El pasado 28 de abril falleció en Avellaneda, Buenos Aires, Alberto Barbeito, economista sobresaliente, docente, fundador del Centro Interdisplinario para el Estudio de Políticas Públicas (CIEPP), y junto a Rubén Lo Vuolo, del Consejo Editorial de Sin Permiso, precursores y militantes en América Latina por un Ingreso Ciudadano Universal (Renta Básica).
Alberto fue derrotado por un repentino cáncer, cuando todavía esperábamos muchos aportes de su mente lúcida y generosa. Era un hombre de consulta, especialmente en tiempos de estadísticas fraguadas y charlatanes de todos los tamaños. Doble tragedia por la pérdida de “un alma elegante”, como magníficamente fue retratado, al mismo tiempo que un científico en la investigación de la economía política y la evolución social, mejor dicho: del retroceso en materia social de las últimas décadas. Porque Alberto y Rubén Lo Vuolo advirtieron muy pronto las consecuencias brutales y duraderas para el país del huracán neoconservador de los 90. Sus numerosos trabajos, libros y artículos, hasta algunos publicados recientemente en Sin Permiso, dan cuenta de su compromiso con los valores republicanos, que consideran la lucha por un Ingreso Ciudadano Universal como un derecho a la existencia y por consiguiente a la libertad.
En el prólogo de La nueva oscuridad de la política social, escrito con Lo Vuolo, una frase de Juan José Saer es evocada para mostrar un pantallazo de nuestra cruda realidad: Argentina es un grandilocuente emblema de un profundo cambio social caracterizado “por sordideces jurídicas, torvas historias de familias, inversiones deshonrosas de alianzas, especulación financiera, falsificación cínica de la historia, racismo orgánico y públicamente declarado, apropiación fraudulenta de bienes públicos, arrogancia y corrupción”.
Luego de la crisis del 2001-2001, las herramientas analíticas continuaron en la acción y Alberto fue socio constituyente de la Red Argentina del Ingreso Ciudadano (Redaic), sección de la Basic Income Earth Network (BIEN) y uno de sus principales animadores.
Tal vez su natural austeridad y modestia, de este economista egresado de la Universidad de Buenos Aires, con un postgrado en el Institute of Social Studies de La Haya, docente en varias universidades y relevante investigador, lo hacían reservado para relatar sus experiencias y protagonismos. Alberto Barbeito fue parte de un recordado grupo de profesores brutalmente perseguidos tras la intervención de la Universidad Nacional de Sur, en 1975, durante el gobierno de Isabel Perón. El genocida comandante del V Cuerpo de Ejército, Abdel Vilas, con la colaboración del diario La Nueva Provincia (vinculado a la Marina) y la revista fascista Cabildo, habían denunciado una usina subversiva marxista”, que operaba en Bahía Blanca desde tiempos del ex dictador Alejandro Lanusse, al que llegaron acusar de “cripto-comunista”. El propio Vilas insistía en sus delirios cuando procesado declaró ante la Justicia en 1987. Luego de ser cesanteados los profesores, acusados de marxistas y de constituir una célula de la IV Internacional, en marzo del 76, ya antes del golpe se desató una cacería que prosiguió por varios meses. Barbeito fue detenido en su casa de Avellaneda, trasladado a un centro de detención de Bahía Blanca, sufrió torturas y vejaciones. Con su ritmo pausado, pero con su voz clara y firme, compareció en el Juicio a las Juntas, para contar su dolorosa historia, de la que nunca hizo alarde ni pidió medalla alguna. Sin embargo, he conocido el testimonio de sus compañeros de prisión, que recordaban para siempre y con afecto sus didácticas lecciones de economía. Esto también forma parte de su legado inolvidable.
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