9 jun 2014

La década blanda de la teoría crítica argentina



Años atrás, a principios de los 80 y luego de uno de los primeros congresos de Filosofía del Derecho realizados en Vaquerías, Carlos Nino regresó a nuestro Centro de Estudios comentando, con cierta interna satisfacción, el siguiente hecho. El amigo español Manuel Atienza había aprovechado la ocasión del evento para hacer una dura crítica a la lógica jurídica local. Cómo podía ser –se planteaba MA- que durante la década que incluyó a los peores años de la Argentina, la impresionante fuerza de la lógica jurídica local no hubiera ayudado a poner en cuestión al derecho atroz dominante entonces. La crítica de MA no era ni boba ni ingenua: MA sabe bien que se puede hacer teoría sin hablar directamente de la realidad del momento; y sabía bien que era muy difícil hablar en los años cuestionados. Tampoco se trataba, necesariamente, de una impugnación hacia la moral personal de sujetos concretos. Más bien, él manifestaba su incomodidad ante las acciones y -muy sobre todo- las omisiones de una teoría con la que se sentía vinculado. En todo caso, la reivindicación del valor de la teoría pura (de la pura teoría) no le resultaba compatible con el desarrollo de una disciplina que pretendía mostrarse apropiada para pensar mejor el derecho pero que, al mismo tiempo, aparecía incapaz de ayudar a entender y someter a crítica al derecho actualmente existente, en momentos en que -dada la podredumbre del derecho vigente- era especialmente importante hacerlo.

Si uno suscribe lo dicho por MA sobre la lógica jurídica en tiempos en que era muy complicado hablar, cómo no va a decir lo mismo sobre una teoría que se reivindica, con el pecho henchido, como teoría crítica, y que está situada en el centro de un derecho por completo corrompido, en tiempos en donde se puede decir, pero no se dice.

Hay un problema cuando uno se encuentra con textos o autores propios de la teoría aquí referida, que no dialogan críticamente ni pretenden entablar un diálogo crítico con el derecho que los circunda[1] En otros términos: hay un problema si la teoría crítica argentina convive mansamente con el poder; si lo que produce no se orienta a poner en cuestión a los más poderosos del aquí y ahora; si sus escritos y aportaciones no ayudan a enfrentar las injusticias del tiempo; si lo que expresa no cuestiona el sentido común jurídico dominante; si lo que dice y hace no se transforma en un arma cargada contra los peores agravios del derecho de su era.[2] El problema es mayor si lo que hace en tiempos de crisis es, por el contrario, cultivar el silencio o, directamente, legitimar los peores atropellos de la época. (El estudiantado percibe las tensiones que se producen cuando, al mismo tiempo en que se habla del “derecho como discurso legitimante” se hace un guiño de laissez passer frente a prácticas políticas y judiciales funestas; cuando se habla del “derecho como ficción,” al momento en que se encubren las peores formas en que la política de hoy manipula al derecho (i.e., invocando la “democratización” para socavarla); cuando se enarbola el discurso de la “microfísica del poder” al tiempo en que se habla en voz baja frente a los enriquecidos ilícitamente en esta década, se encubre o, desde la práctica profesional, se hace lo posible para des-impugnar a los peores corruptos de nuestro tiempo. A qué ha venido a servir, entonces, la teoría crítica? Pueden aprender a ser críticos quienes estudian con ellos? Sinceramente no lo creo).

Decir esto no importa un juicio general frente a todos los críticos argentinos, quienesquiera sean (yo mismo me siento incluido entre ellos). Los hay de muchos tipos: algunxs de ellxs vienen haciendo sin dudas un trabajo interesante, concentrados en algún aspecto restringido del derecho; otros nos ayudan a pensar desde lados inhabituales; a los más veteranos se les agradece el modo en que iniciaron el camino. Me interesa más, por el momento, pensar en la disciplina. Y aquí sí creo que, del mismo modo en que MA impugnara en su momento a la lógica jurídica argentina, es posible avanzar un juicio negativo sobre la contribución que ha hecho, y muy en particular sobre lo que no ha dicho ni nos ha ayudado a pensar, la teoría crítica, en una década marcada por la corrupción estructural y la manipulación del derecho y del discurso del derecho, desde el poder.



