https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-corrupcion-y-un-buen-juicio-dsafael-lawfare-teoria-conspirativa-que-explica-lo-que-se-le-antojadebate-por-la-justiciala-corrupcion-y-la-necesidad-de-un-buen-juicio-nid2342740
Rafael Bielsa ha dedicado
un artículo entero, en La Nación, a contradecir algunos juicios presentados por
mí en una entrevista que me realizara el mismo diario. En particular, Bielsa se
muestra inquieto por las críticas que yo dirigiera contra la curiosa categoría
de lawfare. En lo que sigue, quisiera concentrarme en responder a sus acotaciones
sobre el tema. Por ello también, y en honor al afecto y respeto que siempre he
tenido hacia él, dejaré en el olvido algunos innecesarios comentarios
(agresivos o irónicos) que, inesperadamente, y para mi desilusión, él presentara
en su texto.
Ante todo, Bielsa pide
que “refute” la práctica del lawfare, en lugar de denostarla. Pero lo
cierto es que, en casos como éste, la carga de la prueba reposa sobre las
espaldas de quien defiende el absurdo: antes de que podamos impugnar la
categoría de lawfare, alguien debería ser capaz de demostrarnos su
existencia. Es decir: quien alega que existen cosas tales como el lawfare,
la “luz mala” o el “lobizón,” tiene el deber de mostrarnos que está en lo
cierto: no puede cargar sobre nosotros la tarea de perseguir los fantasmas. A los
fines de debatir sobre la cuestión, en todo caso, me apoyaré en el examen que
el autor propone sobre el concepto, para así señalar las salientes debilidades
que dicho análisis muestra.
Lamentablemente, el
tiempo que Bielsa perdió en ironías no lo recuperó en argumentos: el texto no
ofrece una sola razón o apoyo empírico que de respaldo al concepto, y sólo nos
deja -como diré- enfrentados a un repetido ejercicio de “teoría conspirativa”.
Como sabemos, en todo ejercicio de “teoría conspirativa” se amontonan una serie
de hechos reconocibles por cualquiera, que la “teoría” conecta luego del modo en
que se le antoja, para sentenciar por fin el resultado definido ya de antemano.
Bielsa acumula en su escrito, esencialmente, y para el caso argentino, un
“vértice poderoso” ("la política y los políticos"); el “caudaloso
sistema de medios de comunicación…al servicio de la clase política"; los "servicios
de inteligencia"; y jueces dictando prisiones preventivas. A todo ese rejunte
lo denomina “lawfare en estado puro” (¡). Pequeña falla del razonamiento:
ahí están las piezas, pero no hay un solo argumento que dé cuenta de cómo es
que tales piezas se articulan entre sí; que nos diga por qué el mecanismo
funciona en un tiempo pero no en el siguiente; que explique qué mueve o motiva
a los actores del caso; o que determine por qué es que resulta, del cruce de las
acciones de aquellos, un cierto resultado, y no el resultado contrario.
Son este tipo de fallas
las que me llevaron, en su momento, a equiparar al lawfare con la vieja
idea de la “sinarquía”, que hablaba de una “conspiración judía contra la
Argentina” La estructura del absurdo es la misma para ambos casos. En el caso
de la “sinarquía” las piezas que tomaba en cuenta aquella “teoría” antisemita,
eran las siguientes: “existen empresas transnacionales”; “los intereses de
muchas de tales empresas son contrarios a los intereses de parte del
empresariado argentino;” “los dueños de muchas de aquellas transnacionales
llevan apellido judío.” Todo cierto. El problema es que, a partir de allí, la
“teoría de la sinarquía” acomodaba las piezas a su antojo, para despachar luego
la conclusión delirante que tenía ya preparada: “los judíos conspiran contra la
Argentina.” Una irracionalidad en zancos.
Quiere decir todo esto -y
volviendo al lawfare- que en países como la Argentina no existen jueces
corruptos y “dependientes” de la política; ni medios de comunicación poderosos;
ni dueños de medios relacionados con el poder; ni políticos interesados en “dejar
fuera de juego” a sus “enemigos”? No, en absoluto: todo eso es cierto. El
problema es deducir de allí la conspiración mundial contra nuestros amigos,
cuando lo que tenemos ante los ojos es algo tan viejo como el constitucionalismo:
un sistema de poder concentrado, que deja a todo gobierno en excelentes
condiciones para “hacerle la guerra” a sus enemigos.
