31 jul 2014

Los chapuceros de hoy, la tecnocracia de ayer

Alguien debería comparar a las administraciones radicales, menemistas y kirchneristas, a partir del personal con el que trabaja(ro)n y el modo en que ellas toma(ro)n decisiones en materia de política económica. Es interesante ver -lo que en una primera aproximación se ve- de ellas: personales diferentes, y procesos de toma de decisión (parcialmente) diferentes. Los resultados han sido en todos los casos malos, pero -a mi gusto- algunos peores que otros y, sobre todo, algunos más respetables que otros (asociando la mayor respetabilidad, obviamente, no con la vestimenta o los modales de nadie sino, por caso, con los niveles de corrupción que autorizaron, o su disposición a ingresar en la trama de negocios sucios -muy especialmente, los ligados con el narcotráfico). Una primera (y demasiado provisional) aproximación diría que:

Los radicales, en general, tendieron a apoyarse en la intelligentsia local, e incipientes think thanks económicos o de política-económica, vinculados a grupos desarrollistas (relacionados con sectores medios) y social-demócratas, que iban desde el IDAES (relacionado con la revista Desarrollo Económico) a FLACSO. El equipo económico se nutrió también de personal proveniente del Instituto Di Tella y de grupos de estudios relacionados con la Administración Pública (proliferaron por entonces fundaciones y centros de estudios privados, y público-privados). Sin mayor apertura a la discusión pública (y cada vez menos cuanto más avanzaba el gobierno de Alfonsín), las decisiones se tomaban en diálogo con tales equipos, y a través de diálogos internos a tales equipos, que funcionaban -por lo general mal- como tales.

Del menemismo, recordamos la proclama presidencial de decidir "solo, en secreto, por sorpresa", pero tal declamación expresaba sólo una parte -menor- de lo que ocurría. Desde un comienzo, el entonces presidente se apoyó en una tecnocracia, compuesta por elites económicas y jurídicas vinculadas ahora a los grandes grupos económicos, nacionales e internacionales: las decisiones relevantes en la materia las tomaban ellos. La opción de rodearse de este modo fue en parte el resultado y en parte el origen de la política madre del menemismo: el desmantelamiento del Estado y la promoción de virulentas privatizaciones. La tecnocracia económica (los equipos relacionados con el CEMA o la Fundación Mediterránea) y jurídica (los grandes estudios y abogados de las privatizaciones, desde Dromi a Barra, Cassagne y varios otros: la lista merece hacerse, y es bastante extensa) aceitaron entonces las privatizaciones, que dieron lugar a su vez a la circulación de fuertes cantidades de dinero, que abrieron desmesuradamente el apetito de la elite política-económica (que, desde entonces, subió a un nivel de demanda de recursos que sólo el narcotráfico, al que entonces se le abría la puerta, sería capaz de reemplazar).

El kirchnerismo, por obra de Néstor K., tendió a reproducir a nivel nacional los elencos y modos de decisión propios de su provincia, durante su gobierno: allí no había vínculos internacionales que abonar, ni sofisticaciones técnicas (como las que podían requerir las privatizaciones) a las que recurrir. La lógica era la del "apriete" y la extorsión política-económica, que no necesitaba de personal bien formado sino, en todo caso, bien armado; como podía necesitar de los servicios de inteligencia; y de la centralización, concentración y discrecionalidad administrativas. De allí que Báez, Fariña o los Servicios de Inteligencia empiecen a desplazar a las viejas elites del poder, que controlaban la escena durante el menemismo. Las mafias locales (típicamente, en la Provincia de Buenos Aires pero, claramente, extendidas a buena parte de las provincias gobernadas por el peronismo) afirman el poder que acumularan durante el menemismo-duhaldismo, y los negocios pesados de entonces se consolidan. El "chapucerismo" que hoy domina casi todas las áreas de gobierno (desde Economía -como ha quedado muy en claro en estos días- a Desarrollo Social al Servicio de Relaciones Exteriores) es marca registrada del kirchnerismo.