[1] Don Christian C., en su momento, representó una gran promesa para la teoría crítica local. Ello así, no sólo a través de los cursos que dictó y los casos judiciales que promovió sino también –y especialmente tal vez- a partir de sus escritos (más allá de sus ya clásicos trabajos en el área de los derechos sociales). Primero, su edición de los trabajos de Robert Cover (símbolo del pensamiento crítico anglosajón); luego, su pionero libro sobre el litigio estructural (en el caso “Verbitsky”); y sobre todo, la compilación de la que fuera editor, “Desde otra mirada,” que apareció como resumen y valioso pilar en la construcción y consolidación de un pensamiento crítico local. “Desde otra mirada” incluyó escritos de extranjeros notables por sus aportes al pensamiento crítico (en particular, Frances Olsen, Gordon, Boaventura, Duncan Kennedy); y luego, un seleccionado de lo que CC veía como representando al pensamiento crítico local (Viturro, Pautassi, Bovino, Ruiz, Cárcova, Marí, Tedeschi, Martyniuk, y quien esto escribe). Del trabajo de CC resaltaría dos cuestiones. Primero, el temprano e interesante mapa que supo trazar sobre la teoría crítica local, a través de su selección de temas, casos y autores; y sobre todo, los modos diversos en que se involucró con la teoría crítica. En general, lo hizo de modo muy consistente, y poniendo a dicha teoría en vínculo con la realidad circundante –algo particularmente relevante cuando hablamos de teoría crítica (por caso: escribió y enseñó teoría crítica, y al tiempo de litigar lo hizo de forma cuanto menos no contradictoria con aquello que enseñaba y escribía; a la vez, enseñó sobre temas que eran particularmente urticantes en ese momento; y escribió sobre temas que ponían en cuestión el sentido común jurídico de la época).
[2] Cada uno que haga su lista de los “peores agravios,” pero desde mi perspectiva, la situación no tiene retorno si los representantes de la teoría crítica, ante el dictado de la ley antiterrorista, callan; ante el ascenso de militares golpistas, callan; ante la aprobación de las leyes blumberg, callan; ante la degradación de las medidas cautelares, callan; ante la masacre al pueblo qom, callan; ante la minería contaminante, callan; ante la veintena de muertos por enfrentarse al poder gobernante, callan; ante la corrupción estructural, callan; ante el nombramiento vil de conjueces, callan; ante los centenares de criminalizados por protestar, callan. Es decir, si la teoría crítica de esta década no sirvió para cuestionar los peores excesos del poder, no me quiero imaginar para qué ha servido.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguramente Waldron o Ely nos han ayudado mucho para frenar las atrocidades del poder. La ayuda consistió en pretender vaciar de poder al judicial para transferirselo a legislaturas corruptas y representstivas de sus propios intereses corporativos. Los Boudou, los KUnkel y los Conti agradecidos.

rg dijo...

ja¡ excelente ejemplo de lo que rechazo en el post¡¡ leer de modo descontextualizado, sin entender de que te esta hablando el tipo. esa lectura boba es justamente la criticada¡ waldron en estados unidos escribe contra la tortura, acá vos pensas que tomar en serio a waldron es comer kiwi. buenísimo

rg dijo...

la pregunta básica de waldron era: cómo se recupera poder mayoritario/democrático?
la de ely era: cómo justificar, al mismo tiempo, las restricciones al legislativo para que no oprima a minorías sexuales o raciales, y la defensa del legislativo para que aplique sus políticas de welfare?

mm dijo...

En este caso, hago foco sobre la enseñanza del Derecho.

Pienso que para "aprender la crítica" no solo se trata de incorporar algunos textos críticos sobre contenidos académicos que reproducen el "derecho oficial", sino de atravesar la estructura curricular que organiza la carrera académica en las facultades de derecho.

saludos, mm

Anónimo dijo...

en la argentina los teoricos criticos o estan en la defensoria general o en la corte, todos reportan al amo zaffaroni.

Anónimo dijo...

Hola Roberto.
Sigo tu Blog desde Chile.
Quisiera contactarte para plantearte algunas dudas académicas.
Mi correo: lalovodanovic@gmail.com
Cuéntame cómo puedo contactarte por favor.
Muchos saludos

Eduardo Vodanovic

rg dijo...

mi correo esta arriba a la izquierda
roberto.gargarella gmail.com