Buen análisis del colega N.Grau (basándose en el debate Cohen-Rawls), sobre el reciente acuerdo entre la "izquierda" chilena y la derecha económica, confluyendo como es habitual. El texto puede encontrarse acá
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A partir del protocolo de acuerdo entre el gobierno y la
derecha para hacer cambios a la reforma tributaria, el economista Nicolás Grau
hace un análisis del poder de veto que tiene la elite económica en Chile. Desde
ahí, reflexiona sobre el rol que debe jugar la izquierda para conseguir
gradualmente disminuir ese poder.
El acuerdo tributario entre la derecha y parte de la Nueva Mayoría no solo
nos recuerda a la Concertación y su capacidad infinita para diluir toda reforma
económica sustancial; nos recuerda también la difícil relación entre democracia
y poder económico.
Esta compleja relación está en la base de la crítica que Gerald Cohen le
hiciera, desde una posición igualitarista, al principio de diferencia de John
Rawls (1). El principio de diferencia puede ser enunciado de la siguiente
manera: se aceptará desigualdad siempre y cuando ésta permita mejoras de
bienestar para los más desfavorecidos. De este modo, si fuese verdad lo que
dice el empresariado y la derecha, en cuanto a que el aumento de los impuestos
a los sectores de más ingresos terminaría perjudicado a los pobres (algo
discutible, en este caso al menos), encontraríamos en Rawls una justificación
ética para el accionar de la derecha política y económica.
Cohen, sin embargo, no consideraba esta argumentación moralmente válida. El
centro de su crítica a la aplicación del principio de diferencia adopta la
siguiente forma: resulta aceptable -justo- sacrificar igualdad si tal
sacrificio es condición para mejorar la situación de los menos favorecidos,
siempre y cuando la causalidad que media entre la desigualdad y el bienestar de
los desfavorecidos -el hecho que la desigualdad sea condición necesaria-, no
sea endógena para un sector de la sociedad, en tal caso la validez moral del
enunciado dependerá de qué persona lo sostenga.
Cohen argumentaba que no tiene el mismo valor moral la afirmación de un
detective que dice: señora si no pagamos la fianza lamentablemente su hijo
será ejecutado, respecto a la misma afirmación hecha por los
secuestradores, señora si no paga la fianza lamentablemente su hijo será
ejecutado. En este caso, la palabra “lamentablemente” no puede ser
efectivamente sentida por los secuestradores, pues de ellos depende la
existencia del hecho por el cual supuestamente se lamentan, son ellos los que
hacen cierta la premisa de la afirmación.
Nada muy distinto a la postura del empresariado chileno, a saber, no es
moralmente aceptable su afirmación de que si se suben los impuestos serán las
personas de menores ingresos las que pagarán las consecuencias, pues depende de
ellos, de sus decisiones de inversión, que aquello sea cierto. A este
comportamiento de los empresarios se le suele llamar huelga de capital. En
otras palabras, no es un principio moralmente aceptable el que nos propone
renunciar a lo que deseamos mayoritariamente como sociedad, si producto de la
acción desestabilizadora de una minoría esa política que deseamos implementar
se vuelve indeseable (o muy costosa).
Así, la crítica de Cohen a Rawls da cuenta de una relación entre poder
político y poder económico inherente a las sociedades capitalistas. A su vez,
permite distinguir dos agendas políticas que la izquierda debiese empujar. Por
un lado, dado los márgenes de lo posible, que se determinan en parte por el
poder de veto de los capitalistas (la huelga de capital), la izquierda debe
hacer sus mayores esfuerzos para lograr ubicar las políticas distributivas de
ingresos en la frontera de tales márgenes. Por otro lado, consciente de lo
inaceptable de dicho poder de veto, la izquierda debe promover a largo plazo
una agenda que tenga como fin la eliminación de este poder.
Estas dos estrategias, la primera enunciada -pero no llevada a la práctica-
por los gobiernos de la Concertación y la segunda simplemente olvidada, son
complementarias y ambas necesarias para enfrentar, con cierta probabilidad de
éxito, el problema de la desigualdad en Chile.
