A falta de uno, el colectivo Plataforma acaba de presentar dos documentos sobre la Reforma Constitucional y la re-reelección presidencial. El documento sobre los Fundamentos a la crítica de la propuesta oficialista puede encontrarse acá:
http://plataforma2012.org/2012/09/12/fundamentos-la-propuesta-de-reforma-constitucional/
El documento de base, mientras tanto, es el que sigue. Lo acompañan las firmas de los primeros adherentes:
Las iniciativas del oficialismo sobre
la reforma constitucional, cuyo núcleo duro, que trata de ser
disimulado o encubierto, es la propuesta de re-reelección presidencial,
pretenden fundamentarse en la necesidad de consolidar el modelo de
transformación nacional que, según la “narrativa” oficial, caracterizaría el
proyecto político del actual gobierno. A la manera de la construcción de
los mitos, que recogen necesidades y formas de elaboración colectiva
de la historia y de los orígenes, se instala laidea de una
refundación de la Argentina desde el punto de vista económico y social,
que exigiría cambios constitucionales que den cuenta de este proceso,
mientras se consolida el modelo dependiente agroexportador y extractivista y se
niega la responsabilidad del Estado – y más concretamente del gobierno – allí
donde el Estado manifiesta su ausencia o su complicidad.
Desde Plataforma 2012 sostenemos una
posición clara al respecto, sin pretender apelar a eufemismos ni a retóricas
ocultadoras: nos oponemos a la re-reelección así como también a cualquier
estrategia “pactista” o de “negociación” que conlleve la habilitación de un
tercer mandato presidencial, a través de una reforma constitucional.
1- Desde Plataforma 2012 entendemos que la reforma constitucional debe
ser planteada no en abstracto, sino en concreto,
y en relación con las peculiares circunstancias históricas, políticas y
sociales con las que hoy convivimos en la Argentina. Ante todo, pensar la
reforma constitucional de un modo situado nos obliga a reflexionar acerca de
quiénes nos están invitando a la empresa reformista: de quién se trata, qué
compromisos muestra con la reforma política, y qué antecedentes ofrece en la
negociación política a favor de cambios jurídicos estructurales.
Cuando hacemos este ejercicio, podemos reconocer cuatro
antecedentes preocupantes: Primero,
que la redacción de la actual Constitución argentina, aprobada en 1994, estuvo
a cargo de muchos de los que hoy promueven su modificación. En aquel momento,
la reelección del entonces presidente Menem fue uno de los motivos centrales de
la reforma. Ese motivo coyuntural es similar al que hoy se esgrime: la
necesidad de perpetuar en el poder a quien se suponía, en aquel entonces, que
encarnaba un cambio refundacional para el país.
Segundo,
casi desde el momento de su nacimiento como fuerza nacional, el oficialismo ha
obstaculizado la reforma política, y –notablemente- a pesar de haber llegado al
poder invocando la importancia y urgencia de llevar a cabo dicha reforma. No
obstante contar reiteradamente con amplias mayorías legislativas, la coalición
gobernante ha frenado y boicoteado de modo consistente toda reforma
significativa de la organización política de nuestro país.
Tercero,
no resulta anecdótico evocar que en aquellas provincias donde se ha habilitado
la reelección indefinida convergen elementos tales como una fuerte
concentración del poder en el ejecutivo, prácticas autoritarias, nepotistas y
represivas, altos niveles de desigualdad y consolidación de diferentes formas
de clientelismo político. Se trata de provincias “feudos”, cuyos gobiernos hoy,
en tanto aliados estratégicos del gobierno nacional, muestran cabalmente el
gran desfase existente entre la realidad incontestable de los hechos y la
sobreactuación de una épica progresista en clave nacional y popular.
Cuarto,
tampoco es un dato menor recordar que los últimos dos
presidentes (Néstor Kirchner y Cristina F. de Kirchner) contribuyeron de manera
protagónica a la incorporación de uno de los aspectos más neoliberales de la
Constitución de 1994, como aquel que conllevó la cesión por parte del Estado
nacional de los recursos naturales, a favor de las provincias.
