"La ironía y la tragedia, para Marx es que el trabajo se convierte en el medio de su propia esclavitud. Los bienes de capital son productos del trabajo humano, que a su vez llegan a dominarlo. La raíz de esta idea es la crítica de la religión que tomó de Ludwig Feuerbach. Marx asimiló la dominación del trabajo vivo a la ficción religiosa según la cual los hombres son creados por un ser divino que en realidad ellos mismos han creado. Aunque estos fenómenos tienen un aire de familia con el tema del aprendiz de brujo, van más allá un aspecto importante. Si no consigo controlar las consecuencias de mis acciones, no necesito estar ni suponer que estoy bajo el control de ningún otro. Estar desamparado y frustrado no es lo mismo que ser dominado. En particular, la alienación-como-frustración, a diferencia de la alienación-como-sometimiento, es un destino que puede ser compartido por cualquiera.
La alienación-como-somentimiento, aunque estrechamente ligada a la explotación, no es equivalente a ella. La alienación agrega a la explotación la creencia, de parte de los obreros, de que el capitalista tiene un derecho legítimo sobre el excedente, en virtud de su legítima propiedad de los medios de producción. Esta propiedad, a su vez, se considera legítima porque procede de una apropiación legítima de excedente en el pasado. La eficacia de la explotación capitalista descansa en su habilidad para perpetuar las condiciones bajo las que aparece como moralmente legítima. Marx nos dice que el reconocimiento por el trabajo de que los productos son suyos y el juicio de que la separación del trabajo de sus productos es injusta, son el comienzo del fin del capitalismo. La alienación en este sentido no ofrece a los obreros motivación para abolir el capitalismo; al contrario, erosiona dicha motivación".
Resaltado propio en base a extractos de Jon Elster, "Una introducción a Karl Marx", Siglo XXI Editores, Mx, 1991.
7 comentarios:
uy, uno de mis parrafos favoritos en el libro de elster. ahora en un rato cuelgo otro parrafo interesante de un libro genial, menos conocido
es interesante remarcar que en su libro de introduccion a marx, que es muy interesante y muy polemico, elster cierra con un capitulo del que alguna vez hablamos, diciendo "que es lo que queda vivo y que no del marxismo," segun su -diria yo muy ilustrada- opinion. Y asi como le parece que ya no puede tener vigencia la idea de plusvalia tal como la pensaba marx, o su acercamiento hegeliano a la historia, dice que todo lo referido a la alienacion se mantiene bastante firme, y que los estudios sicologicos modernos dicen bastante en respaldo hacia aquellas intuiciones de marx
Sí, disculpas por la ausencia de presentación, pero pensé en la autonomía de los párrafos.
Además estoy en tren de escrituras por lo que hasta que eso no se aceite bien, no voy a poder saltar acá y abandonar los intentos de concentración por allá. Ojalá pueda saltar de aquí para allá en el corto plazo.
Sigamos,
Lucas.
Estimado Roberto:
Este comentario no tiene ninguna atigencia con el 'post' sobre Marx. Más bien está en consonacia con tu comentario o rememoración a propósito de la película 'Salvador Allende' de Patricio Gúzman. Empasto enseguida una nota publicada en el diario 'La Jornada' (México, 3 de marzo de 2008)sobre el documental 'La Calle Santa Fe' de Carmen Castillo. Cordiales saludos. Alfredo
■ Carmen Castillo, ex militante chilena, regresa con su cine de denuncia política y social
Calle Santa Fe, memoria de la resistencia ante el pinochetismo
■ Es el ejercicio de autocrítica del grupo Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
■ Estaba obsesionada con la dictadura, pero descubrí que el bien es más interesante, afirma la realizadora
Blanche Petrich
La cineasta Carmen Castillo vuelve con su cine denuncia a Chile con un documental, Calle Santa Fe, que es al mismo tiempo una historia personal y un registro social; una confrontación cruda con el espejo y el ejercicio colectivo de autocrítica de un grupo de ex militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que cuestionan sin concesiones sus errores, su rigidez del pasado, sus muertos, sus dolores y su derrota.
