14 oct 2016

A qué llamamos “gobierno de izquierda”?

http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/izquierda-hoy-America-Latina_0_1669033215.html

(Publicado hoy -en su versiòn resumida- en la Revista Ñ)


El libro Por qué retrocede la izquierda? está formado por tres artículos diferentes: el primero está escrito por Marcelo Leiras, el segundo por Andrés Malamud, y el tercero por Pablo Stefanoni. En cada uno de sus textos, y de modo independiente, los autores examinan la pregunta central de la obra –la que le da título al libro- referida al retroceso de la “izquierda” en América Latina, luego de más de una década de predominio. Los escritos enfocan el problema desde ópticas y preocupaciones parcialmente diferentes (uno más centrado en factores socio-económicos, otro más interesado en cuestiones de partidos e instituciones, y el tercero más atraído por discusiones histórico-sociales). Sin embargo, los tres autores (tanto como los autores del prólogo y el prefacio), coinciden en tomar como punto de partida y supuesto común el que aparece en el citado título, esto es, que la región atravesó una década marcada por la presencia de gobiernos izquierdistas.

Afortunadamente, los autores son lo suficientemente lúcidos e ilustrados como para no tomar la invitación que se les hace sin beneficio de inventario. Por ello mismo, antes de abordar directamente sus estudios específicos, ellos se toman un tiempo para clarificar a qué se refieren cuando aluden a la izquierda. Los tres se muestran conscientes de que José Natanson y Martín Rodríguez (los editores del libro) les formulan una pregunta “cargada de sentido,” que de algún modo viene a cargar también los dados de sus respuestas.

Desafortunadamente, en sus respectivos escritos, los autores terminan aceptando conscientemente aquella problemática invitación. De tal modo, terminan suponiendo que si hablamos de la primera década del siglo xxi, en América Latina, hablamos de gobiernos de izquierda. En lo que sigue de este texto, trataré de mostrar por qué ellos se equivocan al aceptar proseguir la discusión en los términos en que se les presentara. Mi crítica, según entiendo, puede servir (más que para impugnar lo que los tres textos principales nos dicen) para volver a revisar nuestros entendimientos acerca de lo que es o puede ser definido como un “gobierno de izquierda,” a la luz de la política dominante en la región en los últimos años. 

Tres autores, tres conceptos

La batalla por el uso de los conceptos forma parte de una disputa más larga y más profunda, de primera relevancia política. Cuando alguien dice, por ejemplo, “la crisis que afecta hoy al gobierno venezolano de Nicolás Maduro vuelve a demostrar el fracaso del proyecto de izquierda”, esa persona interviene sobre un debate histórico en torno al pasado, y el valor de lo pasado.No extraña reconocer, entonces, que esa batalla sobre conceptos, en torno al pasado, sea llevada a cabo, muy comúnmente, por el interés de intervenir en cuestiones futuras. Por eso, cuando alguien dice, por ejemplo, que “el Canciller Bismarck ayudó a que Alemania se recuperara de una grave crisis, a partir de la implementación de políticas de libre mercado,” nos está diciendo también, o sobre todo, algo en relación con el tipo de políticas que convendría adoptar en el futuro, frente a una nueva situación de crisis, como la que alguna vez le tocara enfrentar a Alemania.

Lo dicho hasta aquí ayuda a entender por qué resulta tan difícil de aceptar que los tres autores principales del libro no terminen por cuestionar una invitación que los tres, sin embargo, comienzan impugnando. Permítanme, entonces, repasar críticamente el modo en que cada uno de los autores citados termina aceptando la tesis que inicialmente desafiaba.
  
i) Marcelo Leiras es, de los tres, el que examina la cuestión de forma más autocrítica. Ello así, sobre todo, porque reconoce que, hasta el momento de ponerse a realizar este ejercicio de reflexión, él tendía a rechazar ese tipo de aproximaciones hacia el tema de la llamada “izquierda latinoamericana.” Leiras agrega, sin embargo, que la “supervivencia” de la “etiqueta” de “izquierda” para describir a tantos gobiernos de la región lo llevaron a “revisar” su “escepticismo” inicial (22). Para llevar a cabo esa revisión, el autor presenta algunos gráficos con datos sociales y económicos –datos referidos al período que va del 2000 al 2014- buscando comparar grupos de países: el primer grupo está compuesto por los que serían los “gobiernos de izquierda” más propiamente (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay y Venezuela); el segundo está formado por lo que llama la “izquierda ampliada” (los anteriores más El Salvador, Honduras, Nicaragua y Paraguay); y el tercer grupo está compuesto por los gobiernos de los países que no serían de izquierda (Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Perú y Surinam). Los resultados que el autor obtiene, en relación con el modo en que dichos grupos de países crecieron económicamente; o examinando la evolución de lo que gastaron y recaudaron; o revisando sus niveles de gasto público; o prestando atención a la desigualdad que generaron en la distribución de ingresos, son –lo admite- incompletos, imprecisos y limitados. Sus estudios no sirven –lo reconoce también- para reconocer “lo que produjeron los gobiernos de izquierda sino lo que ocurrió mientras gobernó la izquierda” (30). Los datos no discriminan, por lo demás, entre lo que los gobiernos de izquierda hicieron, lo que es producto de gobiernos anteriores, o (lo que denomina) factores desconocidos o mal entendidos. Sin embargo, a pesar de todo ello, Leiras entiende que los resultados que genera su comparación le permiten afirmar que “no está mal decir que en los países en que gobernó la izquierda y mientras gobernó la izquierda pasaron cosas bastante distintas que en los países que tuvieron gobiernos con otra orientación” (31). 