Como suele ser un debate ausente, en lo que queda me centro en la segunda
estrategia (i.e., la limitación del poder de veto).
LIMITAR EL PODER DE VETO DE LA ELITE
El sistema de AFPs, además de no dar pensiones dignas, representa una
excepción a la lógica capitalista, ya que en este caso la acumulación de
riqueza no necesariamente implica mayor poder para quienes la acumulan. Bajo el
argumento que lo único importante es la rentabilidad de los fondos, se
implementó un sistema en que los ahorros de los trabajadores no le permiten a
estos tener mayor incidencia en el curso que toma la sociedad. Más aun, lo más
probable es que sus ahorros actúen en contra de sus intereses.
Los mecanismos detrás de esta excepción son múltiples, aunque todos se
deben al hecho que la decisión de dónde invertir se basa principalmente en la
rentabilidad de la inversión. Por ejemplo, si aumentan los impuestos en el
país, los fondos de las AFP -con cierto límite- se pueden ir a otro país, lo
que puede afectar el empleo, pudiendo limitar la deseabilidad de tales
reformas: ¡una huelga de capital con los propios ahorros de los trabajadores! A
su vez, los fondos pueden favorecer empresas que paguen bajos salarios o que
tengan prácticas antisindicales; también pueden permitir el desarrollo de
empresas que contaminan más que el promedio; todo esto es posible si tales
empresas dan una mayor rentabilidad que el resto. De esta manera, a diferencia
de la elite económica, que sí logra una sobre representación en el campo
político producto de su capacidad de ahorro, los trabajadores comunes y
corrientes prestan forzosamente los ahorros de toda su vida aun cuando la dinámica
de inversión de tales ahorros limite su poder de negociación al interior de la
empresa, destruya el medio ambiente donde habitan o restrinja el conjunto de
políticas distributivas viables.
Así como transformar el sistema de pensiones puede limitar el poder de veto
de la elite, existen otras agendas políticas que también pueden tener efectos
en la misma dirección. A saber, se puede desconcentrar la propiedad privada con
una sustantiva política industrial, toda vez que las economías basadas en innovación
suelen tener derechos de propiedad más difusos que las economías basadas en la
explotación de recursos naturales. También se pueden elevar los impuestos a la
riqueza y a las herencias (apostando por su eliminación) o dar un mayor peso
relativo a la inversión del Estado, con una preocupación especial por la
densidad democrática en tales decisiones. Por último, la izquierda no debe
abandonar su búsqueda por transformaciones más radicales de las lógicas
capitalistas, por ejemplo experimentando y estudiando los efectos de las
cooperativas y de la democracia al interior de las empresas, incluyendo sus
decisiones de inversión.
Cabe reconocer cierta ingenuidad en el trasfondo de mis palabras, problema
que creo es inherente a toda postura que piensa que es posible hacer
transformaciones profundas de modo gradual. En efecto, si la izquierda
desarrolla una estrategia que se propone, etapa por etapa, desmantelar los
mecanismos que la elite posee para estar sobrerrepresentada políticamente, ¿por
qué la elite no utilizaría su poder, aún no debilitado en tal momento, para
detener tal estrategia en las primeras etapas? En otras palabras, el
gradualismo con horizonte radical presupone la menor capacidad de la elite de
prever el derrotero lógico de una estrategia transformadora de este tipo. Y
sabemos, gracias a decenas de ejemplos históricos, algunos de ellos
dolorosamente cercanos, que este no es el caso.
Sin embargo, la ingenuidad no está solo de mi parte. Existe también una
importante cuota de ingenuidad en la elite económica, si es que piensa que era
posible echar a correr el ideal democrático, en que los pueblos serían los
dueños de su destino, sin que nunca se cumpla tal promesa.
(1) Gerald Cohen (1991). Incentives, Inequality, and Community. The
Tanner Lectures on Human Values. Stanford University (http://tannerlectures.utah.edu/_documents/a-to-z/c/cohen92.pdf).
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