La despedida de SADAF (Soc.Arg. Análisis Filosófico) a Bulygin, con lindos testimonios
(foto: Bulygin, Cecilia Hidalgo, Nino, Rodríguez Larreta)La Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (SADAF) lamenta informar el fallecimiento de su socio fundador y expresidente, Eugenio Bulygin, un verdadero prócer de la filosofía del derecho.
Bulygin, nació en Jarkov, Ucrania, en 1931, llegó a la Argentina en 1949, y se recibió de abogado en 1958. Se doctoró en 1963, y realizó estudios posdoctorales en Colonia, Bonn y Oxford. En esos años, junto a Carlos Alchourrón, escribió una de las obras centrales de la filosofía del derecho del siglo XX: Normative Systems (1971), publicada en inglés, castellano, italiano, alemán y ruso. En los años subsiguientes, Bulygin fue autor de otros catorce libros, y más de cien artículos, enormemente influyentes para el desarrollo de las discusiones filosóficas locales y globales.
En una reseña biográfica publicada ayer, Juan Pablo Alonso narra una historia que da cuenta de la dimensión de la obra de Bulygin: “en 2004, en el Instituto Kelsen de Viena, se determinó que un trabajo atribuido a Kelsen era efectivamente de Kelsen. En ese trabajo Hans Kelsen discutía un artículo de Eugenio Bulygin publicado en alemán en 1965. Es así que se decidió publicar la discusión en un volumen único que incluía el primer trabajo de Bulygin, la crítica de Kelsen, la réplica de Bulygin, y la dúplica de Walter, director del instituto en representación de Kelsen. Pocos filósofos del derecho en actividad hasta entrado el siglo XXI pueden afirmar que han discutido con Hans Kelsen.”
Más allá de su obra, Bulygin fue un gran constructor de instituciones. Las dictaduras militares que asolaron a nuestro país por más de cincuenta años hicieron de la Universidad de Buenos Aires un lugar hostil para pensadores independientes como Bulygin. El 8 de abril de 1972, Bulygin firmó, junto con un grupo de colegas de varias Facultades, el acta fundacional de la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (SADAF), de la que años después sería presidente. En una entrevista que le hicieron Guillermo Ferraioli Karamanian, Ezequiel Monti, y Julieta Rábanos en 2014, el propio Bulygin narró los orígenes de la institución: “SADAF fue concebida por nosotros cuatro [Genaro Carrió, Eduardo Rabossi, Thomas Moro Simpson, y el propio Bulygin] en Oxford. Resolvimos hacer algo parecido a la Philosophical Society de Oxford y, cuando volvimos, efectivamente lo organizamos. Conseguimos alguien que nos prestara una vez por semana un salón en la calle Viamonte. Y entonces, empezamos con reuniones donde alguien exponía y había uno o dos discutidores y después había discusión general. Más tarde, conseguimos alquilar un local en la calle Leandro Alem. Bastante más grande, con cursos, etc. Y al final nos mudamos a la sede actual, cuando Carrió compró esa casa y la regaló a SADAF. Había ganado un pleito importante y entonces hizo este gesto, que no es común. SADAF se organizó así en el 69, con Simpson y Rabossi. Tenía la ventaja de que había mucha gente que prácticamente había sido echada de Exactas y Filosofía. Entonces se agruparon básicamente tres grupos: Derecho, Exactas y Filosofía. Y como el tema común era la filosofía, entonces, empezó a funcionar muy bien”. Casi cincuenta años después, SADAF sigue siendo ese espacio plural, pensado por Bulygin y sus colegas, destinado a “estimular la investigación de problemas filosóficos y promover su discusión critica”.
Una vez recuperada la democracia, Bulygin fue nombrado Decano normalizador de la Facultad de Derecho de la UBA. En una nota publicada hoy en Infobae, Julieta Rábanos y Alejandro Calzetta cuentan que durante “su mandato, la Facultad de Derecho acompañó la transición de la sociedad desde la dictadura hacia la democracia, realizando su propia transición interna de la sujeción a la autonomía, de una facultad signada por el autoritarismo y el dogmatismo hacia aquella a la que Bulygin y su círculo aspiraban como pilar de la democracia restaurada: una comunidad académica activa, crítica e independiente. Se expulsó a la policía de los pasillos; se recrearon los claustros; se cambió el plan de estudios por uno que da libertad al estudiante; se le hizo el juicio académico a profesores impuestos por la dictadura, algunos de ellos simpatizantes del nacionalsocialismo”. Durante ese mandato, también, se creó el Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales Ambrosio L. Gioja, que lleva el nombre de uno de los mentores de Bulygin.