A pesar de la buena prudencia y justas matizaciones que incluye el autor, creo que las reconocidas limitaciones de su análisis debieran haberlo llevado a detener antes que a suscribir finalmente la utilización de la etiqueta “izquierda” para hablar de los gobiernos de estos últimos 10 años en América Latina. Agrego, a sus propias moderaciones, algunas dificultades que según entiendo afectan su análisis. En primer lugar, considero un problema que en su examen del concepto del caso quede por completo ausente la dimensión institucional del fenómeno “izquierda.” Esto es, resulta altamente controvertible que dicha dimensión (que incluye, por caso, y entre muchos otros rasgos, la disposición de los gobiernos bajo estudio para democratizar el poder; federalizarse; o descentralizar la toma de decisiones) pueda quedar por completo ausente de una caracterización de la ideología bajo estudio. En segundo lugar, la decisión de examinar a los países de modo “agrupado” resulta de formas diversas muy cuestionable: por qué hacerlo así? Por qué incluir a esos países en esos grupos? Por qué perder la posibilidad del análisis “uno a uno”, para desarrollar luego, entonces, una comparación? En tercer lugar, la “comparación de promedios” que utiliza el autor es bastante más problemática de lo que él mismo admite (30, 31). La pertenencia plena o posible de los diferentes países a la izquierda está ya definida de antemano, lo cual es un problema, pero además es un problema que se agrava por el hecho de que los grupos en que son incluidos esos países terminan resultando “cajas” (o más bien “prisiones”) que no “sueltan” a los países que incluyen. Para clarificar lo dicho, piénsese en este ejemplo: para quienasuma que la Argentina fue gobernada en la última década por la derecha, o por un partido claramente no de izquierda, el caso estará perdido de antemano, porque será imposible falsear lo sostenido por el autor. Ello así, porque los números del país X van a promediarse (como es el caso) junto con otros casos más extremos (como es el caso), que permitirán preservar los altos niveles de promedio del grupo “más de izquierda,” anticipadamente anunciados. En definitiva, Leiras nos ofrece una aproximación al concepto de “izquierda” que muestra menos (o más) de lo que pretende, y que en algunos casos puede mostrarnos algo contrario a lo ocurrido efectivamente en la práctica.

ii) En el texto de Andrés Malamud, la definición del concepto de “izquierda” empleado resulta, como era previsible, más problemático o difícil de aceptar que en el caso anterior. Ello así, fundamentalmente, por la habitual disposición del autor a sacrificar la precisión conceptual en aras de poder extremar el carácter polémico de sus juicios. Como siempre, los textos de Malamud son sencillos de leer y agradables a la lectura. A su vez, ellos suelen estar cargados de juicios tan categóricos como controversiales. Aquí van dos ejemplos, relacionados con el tópico central de este escrito. Malamud sentencia primero: “Si no hay elementos incontestables, qué es lo que define la ubicación ideológica de un líder o partido? La respuesta sólo puede ser una: la intersubjetividad.” Y enseguida “el reconocimiento de los pares cierra (entonces) la discusión: en América Latina, la izquierda es lo que los presidentes que se dicen de izquierda dicen que es de izquierda” (50).

Parece claro que un acercamiento al concepto de “izquierda” como el expuesto resulta vulnerable a objeciones múltiples y de todo rango. Todo es controvertible en las dos afirmaciones seleccionadas. La proposición conforme a la cual “si no hay elementos incontestables…la respuesta sólo puede ser una: la intersubjetividad”, resulta algo insólita en el ámbito de las ciencias sociales. Porque: qué cuestión superaría el test de los “elementos incontestables”, para no quedar sujeta a la respuesta de la “intersubjetividad”? El nivel de la pobreza de un país? La tasa de inflación? El grado de desarrollo? El nivel de seguridad jurídica?  De modo similar, de dónde deriva el autor que, frente a las dudas clasificatorias que pueda generar un cierto fenómeno, la respuesta deba ser la de la “intersubjetividad”? Por qué habría de serlo? Qué lo justificaría? Y cómo puede pensarse que esa se constituya en la “única” respuesta posible? A partir de qué se deduce eso? Qué intento hizo el autor para descartar qué otras alternativas?

