-¿Cómo se imagina este diciembre a nivel político? ¿Será una transición tranquila o nerviosa?
-Las informaciones que manejaba sobre lo que podía ocurrir este fin de año, dada la crisis, eran preocupantes. Pero en este caso se agrega un elemento crucial que es el de la transición, que puede calmar algunos reclamos y exacerbar otros, por las buenas y las malas razones –condicionar el terreno. Por eso tendría la luz amarilla encendida sobre lo que puede ocurrir.
-En qué áreas piensa que va a ser más difícil el traspaso del poder?
-Me parece que el traspaso va a darse en un contexto de grave falta de transparencia, vaciamiento de instituciones y mucho personal incompetente designado. A ello se le agrega una marca distintiva del kirchnerismo, que tiene que ver con cierta agresividad en las formas, que pueden acentuarse con el objeto de dificultarle el camino al próximo gobierno.
-¿Qué opina del frío encuentro entre Macri y Cristina, significó algo en particular?
-Pareciera estar en la naturaleza de quienes están en la cúpula del kirchnerismo: una cierta violencia en los tratos. Pero tengo una preocupación general por lo que viene, más allá del momento del traspaso. Desde el siglo xix en la Argentina cada nuevo gobierno enfrenta un dilema en cuanto a cómo lidiar con el problema de la estabilidad. Ese el punto principal de mi preocupación. El problema referido ha resultado, históricamente, más grave para los gobiernos vinculados -en términos muy laxos- al liberalismo. Se produce entonces una doble pulsión entre dos alternativas en disputa: una, que le sugiere al gobierno entrante apoyarse en el poder popular, el que surge del voto principalmente; y la otra que invita a ese gobierno que llega a abrazarse con los poderes de facto, los “poderes reales.” ¿Qué es el poder real? Eso es algo que ha ido variando a lo largo del tiempo. Uno podía identificar, en el siglo xix sobre todo, a la Iglesia, al ejército, a los caudillos provinciales como puntos de apoyo principales de ese poder fáctico. Luego, en el siglo xx, algunos de aquellos viejos poderes se diluyeron mientras comenzaron a ganar peso otros nuevos, como los vinculados con una cierta clase empresaria y, más recientemente, con ciertas formas temibles de la criminalidad. Me parece que el dilema señalado es el gran drama que enfrenta cada gobierno que accede al poder: qué hacer cuándo aparecen las primeras crisis y surge de modo trágico la pregunta acerca de dónde apoyarse para ganar la estabilidad que se muestra amenazada.
-Kirchner también tuvo ese problema...
-El ejemplo de Kirchner resulta particularmente ilustrativo para ejemplificar aquello a lo que me refiero. En el minuto uno, cuando Kirchner llega al gobierno, él advierte la presencia de ese dilema pero da señales de que va a apostar por el poder democrático: habla de la transversalidad política, se pronuncia de modo explícito contra los barones del Conurbano y el caudillismo feudal, renueva la justicia. Sin embargo, frente a las primeras amenazas serias de inestabilidad (un drama que lo afectaba muchísimo, a la luz de la sucesión veloz de presidentes que en pocas semanas había precedido su llegada al gobierno) él también –como es habitual en nuestra historia- decide virar, soltar la mano del poder democrático y quedar abrazado al poder fáctico. Allí renuncia a la reforma política, a las iniciativas de transversalidad, y se refugia decididamente en el poder fáctico y feudal, hasta llegar a las peores versiones del mismo. Lo que termina resultando es, al menos, contradictorio con lo que él mismo había proclamado al respecto, en el minuto uno de su gobierno. Esta parece ser la clave más constante y trágica de la política argentina. Y aquí residen mis preocupaciones, también, sobre cuál será la opción que tome en su momento el gobierno de Macri. El problema no reside tanto en lo que ocurrirá hoy, sino en el corto o mediano plazo, cuando se disipen las brumas y se enfrenten las primeras turbulencias de peso. Aparece, otra vez, la pregunta de qué es lo que hará el gobierno en ese minuto dos. Yo quisiera tener esperanzas, pero tengo dudas. Mi esperanza radica en la tremenda importancia de haber dejado atrás al kirchnerismo en su última versión, que fue la más patológica y la más peligrosa, por el modo en que se fue vinculando con ciertas redes criminales. Mis dudas radican en –llamémoslo así- ciertos impulsos naturales que puede tener el propio Presidente entrante, y ciertos vínculos históricos con los que ha crecido y con los que se ha educado. Mi deseo, en todo caso, es que opte por mantener una alianza con el poder democrático, antes que abrazarse, él también, con el núcleo duro del poder fáctico.