Es también la historia de una casa en una calle tranquila de un barrio popular de Santiago de Chile. Hoy es habitada por desconocidos y está pintada de verde y amarillo. Carmen sueña con rescatarla, volver a pintarla de blanco y convertirla en un espacio para recrear y honrar la memoria de los revolucionarios.
Era, en 1974, una casa de seguridad del MIR. Ahí vivían Miguel Enríquez, el líder de la organización, su mujer –Carmen, que también era militante– y dos combatientes más. El 5 de octubre cayó en manos de las fuerzas pinochetistas en medio de un intenso combate. Dos combatientes lograron salir, pero Carmen, que estaba embarazada, fue herida y Enríquez resolvió resistir solo hasta el último aliento.
“Cómo fue que no morí”
Carmen no supo –lo sabe ahora– cómo pudo salir en una ambulancia hasta un hospital. De ahí fue desterrada. En el exilio perdió a su hijo.
En 2005, casi de manera fortuita, Carmen la cineasta volvió a la calle Santa Fe. Estaba rodando para una película y cámara en ristre fue a tocar la puerta de su vecino Manuel, y “le pregunto cómo fue que yo no morí, cómo llegué a un hospital para que me salvaran la vida. En ese momento me di cuenta de que Manuel es el verdadero héroe anónimo de Chile. El que se atreve a cruzar un cerco de militares, a pelear con ellos para ir a buscar una ambulancia”.
Ahí nació una nueva idea. “Durante muchos años me obsesioné con el mal: los torturadores, la máquina de matar, la dictadura, la traición”. Una de sus primeras películas sobre Chile es La flaca Alejandra, militante que se quiebra en la tortura y pasa a ser informante del ejército. “Pero en ese momento, al oír a Manuel, me dije: el bien es mucho más interesante. A partir de ahí me atreví a interrogar el acto de resistencia de Miguel Enríquez, el acto de resistencia de muchos otros”.
La directora de cine emprendió un recorrido entre sus amigos, ex militantes del MIR, mujeres sobre todo, para rastrear la historia que callan los libros y las películas. “Según la historia oficial, Miguel Enríquez y los miristas murieron por nada, porque buscaban la muerte”.
En el camino, la cineasta fue encontrando pedazos intactos de una memoria que creía perdida; filmaciones grabadas en viejos VHS con escenas de las barricadas, las huelgas, la organización en los barrios, las brigadas, las ollas populares, los héroes anónimos que siempre le dijeron “no” a la dictadura. Encontró a Luisa y a su marido, que cuentan cómo aprendieron de sus tres hijos, los tres asesinados, a convertir el miedo y el dolor en esperanza. Encontró una impresionante secuencia filmada por Pablo Salas: Estela Ortiz, una mujer que un día cualquiera decide caminar con unos claveles en la mano, abrazando a sus dos hijos, para colocar una ofrenda en el sitio donde fue encontrado su marido, degollado. Los carabineros la acosan, tratan de cerrarle el paso y ella avanza. Al espectador se le corta la respiración hasta que ella llega al prado y pone su clavel. Triunfa.
“Lo que intenté hacer es indagar el acto de resistir. Busco, encuentro y registro en la película toda esa memoria de la resistencia popular de los años 80. Eso es lo que lleva a la victoria del plebiscito. En el Chile visible de hoy, entre los políticos y los intelectuales, no hay ningún reconocimiento a nada de esto.”
–¿Ni ahora con la presidenta Michelle Bachelet, que viene de la izquierda?
–No, Bachelet no ha hecho gestos que impliquen un reconocimiento a los sectores populares que combatieron a la dictadura. Guiada por mis amigos, atravesé los muros hacia ese Chile invisible y me encontré con que las nuevas generaciones están activas. Quiero decir, Michelle es una gran mujer, con un itinerario parecido a los nuestros, torturada, médica, autónoma, mujer con hijos. Pero está sola, en una pelea espantosa, gobernando con las leyes del pinochetismo. Creo que debería hacer más de lo que hace. Mientras ella es presidenta, una mujer mapuche, jovencita, hizo una huelga de hambre de 112 días. Al final, el gobierno cedió y la mujer levantó su huelga de hambre. Pero nunca debió haber tardado tantos días, un gobierno de izquierda debió haber ido a verla desde el principio.