Todo lo discutible que veíamos en relación con el primero de los juicios que seleccionamos del texto de Malamud (sobre la “intersubjetividad”) se agrava en el segundo de los juicios seleccionados. En este caso, nos referimos a lo que el autor sugiere como respuesta a la pregunta sobre “qué es la izquierda”: inclinarnos por la que proviene de “el reconocimiento de los pares,” esto es, la respuesta que proviene del reconocimiento de los demás presidentes. La propuesta de Malamudes desde el arranque sorprendente, por la vinculación que establece entre una política, un país entero, y los dichos ocasionales de un presidente. Pero miremos el problema del caso con un poco más de detalle. Pongamos –para no forzar su propuesta hacia la caricatura- que Malamud sólo piensa en su receta para referirse a la cuestión de la ideología, y no a otras cuestiones, como el nivel de desarrollo, etc. (esto porque –me parece claro- no diríamos que un país es desarrollado porque el presidente de un país que dice serlo considera que otro también lo es). Consideremos entonces este ejemplo: Sebastián Piñera es reelecto como presidente en Chile, y en su primer discurso como tal, él se autodefine como “un presidente de derechas.” Imaginemos que luego agrega que él es y será, en todo caso, un presidente tan de derechas como lo ha sido Dilma Rousseff en Brasil, o como lo es Rafael Correa en Ecuador. Alguien podría mantener entonces que Dilma o Correa son o han sido de derecha, porque Piñera así lo sostiene? Malamud mismo mantendría su propuesta? Estoy seguro de que no. 

Lo que ocurre aquí –y lo que explica mucho de lo que dice Malamud- tiene que ver con el habitual vicio del “politólogo de la realpolitik”, que considera que uno entiende mejor un fenómeno político cuanto más lo vincula con los modos más crudos o descarnados de la política que conocemos. Ahí estaría la política real –la verdad de la política, en definitiva- que los filósofos o teóricos no serían capaces de entender, perdidos como están entre sus abstracciones.Malamud, me parece, nos ofrece un camino de salida equivocado, pero sobre todo inapropiado para los fines que él mismo se propone. Se trata, además, de un camino que es de renuncia para las ciencias sociales, en su propósito de comprender de un modo más acabado y preciso la vida social.

iii) El caso de Pablo Stefanoni resulta, en un sentido relevante, diferente de los anteriores, porque Stefanoni se inscribe y reivindica como un autor de izquierda. Gracias al buen conocimiento que tiene del campo, él comienza su texto haciendo un repaso de diversas aproximaciones a la idea de izquierda, surgidas en los últimos años al calor de los arduos debates que se dieron en torno al tema. A Stefanoni le preocupa muy especialmente que no se vacíe de sentido al término; reconoce la importancia de la discusión conceptual al respecto; y procura avanzar con cuidado especial en la materia. No obstante ello, finalmente se decanta por una definición de la izquierda que resulta en parte sorpresiva, y que termina resultando funcional al proyecto del libro. Dice Stefanoni: “podría asociarse el giro a la izquierda a un pacto de consumo (mercado interno), un pacto de inclusión (políticas sociales) y un pacto de soberanía (independencia frente a Estados Unidos, nuevos alineamientos internacionales) que, en diversos grados, tiñen a todas las experiencias ‘rosadas’ y establecieron sentidos comunes que condicionan a las oposiciones conservadoras y las obligan a incluir, con fe o sin ella, algunos de estos tópicos en sus agendas” (86-7).

Mi problema con el enfoque que propone Stefanoni –el cual le permite, insisto, “validar” innecesariamente el programa del libro- es que su propuesta superpone a la izquierda con grupos, movimientos o gobiernos “nacional-populares” -como podrían serlo el peronismo, para el caso de la Argentina, o el varguismo, para el caso del Brasil- que difícilmente podrían ser considerados de izquierda. El peronismo o el varguismo, típicamente, pueden ser considerados como la expresión de un “pacto de consumo” que apuntó de modo especial al mercado interno. Ambos pueden verse, además, como movimientos que generaron políticas sociales “inclusivas;” o considerarse también como grupos que desplegaron habitualmente una retórica anti-imperialista. De este modo, los tres requisitos señalados por Stefanoni quedarían impecablemente satisfechos: el pacto de consumo, el pacto de inclusión, y el pacto de soberanía. Pero, podríamos decir entonces, y como resultado del análisis, que hablamos de gobiernos o grupos de izquierda? Parece claro que no.

Por si hiciera falta, y para empezar, diría que -como sabemos- el peronismo, tanto como el varguismo, implicaron muchas otras, además de las citadas. Desde el poder, ambos grupos promovieron una fuerte concentración de poder político; limitaciones de derechos liberales (de expresión, de reunión, etc.) y sociales (como el derecho de huelga en la Constitución de 1949);llevaron a cabo la persecución de opositores (de rasgos antisemitas y anti-extranjeros, como en el caso más saliente del varguismo);y atravesaron largas fases opresivamente clericales, etc. Cuesta pensar que la izquierda pueda ser asociada con tales actitudes y conductas. De hecho –y con razón, agregaría- muchos académicos (pienso, por citar uno, en Carlos Waisman) han descrito a este tipo de movimientos como “tapones” frente a la izquierda: modos de impedir que la “amenaza” de la izquierda llegara a convertirse en una alternativa de poder efectiva. La interpretación de tales movimientos como “frenos” frente a la izquierda no sólo es consistente con la historia de países como la Argentina o Brasil, sino también con la retórica abiertamente anti-izquierdista que tanto el peronismo como el varguismo tuvieron. Luego, la posibilidad de considerar a estos agrupamientos (el peronismo, el varguismo) bajo la etiqueta de “izquierda”, resulta sorprendente o chocante. Quiero decir, en definitiva, el concepto de izquierda no puede quedar reducido a los rasgos con que Stefanoni termina asociándolo. Se trata de rasgos –los que elige- que pueden bien servir para describir a otros grupos (a los movimientos “nacional-populares” en América Latina), pero no a la izquierda, salvo al costo de vaciar al concepto de su contenido más propio y distintivo.