La re-reelección presidencial –como tantas veces, la
verdad no dicha de la iniciativa a favor de la reforma constitucional-
solamente extrema el aspecto más conservador de la Constitución. Se trata de la misma iniciativa que utilizó históricamente el
conservadurismo (incluyendo, arquetípicamente, al gobierno de Menem), con el
declarado objeto de “transformar” a la sociedad, basada finalmente en la
incapacidad que se atribuye a la ciudadanía para tomar las riendas de la
política en sus propias manos, y en la tradicional desconfianza elitista frente
al pueblo como responsable de su propio destino. Conforme con esta visión, el
pueblo perdería su rumbo y su capacidad de acción soberana si no se habilitase
una tercera reelección para la Presidenta en ejercicio, porque los destinos del
pueblo dependen por completo de la presencia de una figura-líder única e
irreemplazable. Una posición semejante resulta más absurda todavía cuando
advertimos que contamos ya con una Constitución que permitiría a los actuales
gobernantes mantenerse en el poder 16 años sobre 20 (dada la posibilidad de
doble re-elección luego de un solo período sin ella).
2-
Los grupos promotores de la reforma constitucional, entre ellos, sectores de la
cultura vinculados al oficialismo, dan por obvio que el gobierno encarna un
proyecto igualitario e inclusivo que satisfaría las necesidades de amplios
sectores populares. Proponen como premisa un
sistema de creencias que habría que aceptar, sin necesidad de demostración
alguna, renunciando de este modo a cualquier pensamiento crítico.
En realidad, la afirmación de que la coalición gobernante
encarna un proyecto igualitario e inclusivo es materia de debate. Así, a diez
años de gobierno, se pueden dar muchos ejemplos que contradicen estas
pretensiones. En primer lugar, la economía del país se ha frenado y muchos
sectores ven con preocupación el deterioro de sus ingresos laborales. Hace
tiempo no se sostiene la recuperación del salario mínimo vital y móvil que
sigue sin cubrir la canasta familiar básica, mientras que el empleo informal
-que no accede al mismo- ha vuelto a aumentar. El acceso a la salud sigue
siendo fragmentado entre quienes concurren a hospitales públicos, muchos de los
cuales han deteriorado su servicio, y quienes cuentan con una cobertura de obra
social o un sistema prepago. La política de vivienda social ha estado ausente
en estos años mientras se lanzan planes que no constituyen una solución para los
sectores más desposeídos, ni tampoco para sectores medios, y en particular para
los jóvenes. Mientras tanto crece la especulación inmobiliaria y el
desplazamiento de los sectores populares a zonas marginales. Los signos de la
desigualdad, en términos de educación, de género (salud y derechos
reproductivos) de servicios de transporte, de acceso a condiciones básicas de
salubridad como el agua o las cloacas, las desigualdades provinciales y
territoriales, entre otros, contradicen cotidianamente la afirmación oficial
sobre el igualitarismo económico y social conseguido.
Resulta claro que la situación del mercado laboral hace
años que ha dejado de mejorar y la pobreza ha retomado un camino ascendente. La
prueba de ello es la intervención del INDEC, la persecución de quienes no se
allanaron a la destrucción del sistema estadístico nacional y el rechazo a la
información de este organismo, incluso por sectores gremiales y empresarios
alineados con el oficialismo.
3- Frente a tales evidencias, y
como forma de mantener su apoyo incondicional al gobierno, los intelectuales
que se identifican con la actual administración sostienen que las falencias o
fracasos como los señalados, vinculados habitualmente con las decisiones
políticas más cuestionables de este gobierno, resultan “concesiones
necesarias”, producto de alianzas de las que no se podría prescindir a la hora
de “construir poder”. El argumento último destinado a sostener esta postura
predica que “no debe sacrificarse el todo a causa de las partes”. Partiendo de
la premisa que caracteriza al oficialismo como un proceso de transformación
nacional y popular, los acontecimientos enumerados no serían sino
contradicciones secundarias cuya sola mención evidenciaría una voluntad de
desestabilización del proyecto central. “Salvar el todo a pesar de las partes”
sería el modo asertivo del enunciado.
Esta nueva versión del argumento refundacional se
enfrenta, como hemos señalado, con inconvenientes demasiado serios como para
resultar exitosa. Ante todo, las “partes” que
esta nueva argucia de la retórica oficialista viene a salvar incluyen un
sistema cada vez más abierto de represión a los trabajadores que protestan por
las violaciones de sus derechos; la sanción de la nueva ley antiterrorista; la
criminalización y demonización de grupos campesinos, comunidades indígenas y
organizaciones socio-ambientales; la creación, desde las entrañas del
Ministerio de Seguridad, de un Proyecto destinado a hacer espionaje sobre
organizaciones de trabajadores y grupos de izquierda; la masacre de Once como
expresión de un sistema de transporte radicalmente corrupto; o el sistemático
encubrimiento de funcionarios involucrados en hechos de corrupción.