Una moraleja que se deriva de esta historia es que el repudio a los elencos y modos de decisión de hoy, de ningún modo significan la reivindicación de los también repudiables elencos y modos de decisión del menemismo: se trata de dos caras distintas del horror, que han autorizado negocios similares, con ganadores en parte diferentes, pero en todo caso vinculados a cerradas elites (unas más internacionalizadas, otras más ligadas al renovado y siempre corrupto gran empresariado local). Otra moraleja es que las alternativas no son dos, ni tres: hay otros mundos posibles y deseables, que de ninguna manera tienen que ver con éste.


9 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay algunas omisiones en tu relato sobre el alfonsinismo. El Austral y el Primavera fueron espantosas concesiones al stablishment. Que luego hayan retirado silenciosamente su apoyo es otra cosa bien distinta.

rg dijo...

hay miles de omisiones, es una entrada de blog. si ves mi capitulo en el libro "discutir alfonsin," vas a ver que menciono esas medidas, y las critico como representando un quiebre grave en relacioon con sus iniciales pretensiones social democratas

andresvas dijo...

Creo que vale la pena completar el relato con la administración y el personal de la Alianza. Que haya durado sólo dos años no es un atenuante sino una consecuencia de su ineptitud y su naufragioayuda mucho a entender las causas de la degradación posterior.
Gente cuyo único objetivo era no incomodarse con nadie con poder, con un diagnóstico cínico y acomodaticio por el cual siempre te explicaban porqué nunca se podía hacer nada frente a ningún problema (la convertibilidad no se podía tocar,los contratos con las privatizadas no se podían fiscalizar y hacer cumplir en serio, la política militar sin ninguna necesidad,tampoco. etc).
Gente que contribuyó a darle sentido a la frase de Torre cuando dijo que hoy es muy difícil explicarle a alguien menor de 30 años que no haya vivido la época de Alfonsín porqué tendría que ser partidario del radicalismo, creo que esa claudicación de los racionales a la hora de regular y hacer política ayuda muchísimo a entender la reacción y el desborde irracional que vino después.

rg dijo...

ta, igual para mi siempre hay un mar de distancia entre ineptitud y narcotrafico, ponele

Anónimo dijo...

Gracias. Ya conseguí "discutir alfonsín". Voy a leer con gusto tu trabajo. No conocía el ibro. Gracias

Anónimo dijo...

Un 50% de la Alianza hoy es kirchnerista: Garre, Abalito, Chacho, Lubertino, Sanatella, Lopez, y hasta Mareau!!!
Saludos,
Sergio Torrado

Eduardo Reviriego dijo...

Esta clase de gobernantes solo tolera a los incapaces y adulones, es la única manera de que el mandamás tenga cierto brillo.
No es nuevo. Quentin Skinner, señala que ello ha sido siempre una característica de los gobiernos absolutos, y no está de más recordar a dos pensadores de la antigüedad, como Tomas Moro y Tácito: Tomas Moro ya había considerado que aunque uno tenga el valor de hablar con franqueza en favor de políticas justas y honorables, pocos gobernantes tomarán en cuenta los consejos, por lo general preferirían ir en pos de sus sueños de conquista y gloria, aunque ésto conduzcan a la ruina de sus estados. Pero la dificultad principal surge de la condición de dependencia servil en la que se ven obligados a vivir y trabajar todos los cortesanos y consejeros. No pueden tener esperanza de hablar y actuar en favor del bien común, ya que ellos mismos están obligados a respaldar cualquier cosa que digan quienes disfrutan del máximo favor del príncipe sin importar cuán absurda sea, y están obligados al mismo tiempo a representar el papel de parásitos dedicándose a complacer a los favoritos del príncipe con lisonjas. Como decía Tácito, quien supo bien comprender las implicaciones destructivas de concentrar la política nacional en las cortes principescas: No se puede esperar que nadie diga la verdad frente al poder si todos están obligados a cultivar las habilidades de la adulación que hacen falta para satisfacer a un gobernante de cuya gracia todos dependen. Skinner, Quentin. La libertad antes del liberalismo. Taurus. México. 2004.páginas 58/64.

andrsvas dijo...

distancia entre ineptitud y narcotráfico hay,claro, pero estamos tratando de dar una explicación política que vaya más allá de la descripción. Imaginate un comandante de avión inepto...

Anónimo dijo...

como dice un comentario de la foto. le falta el casco...