Aclaraciones finales

Para concluir este breve análisis, permítaseme decir que no ha sido ni es mi interés defender una posición “preciosista” o “purista” sobre el concepto bajo examen, para descalificar luego todo aquello que no encaje con un molde predeterminado y muy estrecho sobre “lo que debe ser la izquierda.” Me ha motivado, más bien, el propósito contrario, esto es decir, el de no aceptar definiciones del término demasiado ligeras, por completo ajenas a la tradición de la izquierda, o vaciadas de contenido. La idea de definir a la izquierda a partir de lo que dicen los presidentes de izquierda es, para decirlo pronto, demasiado ligera. La alternativa de definirla de modo tal que, en los hechos (lo querramos o no) pueda superponerse, por ejemplo, al “peronismo” con la “izquierda” coloca a la izquierda en un lugar –me parece- por completo ajeno a su tradición, haciéndole decir lo que ella no dice, niega o rechaza. Y la propuesta de definir a la izquierda sin ninguna consideración efectiva por lo que fue su lucha por democratizar la política; o tomando como irrelevante lo que fuera –particularmente en la tradición latinoamericana- su pelea contra el poder concentrado en las manos de tiranos y caudillos, vacía de contenido parte central de su tradicional programa de acción. La idea de que la izquierda tiene que ver sólo o fundamentalmente con un programa económico es problemática, por lo demás, porque implica ignorar la centralidad del (particular tipo de) compromiso político que ha sido propio de la tradición de izquierda, también en Latinoamérica. Mucho más cuando el programa económico que se califica de izquierda viene a afirmar lo que la izquierda niega. 

Mi rechazo al enfoque que se presenta en el libro tiene que ver con un entendimiento muy diferente de lo que significa ser de izquierda, o pertenecer a un partido de izquierda, o estar gobernado por un grupo de izquierda. La aproximación en la que pienso –insisto- no implica suscribir una visión sobre-exigente o utópica o simplemente irreal sobre el concepto de izquierda. En mi caso, y para decirlo del modo más escueto posible, defino a la tradición de izquierda como una tradición igualitaria, comprometida con la democratización profunda de la sociedad: una democratización que incluye la democratización de la política y la democratización de la economía. Señalo esto para dejar en claro cuál es mi particular punto de mira sobre la cuestión. Sin embargo, nada de lo dicho hasta aquí requiere que defina cuál es el concepto de izquierda que, en lo personal,tomo como más apropiado. El objeto de este trabajo ha sido otro –mostrar el uso inadecuado del concepto central que se explora en el libro- por lo que mis críticas pueden mantenerse con independencia del modo en que otros definen lo que entienden por “gobierno de izquierda.” Finalmente, me ha interesado poner en discusión la aproximación que sobre el tema ofrecen Leiras, Malamud y Stefanoni, porque se trata de tres de los más brillantes cientistas sociales que ha dado mi generación.


38 comentarios:

andresvas dijo...

Quizás una manera diferente de ver el punto de partida del título propuesto para los tres trabajos es no derivar de la cuestión que la región haya atravesado necesariamente una década de gobiernos de izquierda, sino de gobiernos que fueron más de izquierda que los que los están sucediendo en la actualidad, pensándola no como algo absoluto sino como un relativo y comparado. La idea de retroceso del título nos remite a esa comparación, obviamente que el planteo de la cuestión como se da en el título sí presupone que se acepte que los gobiernos que sucedieron a los de esa década son más de derecha que los anteriores, y eso sería otra discusión.

Francisco Lisboa Rodrigues dijo...

Texto muito bom e com muitas idéias que merecem reflexão. Parabéns!

Anónimo dijo...

Por lo que se podría interpretar del texto de gargarella podría ser parte de la misma discusión. Mas de derecha o mas a la izquierda requeriría mayores precisiones conceptuales.

Marchelo dijo...

Para que tu crítica no se tomada como "preciosista", "purista" o "utópica" sería interesantísimo conocer casos históricos-empíricos de gobiernos que consideres de izquierda en los términos de tu definición..
Por último, cuando hablás de los proyectos de izquierda en términos de "una democratización que incluye la democratización de la política y la democratización de la economía" millones de personas dice peronismo.. será falsa conciencia?

rodi dijo...

Esta muy bueno este texto para reflexionar sobre el libro. El de Stefanoni no lo leí. El de Malamud me encantó, y de lo que yo entendí, recogió el guante lanzado por M Rodríguez y Natanson de un modo provocador (al pensamiento, no a las pasiones bajas), y lo que RG considera como definición (para someterla a un test de universalidad y necesidad) es en realidad una forma elegante de decir: "esta etiqueta es un flan a menos que utilicemos otros nombres para pensar esta realidad" (cosa que a continuación hace de una manera muy precisa, muy poco afecta a la etiqueta en cuestión, y muy atenta al plano institucional de la toma de decisiones). El de Leiras me pareció problemático, y coincido con RG en que el problema está en los parámetros utilizados para armar los gráficos que son el eje de su intervención. Lo que más me complica de su intervención es el modo de encontrar "izquierdidad" o "derechidad" en las políticas económicas concretas llevadas a cabo por los diversos gobiernos, y especialmente en lo siguiente: comete petición de principio en suponer que la elección de atacar prioritariamente la disminución de la pobreza o potenciar el consumo interno (a través de políticas de corte keynesiano) es de izquierda, mientras que la derecha, aplicando escuela de Chicago, apunta a sacar impuestos, hacer ajustes fiscales y buscar inversiones. Me parece que las teorías económicas que pone en un mismo plano de comparación son estrictamente inconmensurables. Quiero decir: un Milton Friedman latinoamericano estaría dispuesto a admitir que la finalidad prioritaria de sus medidas es disminuir la pobreza y tener un mercado interno vigoroso. Espero que se entienda!!! Gracias por la ocasión de reflexionar sobre el libro!!!!

rodi dijo...