Pero además de su obra y de sus esfuerzos de construcción institucional, sus colegas y discípulos recuerdan de Bulygin su generosidad y bonhomía.
“Cuando un único hecho terrible nos hace perder a la vez a un maestro y a un amigo las palabras no se articulan con facilidad”, dice Jorge Luis Rodríguez, socio de SADAF. “Eugenio Bulygin fue un filósofo brillante, un docente magnánimo, una personalidad encantadora y un ser humano excepcional y ejemplar. El mundo académico lo llora pero lo conservará tan vivo como siempre en sus ideas inspiradoras. Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo por ahora solo podemos hacer lo primero”.
Pablo Navarro, socio de SADAF, subraya la generosidad de Bulygin con sus discípulos: “Eugenio Bulygin era un maestro que, tal vez, sin proponérselo, ha influido decisivamente en la formación de una legión de lógicos y filósofos del derecho en diferentes latitudes. No solo aprendimos a partir de sus textos, sino también de su modo de discutir, de su irreprochable amistad, de la contagiosa alegría con que adornaba sus críticas y desacuerdos, de su abierta hospitalidad y su inquebrantable generosidad. Eugenio ha dejado una huella imborrable. Lo echaremos de menos”.
En el mismo sentido se pronuncia Paula Gaido, socia de SADAF: “Qué tristeza siento. Siempre he admirado de Eugenio Bulygin su manera casi lúdica de encarar la filosofía y la vida. Y le agradezco profundamente su rastro fundando espacios para pensar colectivamente de manera seria y no solemne, en la universidad pública o SADAF, en tiempos buenos y malos, floreciendo a pesar de todo.”
Manuel Atienza, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Alicante, coincide, poniendo el énfasis en su pluralismo: “Eugenio Bulygin ha sido un gran maestro de la filosofía del Derecho contemporánea. Uno de espíritu tan amplio que entre sus discípulos han cabido también los discrepantes”.
“No creo poder agregar mucho a los datos ampliamente conocidos sobre la trayectoria y el legado de Eugenio”, dice María Cristina Redondo, socia de SADAF. “La herencia que nos deja, además de inmerecida - como todas las herencias - es incalculable y va mucho más allá de sus enseñanzas en filosofía del derecho. Fue, ante todo, una persona generosa que contagiaba su capacidad de gozar de la vida. Un pensador brillante, un crítico sagaz, un maestro muy generoso”.
Florencia Luna, socia de SADAF, ilustra el impacto de Bulygin con una anécdota personal: “Eugenio fue mi vecino, muy amigo de mis padres. Y obviamente influyó en el giro analítico de mi carrera filosófica. Mi viejo me regaló una historia de filosofía (la de Will Durant) que me impactó, y gracias a él decidí estudiar filosofía. Al poco tiempo, Eugenio me regaló un libro de Hospers de filosofía análitica. Recuerdo en su casa a Alchourrón, Rabossi... y por supuesto sus risotadas que a veces hasta se sentían desde casa”.
“Eugenio fue no solo un gran filósofo y maestro sino sobre todo un gran señor”, dice Hugo Zuleta, socio de SADAF. “Era proverbial su sentido del humor, irónico y amable a la vez. Recuerdo una frase que le oí en más de una ocasión, y que él atribuía a Hegel: ‘Cuando un libro choca con una cabeza y sale un sonido hueco, no siempre la culpa es del libro’.Es imposible separar su nombre del de Carlos Alchourrón, otro de los pilares de SADAF. Espero que en algún lugar se hayan reencontrado.
“Adiós, querido maestro y amigo”, dice Ricardo A. Guibourg, socio de SADAF.“Has iluminado mi camino y el de muchos otros. Ojalá sepamos seguir tu impulso y llevar adelante la tarea común.”
La Comisión Directiva de SADAF acompaña a sus familiares, discípulos, amigos y allegados, y despide con tristeza a su socio fundador y expresidente. Eugenio formó, alentó y promovió a generaciones de filósofos y contribuyó a la consolidación de la sociedad en el país y el mundo. Extrañaremos y recordaremos inmensamente su compromiso, su generosidad y su sentido del humor.
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