A esto se agrega el enriquecimiento de grupos económicos
vinculados al poder gubernamental.
En los hechos, la preservación del “todo” que se nos
propone sugiere que dejemos de prestar atención a “partes” que son presentadas
como anécdotas menores de un proceso de transformación. En los hechos, lo que
se quiere es que dejemos de ocuparnos de violaciones de derechos de una
gravedad extraordinaria. Lo que se quiere es que nos sumemos, con ellos, al
disciplinado y festivo enaltecimiento del “todo positivo” que alienta el
gobierno.
Por lo demás, ¿es que puede afirmarse que las “partes”
que criticamos representan sólo “anomalías” propias de un proceso de cambio o
claroscuros típicos de una época de transición? El oficialismo soslaya
cualquier interrogación al respecto. Elige construir los fundamentos de su
pensamiento en una premisa inmune a toda forma de refutación.
Desde Plataforma 2012 consideramos que las “partes” que
la intelectualidad oficial ampara u oculta forman parte de dificultades de
fondo, relacionadas con su crecimiento como grupo económico y con las alianzas
que el gobierno ha escogido hacer en estos últimos años. Se trata de alianzas
con sectores empresarios, sindicales y provinciales comprometidos severamente
con la peor corrupción de la era menemista, y las peores violaciones de
derechos humanos cometidas en las últimas décadas. Es decir, consideramos que
el país enfrenta hoy dificultades no anecdóticas o transicionales, propias de
un proceso emancipador, sino problemas estructurales, derivados de una manera
conservadora de ejercer y concebir el poder.
4- Desde
Plataforma 2012 aseveramos que más allá de la retórica ocultadora, más allá de
los entusiastas ejercicios imaginativos que han realizado los aliados del
gobierno, lo cierto es que casi todas las propuestas que se han formulado desde
el oficialismo para motivar una reforma constitucional, no se refieren a puntos
que permitan profundizar y lograr la efectiva concreción de los derechos ya
constitucionalizados: desde iniciativas para la participación popular, hasta
cláusulas referidas a los derechos humanos, los derechos de consumidores y
usuarios, la defensa del ambiente, la integración latinoamericana, el
federalismo, los derechos de los pueblos indígenas, la educación intercultural
o la propiedad comunitaria. Por otra parte, es el gobierno el que no respeta
derechos ya consagrados, y no cumple con normas que favorecerían claramente a
la población y sobre todo a grupos marginados de la misma.
Para abordar la cuestión Constitucional el presente
documento de Plataforma 2012 propone reflexionar sobre cuatro áreas
fundamentales que pueden ser resumidas en las siguientes proposiciones,
desarrolladas en el documento que apoya y fundamenta este
pronunciamiento:
I- El principal problema constitucional que hoy enfrenta
el país no se relaciona con lo que la Constitución incluye u omite incluir en
su texto, sino con las violaciones a derechos fundamentales que sufre día a día
nuestro pueblo, por las acciones que el actual gobierno ha llevado adelante
para desvirtuar la Constitución, y las omisiones en que ha incurrido,
impidiendo cumplirla.
II- La Constitución vigente ya incluye la mayoría de las
reformas que el gobierno demanda.
III- La Constitución vigente no es ni ha sido un freno a
políticas reformistas.
IV- Existen razones para cambiar la matriz del modelo
constitucional que tenemos, pero en una dirección muy diferente a la propuesta
por el gobierno.
Una Constitución más igualitaria y democrática, como la
que muchos de los miembros de Plataforma 2012 defendemos, procuraría
revertir la matriz conservadora de organización del poder que el
constitucionalismo oficialista ha propiciado durante casi una década. Más
específicamente, consideramos que dicha reforma sobre la organización del poder
debe orientarse en una dirección precisa: la de democratizar el poder
constitucional, en lugar de seguir concentrándolo para el usufructo de unos
pocos que actúan para su propio beneficio pero bajo el nombre impropio de
todos. De este modo, tornaríamos más consistente la sección constitucional
referida a los derechos, que se ha ido “democratizando” (luego de haber estado
al servicio de la limitación de los derechos políticos), con la referida a la
organización del poder, que continúa trabajando a favor de una
institucionalidad política jerárquica y poco democratizada, que considera al
voto periódico como exclusiva forma real de la participación política.
