Disfruto mucho viendo a los asomados de la ciudad, que por aquí son tantos. Quiero decir, todos aquellos que, en algún momento del día, cualquier día o todos los días, se acercan a los balcones de la ciudad en la que viven (la que conocen hasta el cansancio) para quedarse por un buen rato a contemplar los entornos de ella. Quiero decir, todos aquellos que llegan a los lugares de avistaje que su ciudad les deja (esos que no les anuncia con ruidos ni con carteles) y toman la invitación de la mano: miradores naturales, desde la calle que sube; terrazas públicas bien situadas, que abren su vista a los sembradíos que rodean al condado; paredes bajas, desde la que se divisa el mar que acecha cercano. A paso muy lento, con un cigarrillo entre los dedos, los asomados se detienen frente al espectáculo lento. Buscando nada, hablando con nadie, dejando que el tiempo haga lo suyo, con la mirada perdida en los confines de un pueblo al que tienen razones para sentir propio. Sin pensarlo. Mirar, sólo mirar, mirar allá, mirar más allá, mirar más allá de allá.
25 ene 2016
Italianas XIX. (Finale, presto). Los asomados
Disfruto mucho viendo a los asomados de la ciudad, que por aquí son tantos. Quiero decir, todos aquellos que, en algún momento del día, cualquier día o todos los días, se acercan a los balcones de la ciudad en la que viven (la que conocen hasta el cansancio) para quedarse por un buen rato a contemplar los entornos de ella. Quiero decir, todos aquellos que llegan a los lugares de avistaje que su ciudad les deja (esos que no les anuncia con ruidos ni con carteles) y toman la invitación de la mano: miradores naturales, desde la calle que sube; terrazas públicas bien situadas, que abren su vista a los sembradíos que rodean al condado; paredes bajas, desde la que se divisa el mar que acecha cercano. A paso muy lento, con un cigarrillo entre los dedos, los asomados se detienen frente al espectáculo lento. Buscando nada, hablando con nadie, dejando que el tiempo haga lo suyo, con la mirada perdida en los confines de un pueblo al que tienen razones para sentir propio. Sin pensarlo. Mirar, sólo mirar, mirar allá, mirar más allá, mirar más allá de allá.
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3 comentarios:
Un buen ejemplo de lo que Byung-Chul Han llama "El aroma del tiempo"
Recomiendo también Educación Siberiana de Nikolái Lilin. En Argentina no se consigue. El autor (ruso), escribe en lengua italiana
Está bien este libro Rg? http://www.trotta.es/libros/un-reparto-mas-justo-del-planeta/9788498796179/
No te copás y colgás tu prólogo? Gracias
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