Esta muy bueno este texto para reflexionar sobre el libro. El de Stefanoni no lo leí. El de Malamud me encantó, y de lo que yo entendí, recogió el guante lanzado por M Rodríguez y Natanson de un modo provocador (al pensamiento, no a las pasiones bajas), y lo que RG considera como definición (para someterla a un test de universalidad y necesidad) es en realidad una forma elegante de decir: "esta etiqueta es un flan a menos que utilicemos otros nombres para pensar esta realidad" (cosa que a continuación hace de una manera muy precisa, muy poco afecta a la etiqueta en cuestión, y muy atenta al plano institucional de la toma de decisiones). El de Leiras me pareció problemático, y coincido con RG en que el problema está en los parámetros utilizados para armar los gráficos que son el eje de su intervención. Lo que más me complica de su intervención es el modo de encontrar "izquierdidad" o "derechidad" en las políticas económicas concretas llevadas a cabo por los diversos gobiernos, y especialmente en lo siguiente: comete petición de principio en suponer que la elección de atacar prioritariamente la disminución de la pobreza o potenciar el consumo interno (a través de políticas de corte keynesiano) es de izquierda, mientras que la derecha, aplicando escuela de Chicago, apunta a sacar impuestos, hacer ajustes fiscales y buscar inversiones. Me parece que las teorías económicas que pone en un mismo plano de comparación son estrictamente inconmensurables. Quiero decir: un Milton Friedman latinoamericano estaría dispuesto a admitir que la finalidad prioritaria de sus medidas es disminuir la pobreza y tener un mercado interno vigoroso. Espero que se entienda!!! Gracias por la ocasión de reflexionar sobre el libro!!!!

Anónimo dijo...

en el mundo real los populismos delatinoamerica fueron y son gobiernos de izquierda, al igual que es verdad, que la izquierda siempre corre la zanahoria, desentediendose de todo germen violento, y homofobico presente en su discurso, y practica, es hora de hacerse cargo. pablo

Rodrigo dijo...

Coincido en que para no ser tildado de "purista" vendría bien ejemplificar con casos concretos de gobiernos que son o hayan sido "de izquierda". Si yo digo "el rock andas rolo es x cosa", y luego "no existe ninguna banda que se aproxime a mi definición" soy un purista/utopico.

Maulwurf dijo...

Roberto, finalmente tu vara de lo que es "la izquierda" resulta bastante polémica y mínimamente precisaría una argumentación. Desde ya te digo que me es difícil encontrar el principal teórico de la izquierda está idea democratizante que defenses. Saludos y buen artículo!

rg dijo...

rodrigo, es que yo me puedo morir en este instante, y mi crítica se mantiene, con independencia de lo que piense yo sobre la izquierda. lo que yo fijé es el ideal regulativo de la izquierda, para mí, pero eso no importa. creo que es un ideal regulativo que se ve como aspiración en todos los programas de la izquierda clásica: desde el programa de gotha, al programa del partido socialista inglés o italiano, o el psoe, a comienzos del siglo xx, o en la tradición de la izquierda original en américa latina, en el siglo xix. pero insisto, puedo desaparecer ya y la crítica al libro se mantiene impoluta

andresvas dijo...

Creo como vos decís que tus críticas se mantienen independientemente de eso, salvo la primera en relación a la cuestión planteada por el título del libro. Si la cuestión fuera: porqué no hay más gobiernos de izquierda, valdría tu cuestionamiento. Pero la pregunta es porqué retrocede la izquierda, lo que no presupone pensar que los gobiernos idos eran "de izquierda" en el sentido absoluto que vos tratás, sino que avanzaban más hacia un ideario de izquierda que los que los sucedieron, que eran más de izquierda que los que vinieron; exagerando el argumento, podrían ser hasta "de derecha", pero menos de derecha que los que los reemplazaron y por lo tanto más cercanos que los que provocarían ese retroceso, y la cuestión no perdería validez.

.

Rodrigo dijo...

¿Leíste opiniones/definiciones de Badiou sobre "comunismo" e izquierda? Son interesantes. Su diálogo con Marcel Gauchet (o era Fueret?) está piola.

Unknown dijo...