En la imaginación de la directora de Calle Santa Fe, el final de la película sería una escena con la casa vacía, pintada de blanco, las ventanas abiertas y en off su voz leyendo el poema de César Vallejo donde dice: “Todos se fueron. Sólo queda el sujeto del acto”.
Pero los documentalistas proponen y la realidad dispone. “Cuando ya habíamos conseguido, con ayuda de José Saramago, el dinero para comprar la casa, me doy cuenta que a los muchachos no les parecía mi idea. Me dijeron: mira, Carmen, esa casa era buena para la clandestinidad, pero no sirve como centro social. Lo entendí como una interrogación. Al fin pude dejar en paz la casa. Desde entonces ando con mis fantasmas como que más livianitos”.
Así se hace la historia
–Da la impresión que tu generación, la nuestra, es la de la derrota, pero que los jóvenes no comparten esa condición.
–Creo en lo que dice Victor Serge: de derrota en derrota hasta la victoria final. En nuestra generación tuvimos que aceptar que fuimos derrotados y hubo muchos muertos. Pero con las penas, los dolores y la alegría de las generaciones vencidas se hace la historia. Y los jóvenes me devolvieron todo eso.
Calle Santa Fe, que se exhibió en Cannes y San Sebastián, obtuvo dos reconocimientos en el Festival de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México; uno en la categoría de derechos humanos y otro fue el de la crítica mundial como mejor documental. Prontro tendrá su corrida comercial en el país.
hola alfredo. aqui en el blog dimos un anticipo de esa pelicula
http://seminariogargarella.blogspot.com/2007/10/una-pelicula-sobre-el-mir-movimiento-de.html
te copio la cronica:
Una pelicula sobre el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno)
Esta tarde (ultimo dia del festival de cine de ny), vi la pelicula "Calle Santa Fe," escrita, dirigida y protagonizada por Carmen Castillo. La pelicula cuenta la historia de la autora, dirigente historica del MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno (se pueden ver fotos y documentos del MIR en el sitio del movimiento:
http://www.mir-chile.cl/ ). Castillo fue la pareja del principal lider de la organizacion, Miguel Enriquez, muerto en un tiroteo el 5 de octubre de 1974, en la casa donde cohabitaban, en la calle Santa Fe. Ella pudo sobrevivir al hecho, y milagrosamente fue expulsada del pais, con vida, posiblemente gracias a que estaba embarazada, y a que su caso tuvo inmediata resonancia internacional. Varias cosas me conmovieron de la pelicula. Entre ellas, enumeraria
* La radicalidad de la directora/militante, para enfrentarse -dandole un debido lugar en la pelicula- a las criticas de algunos jovenes, sobre todo los participantes del "proyecto hogares." Notablemente, a traves de este proyecto muchos militantes (y Carmen misma) entregaron sus hijos a un proyecto comunitario, mientras ellos volvian a la militancia, desde el exilio. En su caso, ello implico separarse de su hija por mas de una decada, y desde la mas temprana edad de la chica. Una de las jovenes a las que entrevista le dice, sobre su madre, y con los ojos lagrimeantes: "Yo, despues de mucho tiempo, llegue a entender a mi madre, yo la entiendo. Pero lo se, que en el fondo de mi, todavia no puedo superar lo que hizo conmigo." Devastador.