-¿Teniendo en cuenta este panorama, se le va a hacer muy difícil a María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires?
-Las redes que se articulan en el subsuelo del poder de facto, son mucho más fuertes que la voluntad de cualquier persona. Eso requiere de decisiones colectivas y equipos, que trascienden largamente la buena voluntad de cualquiera.
-¿Dónde imagina a Scioli y Massa en el futuro?
-Scioli es una figura menor que se irá desdibujando aún más con el paso del tiempo: al núcleo duro del peronismo no le interesaba como figura, y ahora tiene una buena excusa para dejarlo de lado. Al massismo, en general, lo encuentro sobrevalorado, creo que se le presta más atención de la que merece y la que va a tener, más allá de algunas individualidades que lo componen y que, merecidamente, seguirán gravitando.
-¿Y el kirchnerismo, asume la derrota? ¿Cómo se va a plantar en tanto opositor?
-Las señales que ha dado hasta ahora son pésimas, sobre todo frente a la necesidad de tener una transición ordenada. De todos modos, hay que pensar que el kirchnerismo terminó concentrando tanto el poder, que de algún modo quedó reducido a la voluntad de Cristina Presidenta, haciendo uso –desde el Estado- del dinero y del látigo. Esta híper-personalización no presagia un gran futuro a lo que llamamos kirchnerismo. Lo que sí me gustaría saber es dónde va a estar el peronismo en el minuto dos del gobierno de Macri. Mi peor predicción -y digo esto sin mayores bases para fundarlo- es que el macrismo enfrentado a una crisis termine por dejar de lado al radicalismo y asociado con la parte más grave del peronismo.
6 comentarios:
Creo que lo que decís Roberto sobre una Alianza con lo peor del peronismo no necesariamente termine derivando una salida del radicalismo. Me parece que la UCR está tan debilitada que, salvo extrema mezquindad macrista, no hay viraje programático o ideológico que la aleje de su participación en el gobierno de Macri, con muy poco la va a tener de su lado. La experiencia de la Ciudad permite pensar que eso pueda pasar.
Las alianzas en el parlamento van a ser inevitables por lo menos hasta el 2017. Cambiemos tiene una presencia muy módica en el senado y una mayor capacidad de maniobra en diputados. Por ese motivo, la alianza coyuntural con el peronismo, o por lo menos con una parte de él, va a ser imprescindible. El problema es si esa alianza luego deriva en la foto con Gildo Insfrán y cía. Me parece que ese es el temor de Roberto al que me adhiero.
Por otra parte me causa gracia que personajes tan rancios como Elena Highton de Nolasco se hayan acordado de la institucionalidad justo ahora: http://www.lanacion.com.ar/1849728-highton-de-nolasco-el-juicio-politico-es-la-unica-via-para-que-alejandra-gils-carbo-deje-su-cargo
No entiendo lo de "sin mayores bases para fundarlo". Es de manual que el PRO va a arreglar con el peronismo —en cualquiera de sus versiones— que con la UCR cuando lleguen las difíciles. Primero, por lo que ambos representan (3% vs. 35%). Segundo, por las "convicciones" de Macri. Y tercero, porque la salida de Sanz es un reloj que adelanta lo que harán los radicales (de hecho, no militaron de la misma forma el balotaje, no aportaron fiscales como en la primera vuelta, ni se reunieron en los comités para festejar, al menos, la derrota de los K). Muchos radicales están contentos de no ser socio principal de este nuevo gobierno.
La enorme mayoría de tus comentaristas son primero antikirchneristas/antiperonistas, y luego vemos. Ahora la institucionalidad de Nolasco es mala, contra el kirchnerismo es buena, y así van por la vida. No siento ningún "deliberacionismo" en tu espacio.
que queres que haga, rodrigo, que te consiga otros que te gusten mas? nadie esta obligado a escribir, ni a leer ni a comentar nada, ni yo
exacto... tenemos q reaprender a construir con cada acto ... empezando por los comentarios... desde el respeto y desde el aporte...
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