Que el celular le sirve para comunicarse con ellos. Que si aprieta el
botón uno (1) se comunica con Massimiliano. Que si aprieta el botón dos (2), el
que debe aparecer es Michele. Que sin embargo ocurre que, no importa qué botón
apriete (1 o 2), siempre atiende Massimiliano. Que por tanto algo no funciona (por
qué no atiende Michele?) Extiende el celular, entonces, para ver si uno le
ayuda a que, por fin, aparezca Michele.
p.s.:
A las seis de la tarde, por esas cosas, vuelvo a pasar frente al mismo bar.
Siete horas después, la napolitana sigue ahí sentada, hablando con su par
ucraniana. Entiendo que aún no ha podido contactar a Michele.
19 ene 2016
Italianas XI. La vergüenza de Italia
Matera fue una villa troglodita, que
durante el Paleolítico albergó pueblos enteros de gentes, que huían a
refugiarse en sus cavernas. Matera en sus cuevas escondió a los monjes
bizantinos, cuando eran perseguidos por el Imperio de Oriente, en el siglo
VIII. Matera se transformó en el destino de los exiliados del fascismo, como
Carlo Levi, cuando ellos lo requirieron. Esa misma Matera, sin embargo, llegó a
ser, durante los 1950s, la vergüenza de Italia, por los modos rústicos,
brutales, en que vivían sus campesinos desahuciados: desheredados del mundo. Matera
se convirtió en el lugar en donde los paisanos malvivían, literalmente, unos sobre
otros, amontonados con burros y gallinas en el mismo ámbito, rodeados de
decenas de hijos poco alimentados y mal vestidos, organizados por contadini que salían a trabajar cuando
apenas se mostraba el sol, y volvían cuando el día se moría. Matera era el mal
ejemplo, la ciudad que hacía entrecerrar los ojos por la miseria, la que
causaba más horror que pena. Dónde te ocultaste entonces, Matera, cuando todos
te señalaban? Habiendo sido la que dio resguardo a todos, en brazos de quién buscaste cobijo, cuando ya nadie te protegía?
(foto del gran Mario Carbone)
Italianas X. La patria en el otro
i. Los pueblos se
diferencian, unos de otros, por muchas razones, pero también por su grado
de apertura hacia los otros. Hay comunidades con ángulos cercanos a cero y otras,
como Napoli, que se
acercan al grado de los ciento-ochenta. El napolitano mira fijo a
los ojos cuando el otro habla, el napolitano canta,
abraza, acaricia, toca, burla, se toma a pecho lo que uno dice, se compromete
con uno. En otros lados se podría explicar esto por el propósito del
interlocutor de seducirlo a uno, por el resultado de la conveniencia o el cálculo, o por motivo de una consciente solidaridad hacia quien se acerca.
Aquí no: aquí se abren al otro sólo porque se lo siente así, porque es así como se
vive.
ii. Uno podría dar cuenta las
diferencias entre los distintos pueblos de mil maneras, pero quiero
mencionar sólo una, cual es la relación con las reglas. Hay gentes, por caso, que han
perdido la batalla contra las reglas, hasta quedar sometidas, rendidas a ellas. Las
reglas que podrían servirles para ordenar la vida han tomado vida propia,
y ahora los dominan a ellos. En pocas palabras, se han alienado. Cuando la vida es así,
claro, cualquier persona que irrumpe en la escena se
constituye en una amenaza, plantea un riesgo: el riesgo de llegar tarde, el riesgo de no
cumplir el horario, el riesgo de perder tiempo, el riesgo de violar la fecha de
entrega, el riesgo de que el evento tome más de lo previsto, el riesgo de
que los otros lo miren a uno con sospecha, el riesgo de que le marquen la falta, el riesgo de
no alcanzar el plazo firmado, el riesgo de no terminar con
el compromiso asumido en su momento. En cambio, cuando las reglas son demasiado
flexibles, o cuando no hay reglas en absoluto ni hay atrasos impermisibles, la llegada del otro se parece más a
una fiesta. El otro es una ocasión, una oportunidad posible, una esperanza, el otro
forma una parte imprescindible, deseada, de la aventura
en que consiste el día.
Italianas IX. Tammurriata
Andando por una calle
perdida de Napoli (o, mejor, andando perdido por alguna calle de Napoli) me electriza un sonido conocido pero completamente
infrecuente: el ritmo de la tammurriata. Sabía de la
existencia de esta música por el “gruppo operaio” E’ Zezi, la Nuova Compagnia di Canto Populare, o también vía Marcello Colasurdo –todos practicantes, de uno u otro modo, del tremendo
ritmo. Pariente distante de la tarantela, la tammurriata tiene como
condición necesaria sólo dos elementos: la voz y la tammora -una especie de
pandereta, grande y vistosa. Luego se le pueden
agregar varios otros instrumentos, incluyendo al acordeón, la flauta, las castañuelas, o la guitarra. En
uno de los mosaicos más conocidos recuperados luego de las excavaciones en Pompeya –hablamos de varios
años antes de Cristo- ya se ve a alguien tocando la tammora. A mí me toca agradecer a una pareja algo punk, algo
fisurada, que hipnotiza y parece hipnotizada mientras tammurrea.
