23 sept 2012

Crónicas bolivianas 1: La llegada





Por un seminario sobre constitucionalismo latinoamericano, llego a Bolivia, atento y entusiasta

El avión aterriza en La Paz (yo llegaba de Santa Cruz de la Sierra), y mientras va aterrizando y la cabina se despresuriza, siento una tensión en el pecho: así encontraba su muerte, años atrás, mi maestro, Carlos Nino, cuando llegaba a La Paz para trabajar sobre la reforma constitucional.

Subo al taxi, y se que pagaré 60 bolivianos. Es la primera vez, en América Latina, que subo a un taxi y estoy seguro de que no me cobrarán de más -algo que no me ocurre en la Argentina, ni en Brasil, ni en México.

Vengo cumpliendo con todos los requisitos para que no me tome el mal del soroche, el mal de la altura. He bebido mi mate de coca, he tomado mis "soroche-pils", me he puesto bajo la nariz "Mentisan", el gran invento boliviano ("allá donde haya un boliviano está Mentisan," dice la publicidad). Me queda pincharme un dedo hasta que salga sangre. El lema es: andar despacito, comer poquito y dormir solito.

Recién hoy, por primera vez, veo escrita la palabra boliviano, con sentido de pertenencia; como veo un cartel con el rostro de Evo; como veo la bandera de tres colores flameando. Hasta hoy, en mis días bolivianos, no había leído esa palabra, no había visto ese rostro, no había reconocido esa bandera.


imagen, de las sink series del gran artista local Alex Zapata

1 comentario:

gracia dijo...

Robert, desde aca te mandamos muchos cariños..y los mejores deseos, q estes muy bien !!!

besitos!!!