18 may 2010
Tres variaciones sobre Trapero
El otro día, tratando de ponerme un poco al día con el cine argentino, vi varias películas espantosas, incluida la de Burman, “Dos hermanos” (no me levanté del cine esperando la reivindicación final del director, pero no, el final es todavía peor que el principio, si es que había margen para eso: cine viejísimo, en continuación de su soporífero film anterior), alguna otra peli muy buena y pequeña, como “Rompecabezas” (guión sólido-firme de punta a punta, escrito por su directora Natalia Smirnoff, actuaciones excelentes), pero también la última de Pablo Trapero. Quisiera hacer tres breves comentarios sobre esta última peli, “Carancho,” que estrenaron ayer en Cannes con relativo éxito, por si esto le interesara a alguien.
Película hondamente argentina. A pocas películas como ésta consideraría, a pesar de su encomiable universalidad, como tan profundamente argentina, y tan viva expresión del momento actual. No es necesario obelisquear la película para conseguir una obra tan vivamente local, en su cosmopolitanismo: en una noche eterna, que esconde a la ciudad, se vive la degradación, la desconfianza, la delación, la traición, la asfixia social, pero también el deseo, la desesperación por salir, el amor desgarrado, el jugarse gratuitamente por el otro, las ganas de una vida nueva. Como dijo PT, su voluntad fue la de hacer “Una historia de amor en un mundo de mierda.” Un intento hermoso, que se agaradece, y que incluye algunas de las escenas de amor más bonitas de la historia del cine local. Buenísimo acá, aplauso y medalla.
Romper el pacto de lo verosímil. Pienso en algunas de las mejores películas del cada vez profesionalizado neorrealismo argento. Pienso –sólo para poner algunos ejemplos- en Adrián Caetano y “Bolivia” o “El Oso Rojo;” en Pablo Trapero y “Leonera” o “Carancho” . Me pregunto: por qué razón es que en las cuatro películas citadas, que son de lo más extraordinariamente verosímiles del cine local, se llega un punto en que el director rompe el pacto de verosimilitud con el espectador, la película pega un giro, el espectador queda patas para arriba, y una obra creíble y cercana, en donde cada uno iba pensando a cada momento “ése puedo ser yo,” "por qué hago esto," termina con un escape insólito, la inecesaria muerte del protagonista, una explosión de violencia inusitada, o una hollywoodense balacera (no digo cuál película termina cómo). Uno sale entonces de la pantalla, despacito, disimulando, pidiendo permiso, y vuelve a sentarse en su butaca de espectador, a mirar la película, una película que se distancia, se fue. Por qué? Arriesgo una respuesta: puras fallas de guión (combinadas con alguna pretensión de subirse al caballo o jugar un poquito a súperman de parte del director). Muy mal acá: fallas en la última curva que convierten a películas interesantes o muy buenas en películas aceptables, para el consumo local.
Del cine de la resistencia al cine del aguante. Un par de veces, el actor principal de “Carancho” repite la expresión “hay que esperar, hay que aguantar,” que de algún modo refleja la ideología central de la última película de Trapero, pero también la filosofía de buena parte del cine argento-realista actual: está todo mal, muy previsiblemente va a continuar estando todo mal, pero hay que seguir aguantando, hay que seguir poniendo el cuerpo. Mientras, te muelen a golpes, te dejan sangrando, y ya ni llorás. Te levantás, despacito, respiras hondo, te vas reponiendo de a poco, te limpiás las heridas, esperás a que el mundo se serene por unos instantes, y volvés a empujar. Hay que aguantar, hay que aguantar, algún día tal vez no sea así, pero por ahora el camino es largo, la salida está lejos, y no se sabe bien para dónde ir: pero hay que seguir empujando. Antes se trataba de resistir, y el cine fue buena expresión de ese ánimo de resistencia. Ahora no, ahora es momento del aguante, y el cine también lo expresa. Qué momento!
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7 comentarios:
Amigo, muy de acuerdo con el primer y el tercer punto. Más o menos con el segundo, especialmente con el caso de Carancho (que me pareció extraordinaria), no veo allí nada que no esté inscripto previamente en la trama. Me parece que a vos te joden algunos rasgos de género, como si estuvieras acostumbrado al cine indie que evita justamente esos giros argumentales. Pero habrá que ver caso por caso.
Mientras te leía, de golpe, me acordé de un libro de Sábato : "La resistencia", tiene unos cuantos años, pero viene a cuento de lo que describís - en relación al cine - como cine de resistencia y de aguante. Acuerdo con vos. ¡Qué momento!
Saludos
seguro tenes razon gustavo, sobre el punto 2. a mi se me agrava el pensamiento (?) cuando pongo la peli en el contexto de las otras, y veo que ahi un parametro que se repite. el final de carancho para mi no la ratifica como cine negro, sino que la pone -para mi- en el lugar de la ciencia ficcion. pero le dare una vuelta mas al asunto (hoy huili r. me decia algo mas o menos similar sobre el oso rojo como western, aunque para criticar a oso rojo, pero desde otro lugar. que se yo, bien puede ser)
me parece que Caetano en Bolivia se quedo sin presupuesto y tuvo que terminar la peli un tanto abruptamente
Coincido plenamente con el punto 2. El final de Carancho realmente me dejó mal, en el sentido de que resulta demasiado forzado y poco verosímil. Entiendo por qué el director quiso cerrar así la película, ya que supuestamente cierra un "ciclo" de hechos narrados con uno bien representativo y hasta paradójico. Sin embargo hubiese disfrutado un final más sútil, más creíble.
Los que no vieron la película, que se abstengan de leer la última parten de este mensaje.
[SPOILER]Además en la escena final, con los bocinazos de otros autos, así como con la actitud distraída y nerviosa de Luján, ya se deja al espectador con la tensión de que podría darse un choque. Hubiese sido más interesante dejar al espectador con ese suspenso, sin llegar al extremo de efectivamente producir el choque y matar al protagonista.[/SPOILER]
Roberto 100% de acuerdo en todo, me decepcionó mucho el final de carancho, la verdad que me resultó muy poco creíble y totalmente innecesario, se me ocurren al menos dos maneras de haber hecho un final mejor. No sé que habrá querido Trapero con ese final pero dudo que simplemente se haya apegado al guión...
Coincido con el comentario de RG. Me parece que el gran valor de Trapero es lograr "guionar" la realidad de una manera digerible y sin "aguarla" pero, en un momento necesita decir "soy el director" y abusa de ese poder... lo que hace PT es bueno en sí, no es necesario modificarlo. sinó que vuelva a ver el final de "Mundo Grua" donde nada maravilloso o trágico sucede y la peli sigue siendo una delicia...
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