24 mar 2008
Pero además (otra vez sobre Debs)
Hace un par de días colgábamos por aquí alguna información sobre el notable Eugene Debs, fundador del Partido Socialista norteamericano, y protagonista de uno de los casos judiciales más notables en la historia de la libertad de expresión de ese país. En época de guerra, Debs fue condenado a diez años de prisión por dar un discurso pacifista. Volví a leer algo sobre el tema en el magnífico libro de Peter Irons, A People's history of the Supreme Court, y me di cuenta de que necesistaba volver a Debs.
Primero, una aclaración. La "fracesita" que usa Holmes y que sirve para terminar de hundir a Debs ("no se puede gritar falsamente fuego en un teatro lleno") había aparecido en verdad una semana antes, en el caso Schenck v. US (ponía algo de esto en la versión original de aquel post sobre Debs). El pobre Schenck era culpable de haber escrito un texto crítico de la convocatoria militar, que giraba en torno del principio "afirme sus derechos," y decía cosas tan graves como "larga vida a la Constitución norteamericana," o "la esclavitud ha sido abolida." Frente a él fue que Holmes pronunció incialmente la frase matadora. Y uno se pregunta, con Irons, qué era lo que hubo de "falso" (el falso grito de "fuego" en el teatro lleno) en el texto del panfleto que Schenck hiciera circular.
A la semana llega el caso de Debs. Debs, como sabemos, había pronunciado un discurso frente a la cárcel donde estaban algunos de sus compañeros, presos por criticar la convocatoria militar. Regía entonces la bestial Espionage Act, dirigida a evitar las críticas a la guerra, y Debs era muy consciente del carácter represivo de esa norma. Más todavía, él era perfectamente consciente de que se estaba grabando su discurso, y es por eso que cuida atentamente las palabras que usa, y recurre habitualmente a la ironía. Dijo entonces Debs (trascribo a partir del libro de Irons): "Soy muy consciente de que, al hablar frente a ustedes esta tarde, existen ciertas limitaciones sobre la libertad de expresión, limitaciones que no pueden ser sobrepasadas. Por lo tanto debo ser cuidadoso en extremo, prudente en lo que digo, y aún más cuidadoso y prudente en relación con el modo en que lo digo." La multitud comienza a reir. "No puedo decir todo lo que pienso (la gente ríe más fuerte y aplaude); pero no voy a decir nada que no piense (aplausos). Pero, preferiría mil veces ser un alma libre dentro de la prisión, que un sicofante y un cobarde en la calle" (aplausos y gritos).
Y luego sigue (atención!) con una crítica a la relación justicia-pueblo. Dice Debs: "Quién nombra a los jueces federales? El pueblo? En toda la historia del país, la clase trabajadora nunca nombró a un juez federal...todos los que están mantienen sus posiciones en benficio de los intereses y el poder del capital corporativo. Las empresas son las que dictan sus nombramienntos. Y cuando van a sus puestos, ellos no van a servir al pueblo, sino a los intereses de los que los han nombrado." Luego seguiría en su crítica, haciendo referencia a los Estados Unidos como una "plutocracia." Todo esto es lo que resultó insoportable para Holmes.
Dos comentarios finales. El primero sobre Holmes. Luego de esta serie de horribles decisiones, Holmes sufrió una "iluminación del más allá," y pasó a convertirse en adalidad de la defensa de la libertad de expresión, contradiciendo sus vergonzosos fallos iniciales. Sobre esto conviene volver más adelante.
Lo otro: Es cierto que, luego de estos fallos penosos, comenzó a abrirse una lectura más protectiva de la libertad de expresión. Peeeero, es mucho más cierto que esa lectura tardó 50 años en convertirse en mayoritaria. Extraordinario, al respecto, un libro que no conocía y que me recomendara Adam Przeworski hace un par de meses: Perilous Times: Free Speech in Wartime from The Sedition Act of 1798 to The War on Terrorism, de Geoffrey Stone. El libro muestra de qué modo la "venerable" tradición norteamericana sobre la libertad de expresión tuvo algunos recurrentes baches y problemitas letales, justamente, en los "perilous times," los tiempos difíciles en que más se la necesitaba.
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3 comentarios:
notable entrada y no puedo más que celebrar el rescate de las figuras y de las historias. En este sentido, propongo una lectura adicional, en clave filosófica, de lo que Roberto llama "iluminaciones del más allá", recorriendo "El club de los metafísicos" de Louis Menand, hermosa historia de las ideas norteamericanas con eje en el desarrollo del pragmatismo como forma filosófica.
Saludos
ah, si, que bien ese libro, gracias. vienen otros rescatos, pronto
Muy bueno el rescate y espero vengan otros tan ilustrativos como este.
DCV
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