La tosca explicación que
yo podría ofrecer al respecto (con la trágica brevedad que exige una nota
periodística) sería una como la siguiente. Desde los orígenes del
constitucionalismo regional (1810-1850), el pacto “liberal-conservador” alumbró
un sistema de “frenos y contrapesos” desbalanceado hacia el Ejecutivo. Ese marco
de desigualdad constitucional (que es también económica), pasó a generar desde entonces
una dinámica institucional tan esperable como inatractiva: el ansiado
“equilibrio de poderes” ha ido ladeándose cada vez más en dirección favorable al
Ejecutivo. Poco a poco, y a través de herramientas formales (el control de la
violencia estatal; el ofrecimiento de cargos; la disposición de parte central
del presupuesto), e informales (el manejo de organismos de inteligencia; la
administración de fondos reservados), los sujetos a cargo del gobierno han ido
“colonizando” o “desmantelando” a las restantes ramas del gobierno.
Adviértase lo siguiente.
La sumarísima explicación que presento nos permite entender por qué cualquier
gobierno (éste, el anterior, el previo) queda en condiciones óptimas para tejer
alianzas (internas y externas) y emprenderla luego contra sus “enemigos”. La
explicación anterior nos permite entender -sin misterios ni conspiraciones
mediante- por qué es que muchos jueces (por miedo a veces; por ambición en
otras) van a alinearse de manera pronta con el gobierno de turno; y por qué muchos
empresarios, dueños de medios, etc., van a hacer lo propio.
En cambio, la extraviada
explicación del lawfare sólo puede dar cuenta de una parte del problema,
al costo de quedarse calladita frente a la otra. Bielsa, por ejemplo, puede
explicarnos por qué hubo “lawfare en estado puro” los últimos cuatro
años; pero no puede decirnos por qué, desde la llegada del nuevo gobierno, el
maldito lawfare no estaría funcionando. Mucho peor aún, el enfoque en
cuestión sugiere algo verdaderamente asombroso: si el Poder Judicial procesa a
kirchneristas y protege a funcionarios del gobierno anterior, estamos de manera
indubitable frente a un caso de lawfare, pero si dicho Poder hace exactamente
lo opuesto (esto es decir, libera a kirchneristas y la emprende contra los contrarios),
la cosa se va pareciendo más a la justicia verdadera: nada que ver con lo que
antes se llamaba lawfare. Extraordinario sin dudas, y bien absurdo
también, teniendo en cuenta que todo el elenco judicial es idéntico al de ayer,
y todo el aparato de medios sigue en las mismas manos de antes.
Ahí tenemos entonces al “lawfare
en estado puro”: una “teoría conspirativa” que explica lo que se le antoja
explicar, del modo en que se le dan las ganas, aunque ello implique dejar en el
camino toda conexión con la realidad. De allí que la “teoría del lawfare”
ladre frente al ayer lo que maúlla frente al hoy: si van contra “los míos” es lawfare,
pero si van contra la “oposición” es amor. Un cuento tan interesante y verosímil
como el del “lobizón” o el de la “luz mala.”
8 comentarios:
Entonces, no pierdas tiempo discutiendo sobre algo que no existe. Es preferible que discutas con su hermano sobre el fair play.
penosa la nota de R. Bielsa, pero comprensible si hiciste un mamarracho como https://www.cuspide.com/9789878318059/Lawfare+Guerra+Judicial+-+Mediatica
el problema es que no busca dialogar con vos... busca mostrarle a los propios como te descalifica e insulta, supuestamente con altura.
es increíble como les duele a kirchnerismo que no estés con ellos, ya que siempre les haces sentir por izquierda que son unos corruptos (cosa que no les hace mella) pero también que son unos impostores, y eso duele...
realmente las cosas que hace la gente para conseguir un cargo, cuando la devaluada Losardo se vaya de justicia o si se llegara a caer el pliego de D. Rafecas, R. Bielsa está haciendo los deberes sobreactuando para la ocasión.
para el hermano, sólo admiración. a él siempre le tuve aprecio, pero...mamita
rudimentario el nivel de Bielsa, que tenga la estetica del tipo bonachon, a lo sumo solo le sirve para enganar tontos. Sus argumentos no resisten el menor analisis. Si hubiera Law Fare, por cierto, CKF no seria vicepresidenta.
R.
Para elaborar su nota, parece que Bielsa pidió ayuda, y luego copió y pegó lo que le acercaron, sin orden, ni un hilo que ordenare las ideas. En síntesis algo oscuro y de mal gusto.
https://www.youtube.com/watch?v=28hdgBOd7bQ
No sé qué es el lawfare, pero este informe (les parecerá tendencioso, pero es bastante claro mucho de lo que dice). Que la justicia está "con el poder de turno" es una verdad a medias, porque "el poder de turno" no necesariamente es el que sale de las urnas: son siempre políticos "populistas" los demonizados por los medios hegemónicos y los más perseguidos por el sistema judicial. ¿Cómo es que a Evo Morales le hicieron un golpe y en Chile no hay un Juez Moro? Para mí que ustedes tienen una brújula medio sesgada.
Excelente análisis Roberto
Bien, muy bien.
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