Qué bueno enterarme a esta altura de mi vida que los proyectos de izquierda rechazan cualquier tipo de limitación de derechos liberales y/o concentración del poder. Cómo sería la dictadura del proletariado a la gargarella? Cómo habría que leer todos los procesos revolucionarios de izquierda de Latinoamérica? De paso, le recuerdo que el argumento que señala al peronismo como un "tapón" para desarrollar políticas verdaderamente izquierdistas fue aquél que llevó a la izquierda a apoyar el golpe militar que derrocó al peronismo en el 76 y que nos condujo a lugares bastante más alejados de la izquierda por la que se muestra tan preocupado en definir. Vamos gargarella. Admita su condición de utópico y de ferviente gorila. Saludos.

rg dijo...

a) muchos atolondrados quieren poner todo lo que les gusta junto. lamentablemente, nacional popular, peronismo, varguismo e izquierda no son lo mismo, qué pena. lo sabían todos, empezando por perón y vargas, que persiguieron y reprimieron a la izquierda
b) marx definió su ideario en el manifiesto comunista 'resumida en una línea: abolición de la propiedad." perfecto. esa sola línea muestra dónde quedan los gobiernos extractivistas, de barrick gold y mineras contaminantes que pulularon por la región en los últimos 10 años
c) de dónde sacará alguno que ser de izquierda impide repensar los derechos liberales? qué delirante por favor, qué ganas de leer lo que tenés ganas de encontrar

andresvas dijo...

¿Habrá alguna duda de que Temer está a la derecha de Lula/Rousseff, Macri ídem, Piñera ídem etc.? Esa es la cuestión presupuesta por el título, no que los gobirnos idos eran "de izquierda", abolicionistas de la propiedad, etc. Todo eso puede suceder siendo al mismo tiempo extractivista, contaminante y muchas cosas feas más. Siempre se comparan balances generales de experiencias de gobierno que tienen cosas feas y lindas, el balance, por supuesto, es opinable. Siguiendo tu cita de Marx y relacionándola con el título, se trata, presuponiendo que, por ejemplo, Temer está más lejos de abolir la propiedad que Lula/Rousseff, porqué sucedió este retroceso, no de discutir la pureza de izquierda de los idos.

rg dijo...

por supuesto que eso no es lo que interesa, como decir que berlusconi està a la izquierda de la liga lombarda, o aznar a la izquierda de rajoy

andresvas dijo...

Lo que interesa es porqué vino algo que se aleja más de la izquierda que los que se fué.

Unknown dijo...

Gargarella, no fui yo quien cayó en absolutos. Seguro que se puede pensar en una izquierda que no límite derechos liberales. El punto es que no se puede afirmar, como lo hace usted en su nota, que nadie que se llame de izquierda puede proponer una limitación en ese sentido. Todo lo contrario. Si uno quiere dar vuelta la torta se tiene que manchar las manos.

Anónimo dijo...

bueno, entonces nada es es izquierda, ninguna revolucion, ningun campo de detencion, ninguna union sovietica, violencia guerillera, la de Stalin, ninguna persecucion en latinoamerica, ni tampoco ninguna guerrilla en colombia, tampoco lo son los populismos de izquierda de brasil, venezuela, bolivia, tampoco lo seria el comunismo chino, o de corea del norte, nada es de izquierda, tampoco lo es podemos en espana, lo unico que seria de izquierda es lo que se acomoda a la definicion de algun trasnochado de turno, que sigue usando categorias violentas como "clase burguesa" "elite", que de tan homofobicas caen por su propio peso.
Es siempre la misma discusion eterna. Y todo fracaso de la izquierda es culpa de la derecha, la violencia de la izquierda se justifica por la agresion de la derecha, ninguna auto-critica, porque eso seria jugar para la derecha. La derecha por lo menos se asume como tal, la izquierda siempre su bicicleta y victimización. Reconozcan primero sus errores en el mundo real, y despues discutimos si eso rige para la fotocopiadora de donde salieron. Pablo

rg dijo...

eugenio, no se que has consumido, pero no dije ni diria algo asi

Unknown dijo...

Sobre el interesante debate que abrió Roberto, la semana pasada se presentó la "Nueva Revista Socialista" en Clásica y Moderna. Por ahora está difícil de conseguir.
Los videos de la presentación (Alejandro Katz, Beatriz Sarlo y Tarcus) se pueden ver acá: https://www.youtube.com/channel/UCD4ztDtgOUckQfan_oo04LQ

abrazo Roberto!!

JL

Anónimo dijo...

Está muy interresante el tema, lástima que me quede con la pregunta inicial de "porqué retrocede la izquierda". De todos modos analizar lo que llamamos izquierda no me parece un ejercicio ocioso, la debridacion que hace gargarella de las concepciones falaces de izquierda no es estéril, preciosista o purista a mi juicio. Es necesaria. Si decimos que un animal es pato por tener pico de pato cola de pato y porque hace cuac y nada, es un pato, no nos pongamos preciosistas, digamos que es un pato. Pero si el bicho tiene un pico chato, tiene pelo, y da de mamar a sus crías, entonces no digamos que es un pato. Será otra cosa, como en el caso del peronismo. Y lo mas triste es que esa otra esencia política que encarna es una que termina vaciando de contenido el impulso original, la ideología y utopia que movilizaron el movimiento de izquierdas.

Eso nada más. Interesante el debate, saludos
martha c

Anónimo dijo...

