Hablar con los grandes 2

Más allá de los elogios, abrazos y besos con los que la Presidenta reconoció ayer al gobernador Insfrán, con varias muertes qom sobre sus hombros (frente a "tanta distorsión, tanta mentira en los medios que quieren hacer aparecer como que no queremos a los qom"), todavía no salgo del asombro por las declaraciones que hiciera ayer, en defensa de un gobierno de las corporaciones.

Siempre quiero resistirme a calificar como fascistas a sus dichos o acciones (alguna vez lo he hecho), pero esta vez la calificación de fascista es simplemente descriptiva, por lo que sorprende que, hasta ahora, ningún medio o agente oficialista haya salido a ponerle un freno o hacer una crítica frente a esos dichos (Página, de hecho, titula su portada con la frase más escalofriante, como si nada: "Vamos a discutir con los dueños de la pelota, no con los suplentes"). La catástrofe electoral que han sufrido se debe, entre otras razones, al miedo de quienes rodean a la Presidenta a marcarle límites, a avisarle cuando se equivoca, a ayudarla a corregir el rumbo.

Que nos trate a la amplia mayoría del pueblo, a los que votamos en su contra, como meros "suplentes," gente de cuarta que no tiene necesidades sino  "intereses", que diga que nos defienden las "corporaciones" a través de "gerentes", da cuenta de una visión de la política, que no es democrática. Que se niegue a hablar con la oposición política, porque ella es "titular" que habla sólo con "los dueños de la pelota" ayuda a precisar los contornos de esa visión, que es corporativa. Que tome como interlocutores válidos sólo a "banqueros, "grandes "empresarios" de la UIA y "sindicalistas" amigos sólo muestra los extremos de esa visión corporativa, que la acercan al fascismo. Y que diga que nosotros, la mayoría del pueblo que le votó en contra, que somos quienes "no entienden," quienes sólo "después se dan cuenta" muestra el elitismo duro de ese entendimiento del mundo, y nos permite cerrar el círculo y reconocer en pleno los rasgos que distinguen a su concepción política.

Quiero decir: Esta es la declaración que meditó luego de días de silencio post-electoral, lo que vino a decir luego de encerrarse a reflexionar unos cuantos días luego de la derrota. No se trata de una declaración hecha al calor de la guerra, sino de una declaración reflexiva. Y cierra bien, es completa, redonda. Lo señalo, insisto, descriptivamente, no valorativamente: se trata de una declaración muy elitista, anti-democrática, corporativista, fascista.

De mi parte, no pretendo señalar meramente el "terror" y el "escalofrío" que producen esas palabras: finalmente, ya sabíamos que pensaba así (recordemos los modos en que despreció siempre a los que protestan, con piquetes o cacerolas), aunque no habíamos tenido nunca un recuento tan completo sobre su concepción política. En un punto, quienes queremos que pierda la elección de Octubre deberíamos alegrarnos de que siga hablando así, y alentarla a que lo siga haciendo: sólo seguirá espantando al pueblo, sólo continuará perdiendo votos. Sin embargo, cito sus declaraciones porque son enormemente preocupantes para el estado de nuestra democracia, y creo que ameritan que quienes están más cerca de ella y pueden decirle algo, la critiquen, la detengan, le llamen la atención sobre la delgada línea hacia el fascismo que está atravesando.