La perspectiva democrática que reivindicamos no consiste en fantochadas
leguleyas como las que hoy la coalición gobernante alega para esconder su
propósito reeleccionista, sino en la recuperación del pueblo como sujeto
emancipado, no dependiente de nadie y responsable de las decisiones que por sí
mismo toma.
Firmantes:
Osvaldo. J. Acerbo, Raúl Albanece, Graciela B. Alonso, César Altamira, Mirta Antonelli, Omar Arach, Adriana Armanino, Diego Hernán Armesto, Jonatan Baldiviezo, Pedro Antonio Barbagelata, Alberto Barbeito, Liliana Barletta, Santiago Bauer, Héctor Bidonde, Mario Raúl Bordón, Jorge Brega, José Emilio Burucúa, Pablo Esteban Cabo, Alberto Campos Carlés, María Emilia Carabelli, Martín Casalongue, Aldo Castagnari, Ana María Cecchini, Antonio Célico, Nora Correas, Bibiana Apolonia del Brutto, Gaia Dimitriu, Diana Dowek, Diego Martín Durán, Lucila Edelman, Juan Eduardo Fentanes, Cristian Hernán Fernández, Carlos Figueroa, Ana Flores, Mario Galvano, Paula Gandino, Juan García Gayo, Stella Maris García, Roberto Gargarella, Adriana Genta, Elsa Beatriz Gil, Facundo Giuliano, Analía González, Alejandro Haimovich, Germán Hernandez Araguna, Alicia Jardel, Diana Kordon, María Laura Kufalescis, María Dulce Kugler, Silvana Inés Lado, Darío Lagos, Christian Lange, Alba Lanzillotto, Ruben Laporte, Gustavo Lattarulo, Gabriel Levinas, Javier Lindenboim, Alicia Lissidini, Rubén Lo Vuolo, Andrea Lopetegui, Julián López, María Inés Luchetti, Isabel Lucioni, Gabriela Massuh, María Carolina Mauri, Francisco Menéndez, Horacio Micucci, Carlos F. Mosquera, Nora Moyano, Marta Muhlrad, José Onaindia, Ana Pagano, Vanina Papalini, Carlos Penelas, María Rosa Pfeiffer, Alberto Pinus, Marcelo Plana, Roberto Pozzo, Luis A. Quesada Allué,Sergio E. Quintero, Daniel Rodriguez, Mabel Ruggiero, Alfredo Saavedra, Horacio Safons, Liliana Saguin, Silvio Saks, Sergio Salvatore, Agustín Salvia, Alicia E. Sánchez, Norma E. Sánchez, Ana Sarchione, Sebastián Sayago, Mónica Scandizzo, Alejandro Schweitzer, Diego Seguí, Claudio Simiz, Pablo Stefanoni, Maristella Svampa, Nicolás Tauber Sanz, Osvaldo Tcherkaski, Jaco Tieffenberg, Sergio Torrado, Enrique Viale, Franco Vico, Walter Walker, Bernardino Zaffrani, Patricia Zangaro, Juan Zanoni, Horacio Miguel Hernán Zapata, Maximiliano Zwenger,
Para adherir: plataforma.2012@yahoo.com.ar
3 comentarios:
roberto, cuándo van a hacer un documento sobre la situación de la inaccesibilidad al aborto no punible, y la falta de debate del proyecto de la campaña? Saludos!
esta en gateras
Un comentario sobre el punto 1.3ro. del documento (lo siento, "abstracto", no estoy en campaña).
¿Qué dirían de una propuesta que habilitara la posibilidad de reelección presidencial indefinida y, a la vez, modificara el art. 5º de la CN, prohibiendo que los gobernadores de las provincias tengan más de dos (o incluso de un) término de ejercicio?
Tengo entendido que quienes analizan esta cuestión de los límites a la reelección en términos de problemas de incentivos (aquí pienso en algunos trabajos de Cheibub, etc.) advierten que, digamos, "corta para ambos lados": a nivel federal, el problema del "lame duck" y el quiebre del link entre gobernantes y votos (que permiten a los votantes inducir el comportamiento del gobierno) sería más fuerte.
A nivel de unidades políticas más pequeñas (provincial o estadual), en cambio, el control de los recursos estatales (empleo público, periódicos provinciales, etc.) que tendrían los incumbentes, harían prudente imponer límites a la posibilidad de reelección.
Saludos.
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