Concuerdo con Pablo, siempre la izquierda se victimiza y cada vez que se implanta un gobierno de izquierda, desde los totalitarismos aberrantes de los paises marxistas hasta los populismos latinoamericos, dicen "ah no, no es verdadera izquierda". Hubo miles de ensayos de gobiernos de recontra izquierda y nunca es la "verdadera izquierda". Lo peor es cuando te dicen que segun Marx la revolucion debe ser mundial, muy bueno, fracasan en un pais y quieren fracasar en el mundo entero.

andresvas dijo...

Leyendo esto y 10000 cosas asquerosas por el estilo, que duda hay de que estamos viviendo un retroceso.
http://www.perfil.com/protagonistas/mi-hijo-esta-haciendo-un-gran-sacrificio-por-la-vida-de-los-demas-dice-la-mama-de-macri.phtml

Anónimo dijo...

Anónimo pero al menos dejá tu nombre sino vamos a pensar que sos el mismo Pablo dándose la razón.
Yo creo que en esto enojarse no zanja la cuestion, y apurarse a cerrar la polémica menos.
Mirá., recurriendo a una definición "para consumo personal" (tampoco improvisada) La izquierda y la derecha son formas de políticas. Y entendiéndose política como las medidas que vas a tomar, y lo que vas a privilegiar de modo inmediato. En el caso de la izquierda es el bienestar de la mayoría sin vulnerar los derechos de la minoría. Y eso incluye la toma de decisiones con la mayor intervención y compromiso de ciudadanos, es decir el mayor grado de democratizacion en las decisiones.
Por el contrario la derecha apunta a la concentracion de riqueza, de poder, el privilegio de decisiones por parte de una minoría, mejor si es una elite; su forma perfecta sería el sistema republicano y representativo. Supone la subordinacion de los derechos de minorías y mayorías a pretendidos objetivos ulteriores o superiores, los nacionalismos por ejemplo son de derecha. Así lo veo yo. Si me equivoco en algo que me corrijan pero con argumentos por favor. Con el debido respeto no me corran con arguemntos de autoridad
China, los populismos sudamericanos --muchos de ellos otros no tanto como Bolivia creo yo--, siguieron políticas de izquierda, sobre todo en lo económico, eso incluye, por su puesto a Cuba.
En lo político, si suprimís libertades individuales para que las decisiones la tome una elite, una minoría estas tomando políticas de derecha,... Si como el peronismo, la asignacion es una politica de izquierda. Pero el largo etcétera que no enumeraré, es derecha conservadora que lo explicó muy bien aquí rg. Para qué repetir.
Muchos gobiernos europeos comenzaron con gobiernos orientados a la izquierda, el estado de bienestar lo es. Despues todo se derechizo. Todo todo absolutamente.
Bueno eso nada mas,....saludos
martha

rg dijo...

yo en cambio leia lo siguiente. si es cierto, como pienso, no entiendo tu comentario y el de tantos mirando las tonterias, mientras a) dejaron de pasar la relacion scioli-policia, que tal vez sea lo peor que pasó en la historia argentina reciente, lo que terminó por crear la mafia política-narco que marca la vida en la provincia, y b) me pregunto también porque no ponen el foco en esto, que tal vez sea lo más importante que esté pasando en la historia de la argentina reciente. por que prefieren hablar de macri videla, o de las tonterias tipo "la madre de macri", en lugar de enfocarse aca. el cels, por ejemplo, por que no pone el foco aca y nos ayuda a pensar sobre el horror que pasó, y la posibilidad que se abre?
"El ex ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanián, aseguró que “es aleccionadora la preocupación” de la gobernadora por la situación de la Provincia. Saludó la quita de las ´cajas´a la Policía Bonaerense pero pidió avanzar para quitarle el control de la información. Acusó además a Scioli de encarar una contrarreforma durante su gestión. "

Anónimo dijo...

Por que no medimos el resultados de los gobiernos? lo importante del gobierno es generar mas capacidades para los menos aventajados (Sen). Eso hicieron los K y Chavez- Maduro?. No son las leyes y las aparentes conquistas sino las capacidades efectivas. Creo que los resultados están a la vista.

Anónimo dijo...

Por que no medimos el resultados de los gobiernos? lo importante del gobierno es generar mas capacidades para los menos aventajados (Sen). Eso hicieron los K y Chavez- Maduro?. No son las leyes y las aparentes conquistas sino las capacidades efectivas. Creo que los resultados están a la vista.

Anónimo dijo...

ha pocos o casi ningun ejemplo de algun ejemplo proclamado, o denominado de "izquierda" que pueda superar en la praxis la bandera que enarbola, asi como es dificil encontrar un escritor de izquierda que reconozca esa realidad. Son los mismos que inventan un relato, o indagan en alguna nota de Marx, para rechazar cualquier ejemplo historico. El gobierno K fue un gobierno de ultra izquierda, mal que les pese. Pablo.

andresvas dijo...