* En un episodio similar, Carmen relata a un joven su proyecto de recuperar la casa donde ella viviera en la clandestinidad, un anio, con Miguel -la casa donde el encontro la muerte. Ella le pregunta su opinion a un joven, actual militante de izquierda radical, quien le dice, con una sinceridad abrumadora "es que estamos un poco cansado de los homenajes, los recuerdos, que vuelvan con el dolor y las fechas...Por eso es que el proyecto, la verdad, no nos calienta demasiado." Carmen queda golpeada por lo que le dicen. Finalmente, no recuperara la casa, pero dejara una placa frente a ella. (Y algo llamativo tambien: ninguno de los jovenes aparece al final de la pelicula, cuando vuelven con nombres, datos e imagenes los rostros de cada uno de los militantes que hablan en la pelicula)
* Tambien hay autocritica en Carmen, a pesar de su dureza, a pesar de nunca mostrar sus lagrimas, a pesar del caracter rasposo, duro, que le ha dejado una vida de esas caracteristicas. En un momento se pregunta "por que habremos causado tanto dolor." Y se queda en silencio. Mas tarde, cuenta que en sus primeras vueltas a Chile odiaba a su pais y a su gente: "para mi eran todos asesinos o traidores." Luego, en la propia filmacion de la pelicula, se encontrara con algunas sorpresas. Primero, un vecino rengo y maltrecho, que admite haber sido el que le salvo la vida, primero llamando a la ambulancia, con el unico telefono que habia en el vecindario, y luego subiendose a ella, y acompaniandola hasta el hospital, donde le salvaron la vida. Luego, el calor de sus padres, compartieran o no sus ideas; el recuerdo de medicos y enfermeros generosos, que le dieron calor y amparo cuando a ella ya no le importaba nada; el recuento con viejos militantes, en las poblaciones o villas de emergencia chilenas -gente que todavia seguia llena de ideales, militando, comprometida. Es curioso, pero otra vez Chile me sorprende con ejemplos de militancia extraordinaria (ya me habia pasado esto con los maravillosos documentales de Patricio Guzman), como pocas veces he visto. Lo mismo diria Carmen, al final de la pelicula, ante las preguntas del publico. Que explicara esos niveles de compromiso emocionantes, incondicionales, en medio de un pais que ella, en esas mismas preguntas, describio como frio, aburrido, sin vida.
* Entre los muchos momentos conmovedores del film, aparecen viejos retazos de imagenes de los 70. Entre ellas, dos tomas de tierra, encabezadas por campesinos pauperrimos y desdentados, con armas en la mano, a los gritos. Sorprendente, enmudeci y se me helo el estomago. Tambien una filmacion de un asalto con armas a un camion transportador de pollos, en medio de una "poblacion" hambrienta. Militantes del MIR, con capuchas y armas en la mano, tiraban los pollos desde el camion a la gente. Imagenes duras de tragar tambien, en todo sentido.
Ahora dejo de escribir, estoy contento, pero me duele un poco el estomago.
Ese capítulo sobre "el fetichismo de la mercancía y su secreto" del libro I de El Capital nunca pierde su gracia y lucidez crítica. Supongo que no es aconsejable separarlo totalmente del resto de la obra, pero merece circular con una cierta autonomía...
Tal vez lo que me resulta más gráfico en ese texto, precisamente sobre la "alienación", es cuando Marx dice que en el capitalismo las relaciones entre personas aparecen disfrazadas como relaciones entre cosas...Lo que parece ser una característica de toda nuestra experiencia en el mundo está concentrado en la estructura de la mercancía, y la diferenciación entre valor de uso y valor de cambio pasa a ser entonces el mecanismo esencial del funcionamiento de toda nuestra vida cotidiana.
En su época ciertos sectores del marxismo "oficial" despreciaban el tema de la alienación como tema especulativo y "filosófico". Y como contrapartida, en el 68 llegó a hablarse de alienación ya casi como una moda de lenguaje, sin detenerse mucho a analizarla en detalle.
Ya lejos de los tiempos del oscurantismo con pretexto "marxista", la obra de la Escuela de Frankfurt y de la Internacional Situacionista nos queda como una verdadera aplicación creativa, no dogmática y genuinamente radical de las categorías marxianas. Sobre todo en el tema de la alienación.
En amorrurtu existe un libro del psiquiatra húngaro Joseph Gabel, "sociología de la alienación", que también resulta muy interesante y atípico en su creatividad, al ligar las acoeciones marxiana y psiquiátrica del concepto. Uno de esos escritos, "Kafka, novelista de la alienación" fue subido a internet por la revista catalana Etcetera: http://www.sindominio.net/etcetera/PUBLICACIONES/minimas/39_Joseph_Gabel-kafka.doc
Se coincide, che y se agradece las citas. suena súper interesante ese libro de Gabel.
Salute, Sigamos,
Lucas.
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