Matera fue una villa troglodita, que
durante el Paleolítico albergó pueblos enteros de gentes, que huían a
refugiarse en sus cavernas. Matera en sus cuevas escondió a los monjes
bizantinos, cuando eran perseguidos por el Imperio de Oriente, en el siglo
VIII. Matera se transformó en el destino de los exiliados del fascismo, como
Carlo Levi, cuando ellos lo requirieron. Esa misma Matera, sin embargo, llegó a
ser, durante los 1950s, la vergüenza de Italia, por los modos rústicos,
brutales, en que vivían sus campesinos desahuciados: desheredados del mundo. Matera
se convirtió en el lugar en donde los paisanos malvivían, literalmente, unos sobre
otros, amontonados con burros y gallinas en el mismo ámbito, rodeados de
decenas de hijos poco alimentados y mal vestidos, organizados por contadini que salían a trabajar cuando
apenas se mostraba el sol, y volvían cuando el día se moría. Matera era el mal
ejemplo, la ciudad que hacía entrecerrar los ojos por la miseria, la que
causaba más horror que pena. Dónde te ocultaste entonces, Matera, cuando todos
te señalaban? Habiendo sido la que dio resguardo a todos, en brazos de quién buscaste cobijo, cuando ya nadie te protegía?
(foto del gran Mario Carbone)
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