La tontería de la madre era sólo una anécdota para graficar en qué manos estamos, sin ninguna pretensión de rigor, lo que pienso te lo dije antes. Cada uno tiene sus creencias, si tenés fé en que se abre una posibilidad de por ejemplo, control civil de la policía, como decías más arriba, ojalá que tengas razón, Por millones de motivos, yo creo que es todo lo contrario y no por eso paso por alto lo de Scioli que citás y el retroceso que significó frente al intento de Arslanian que, hasta ahora, fue de lejos lo más esperanzador en esa materia del 83 para acá (aunque, como sabemos, nada quedó de eso). Lo de Scioli, los Quom, Milani, el extractivismo, etc. es una lista, cada uno tiene la suya para armar su balance, en el mío, de lejos esto es un giro a la derecha y no veo que se abran nuevas posibilidades, igual si me equivoco, muchísimo mejor.Siguiendo el ejemplo, lo importante es el control civil de la policía y el respeto a las garantías constitucionales, lo haga quien lo haga hay que apoyar. En todos los asuntos deberíamos razonar de esa manera.

Anónimo dijo...

Además de la mafia narco- policía (que bien menciona rg), nada más que para recordar nomás otras perlas de este blog como no recodar, por ej. el crecimiento descomunal del juego, tanto en Bs As como en el resto del país?
Además de su trasfondo mafioso (lavado y financiamiento espurio de política), no deja de ser un ámbito donde a laburantes se les saca sus pocos pesos extra con la ilusión de ganancias y la única que gana es la banca...
Quiero recordárselo nomás a los que han defendido como de izquierda al gobierno de CFK que permitió la consolidación del juego como nadie no sólo en la provincia de buenos aires sino en todo el país (Macri incluido).

Anónimo dijo...

Pablo, ¿ultra izquierda? Yo creo que incluso dentro del liberalismo hay modelos políticos mucho más de izquierda que el kirchnerismo. Mal que te pese a vos, fueron gobiernos con alguna pretensión distributiva (más bien retórica) de izquierda y con muchos compromisos de derecha (minería, no impuesto a la renta financiera, esquema impositivo fuertemente regresivo, plan estratégico de seguridad y justicia mayormente represivo, largo etc.)
GC

Anónimo dijo...

Lo de ultraizquierda solo podría encuadrar en los que creen que el modelo stalinista era ultraizquierda.

Marchelo dijo...

Roberto,
Tu crítica no queda incolumne sin contextualización histórico-empírica... porque si, finalmente y según ocurre en este caso, tu crítica es de carácter teórica/purista/utópica fundada en un "ideal de izquierda", entonces el debate que proponés es imposible desde el origen. Y "¿a qué llamamos gobiernos de izquierda?", en tus términos sería nada que exista o haya existido (y presumiblemente llegue a existir) como gobierno histórico, sino a las ideas de izquierda de los programas de la izquierda europea de principios del siglo XX y latinoamericana de finales del siglo XIX.
Interesante que en uno de tus comentarios refiris un "empezando por perón y vargas, que persiguieron y reprimieron a la izquierda". Acá aparece una izquierda histórica, ¿cuál sería esa? Así podemos bajar la teoría de la izquierda a una realidad en donde los conceptos tengan encarnadura histórica y social.

Marchelo dijo...

Roberto,
Tu crítica no queda incolumne sin contextualización histórico-empírica... porque si, finalmente y según ocurre en este caso, tu crítica es de carácter teórica/purista/utópica fundada en un "ideal de izquierda", entonces el debate que proponés es imposible desde el origen. Y "¿a qué llamamos gobiernos de izquierda?", en tus términos sería nada que exista o haya existido (y presumiblemente llegue a existir) como gobierno histórico, sino a las ideas de izquierda de los programas de la izquierda europea de principios del siglo XX y latinoamericana de finales del siglo XIX.
Interesante que en uno de tus comentarios refiris un "empezando por perón y vargas, que persiguieron y reprimieron a la izquierda". Acá aparece una izquierda histórica, ¿cuál sería esa? Así podemos bajar la teoría de la izquierda a una realidad en donde los conceptos tengan encarnadura histórica y social.

Anónimo dijo...

Marchelo, la izquierda es una ideología, no un objeto o elemento que tengas que encontrar en la naturaleza. Esperemos que se pueda concretar en algún momento pero tené en cuenta que como raíz o nucleo de su esencia la izquierda supone la distribución del poder y de la decisión en elementos débiles y dispersos (individuos) hasta abarcar la comunidad toda. Invariablemente tenemos a los factores de poder engullendo o apropiándose de las banderas de la izquierda para legitimarse y apropiarse de los bienes materiales y culturales de la sociedad para minorías o elites.
Ahí tenés por ejemplo la lucha del liberalismo en su inicios para librarse del control del príncipe para poder comerciar con libertad que se transformó luego en un movimiento de darwinismo económico. El darwinismo económico no es libertad y es el que más negocia con el poder político y es el más interesado en estrangular la libre competencia.
Dejen de repetir el catecismo neoliberal y traigan algo de más fuste a la hora de discutir.

andresvas dijo...

aquí continúa el debate

http://panamarevista.com/es-de-izquierda-la-izquierda/

Jerónimo dijo...

Está interesante el debate, pero hay algo de lo cual parecen no hacerse cargo ninguno de los polemistas, y es la tensión entre ideas de izquierda y movimientos populares en américa latina. Una tensión irresuelta constituida a partir de la revolución mexicana y que aún sigue estando presente en formas distintas. No reconocer esa tensión, ampliamente tematizada "por las izquierdas" desde Mariategui a Horacio González, transforma esta discusión en un debate escolastico en busca de una esencia inexistente. Una Lástima, porque aunque planteado de manera parcial, el debate es necesario.