18 ene 2016
Intermedio-Milagro Sala 3
Finalmente, el episodio Milagro Sala vuelve a mostrar lo que ya parece un lastimoso rasgo definitorio del macrismo en el poder: reconocer algunos problemas efectivos, pero obrar luego frente a los mismos de modos inaceptables. Es un problema serio tener una Corte incompleta, pero es inaceptable haber procedido como se procedió en la materia (aún habiendo retrocedido como se retrocedió: debió asumirse explícitamente el error procedimental cometido, y obrarse en consecuencia, con las excusas y el propósito de enmienda del caso). Es un problema serio tener un AFSCA funcionando de modo aberrantemente parcial, y conducida por quien no ha tenido problemas en actuar de modo ilegal, arbitrario y descaradamente partisano. Sin embargo, otra vez, no se debió remover al maleante de turno del modo irregular e inapropiado en que se lo hizo. En el episodio Milagro Sala otra vez. Creo -es mi sola opinión- que el que fuera un valioso proyecto popular terminó desbarrancàndose hace años, para asumir rasgos abiertamente violentos y delictivos. Sin embargo, una vez más, tales graves fallas -que asumo existieron- deben probarse y decidirse judicialmente y con cuidado, dejando para último lugar la herramienta penal, y como último recurso la posibilidad del encierro. Mucho más, cuando ninguna de las imperdonables faltas cometidas por MS niega la presencia de problemas sociales gravísimos, ni la existencia de un movimiento social importante, ni la ocurrencia de movilizaciones populares que requieren siempre de un resguardo y una atención especiales. Los procedimientos impulsados desde el gobierno, entonces, otra vez (aunque en este caso estén mediados judicialmente) implican contaminar y degradar la sustancia de la cuestión. Lo dijimos hace tiempo: el presidente tiene algunos muy malos e influyentes asesores legales, y algunos pésimos e influyentes consejeros políticos: todos ellos insisten en que hay que "mostrar autoridad", y consideran que "las formas institucionales no importan." Como suele ocurrir, van a recibir una herida de muerte por el mismo lugar por el que pretenden asestar su golpe triunfal y definitivo.
Intermedio-Milagro Sala 2
El segundo comentario que quiero hacer a partir del episodio es la molestia que me causa quienes piensan que uno es como ellos, es decir, los que creen que uno està dispuesto a callar los crímenes y atrocidades que conocen, por cuestiones de càlculo político, como hicieron ellos; no, no somos iguales. Ustedes callaron sin justificaciòn, y uno no tiene razones para encubrir ningún crimen. Erraron también en esto: en pensar que ser anti-kirchnerista lo convertía a uno en macrista. Qué pena que da, que se hayan rodeado de gente así! Qué pena que hayan aceptado no decir lo que sabían que había que decir, para no molestar a los que estaban en el poder!
17 ene 2016
Intermedio vacacional-Milagro Sala
Sòlo para decir que me resulta penosa la detenciòn de Milagro Sala. Aunque se la libere mañana, el gesto y la intenciòn de detenerla ya resultan inaceptables -parecen una muestra de venganza- como también el tramitar los conflictos sociales a travès del còdigo penal, y el còdigo penal a travès del uso de las penas de privaciòn de libertad.
Italianas VIII. Chiachierare
Chiachierare
1
Jubilados,
pensionados, desempleados, primero, pero todo el resto inmediatamente después,
se instalan en algún momento del día en la vereda, al borde de su calle, en la
plaza o frente a un café. Empujados por un clima amable, los vecinos se agrupan
sigilosos, para comentar el extraordinario espectáculo del día. No se trata de
sentarse uno frente al otro, sino uno junto al de al lado. No se trata, tampoco,
de contarse intimidades, ni de pensar en cómo se cambia el mundo, sino de dar
cuenta del estado de ese mundo, que transcurre en instantáneas mágicas,
exhibidas a la vista de todos. Como en un desfile popular, y de a uno en vez,
los integrantes del pueblo pasan andando, y los demás, sentados o apoyados
contra la pared, sobre la arrasadora función departen animados. Ahora pasa uno
con unos pasteles en mano. Atrás lo sigue una señora que camina rengueando y
que parece dirigirse hacia al almacén más grande de la vecindad.? Enseguida, se
cruzan dos que parecen amigos, haciéndose bromas, mientras uno le convida cigarrillos
al otro? Se vislumbra alguien más allá: está solo y riendo, como si fuera un
loco. Este cortejo humano, pero sobre todo el discurso sobre ese cortejo (la
conversación amable, extendida en el tiempo, que se desarrolla de a poco,
inconexa, inacabable y siempre inconclusa, a los saltos a veces, entre risas
otras, y que tiene por fin primero el mero gusto de seguir conversando, sentado
uno junto al otro) es tal vez lo más maravilloso que quiere ofrecerme esta
ciudad.
Chiachierare
2
Para
el recién llegado, es todo un desafío acertar con el argumento preciso. Qué
pasará realmente en cada una de las historias que se nos van contando? Serán
novios estos dos que ahora cruzan? Cómo vivirá este africano, que pasa
vendiendo anillos y vuelve y vuelve a pasar? Y éste, el de la moto, hacia dónde
va tan apurado? Seguro se ha enterado de alguna cosa –recién lo llamaron-, pero
de qué cosa? Y el hombre que fuma, allí apoyado en el banco, espera a alguien,
o sólo está haciendo tiempo, mientras toma su tiempo para mirar a los demás? En
el bar de al lado hay una pareja, que ahora me está mirando. Asumo que se están
preguntando qué es lo que estoy haciendo yo acá.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)