Olivos y vides. Y una luz blanca que por las
tardes les adormece. Olivos y vides. Y un mar sereno que les acaricia en calma.
Olivos y vides. Y la tierra roja, revuelta, por el trabajo exhausta. Olivos y
vides. Y la madera agrietada de troncos que hoy son sólo olvido. Olivos y
vides. Y después, nada. La alegría, supongo, en algo se parece a eso.
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