23 abr 2012

Contra la ponderación/contra el "balance" de argumentos. Tortura 1



En su último libro, "Torture, Terror and Trade-Offs. Philosophy for the White House," Jeremy Waldron argumenta acerca de por qué el derecho debe rechazar, en general, las restricciones a la libertad y los derechos individuales en nombre de la seguridad -y, muy en particular, por qué debe rechazar la tortura, de modo incondicional.  Waldron presenta su posición -tal como lo aclara en el prólogo- partiendo de una perplejidad: el hecho de que, cuando se dictaron las primeras medidas "anti-terroristas" del gobierno de Bush (como, cuando en la Argentina, el gobierno de Kirchner dictó la ley antiterrorista), y contra lo que parecía obvio, posiciones críticas como la suya quedaron -dentro de determinados ámbitos- soreprendentemente, en minoría (Waldron habla de su experiencia en las escuelas de derecho).

Dedicado a repasar los argumentos a favor de la seguridad (argumentos que proponen limitar las libertades y derechos de las personas), Waldron critica de modo especial los argumentos "de balance", es decir, los que apelan a la imagen de la "balanza" para sostener que, "en este caso particular," y dadas las circunstancias del momento, debe ponerse más peso en el "platillo" de la seguridad.

Waldron dice, con razón, que "los abogados...son bien conscientes de que la imagen del balanceo resulta, por lo general, simplemente una cobertura para (un resultado ya predefinido), y que dicha retórica se encuentra vacía de precisiones." El argumento -agrega- "procura dar una apariencia de objetividad" que no tiene. Alguien puede "decir que ha encontrado que determinada consideración tiene más peso...cuando en realidad está tratando de decir, simplemente, que ha optado por un cierto resultado"

El autor revisa luego una serie de argumentos en contra del balance propuesto - "mayor seguridad" a cambio de restricción de algunas libertades (i.e., otra vez, pensar en la ley antiterrorista k). Y señala algunas objeciones contra ellos. Muy resumidamente, mencionaría los siguientes argumentos:

1) La objeción consecuencialista: Dice Waldron: "Las referencias al balance pueden resultar particularmente inapropiadas en el terreno de las libertades civiles...las libertades civiles pueden asociarse con los derechos, y los derechos con el discurso anti-consecuencialista." Una cosa es apelar a argumentos de cálculo y costo-beneficio cuando hablamos, por caso, de dos opciones distributivas que no afectan directamente los derechos de nadie. Otra cuando aparecen en la escena, en primer plano, los riesgos de violaciones graves de derechos. Entonces, los argumentos de costo-beneficio deben quedar subordinados al respeto incondicional de ciertas libertades básicas.

2) Problemas distributivos: No debemos olvidar que "la disminución real de la libertad puede (y suele) afectar a algunas personas más que a otras". Todos podemos estar de acuerdo con la idea general de limitar temporalmente algunas libertades, pero...las libertades de quiénes? Normalmente, los argumentos pro-seguridad ocultan el impacto distributivo (en términos de libertades básicas) de sus propuestas.

3) Efectos no queridos: Se argumenta a favor de aumentar el poder de control del público, restringiendo algunas libertades, con el fin de maximizar los niveles de seguridad. Pero "sería ingenuo pensar que esto es lo único para lo cual puede usarse el poder mayor. Debemos considerar la posibilidad de que la menor libertad también implique menor seguridad frente al Estado, aún si esa menor libertad aumentara (por caso) nuestra seguridad contra el terrorismo". En otros tèrminos, el mayor poder de la autoridad pública puede servir tanto para ampliar como para disminuir nuestra seguridad.

4) Consecuencias reales vs. simbólicas: Muy habitualmente, el discurso referido al aumento de la seguridad, al costo de algunas libertades, se basa en imprecisiones acerca del modo en que tales medidas van a impactar, efectivamente, en la mejora en seguridad.  Por eso es que estos argumentos de balance deben sujetarse a un escrutinio especial, de modo tal que no sea que las restricciones propuestas vengan a limitar librtades en nombre de lograr ciertos efectos simbólicos, antes que reales.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece un acierto mayúsuculo de Waldron haber puesto sobre la mesa el verdadero significado que, en muchas ocasiones, tiene el juicio de ponderación. Es acertadísimo pues, en general, cuando se apela a ese juicio en verdad se esconde la pretensión de otorgar primacía a aquél interés que ciertamente no merece ser defendido (falsa ponderación que esconde una petitio principii).
De todos modos, la dialéctica entre seguridad y derechos siempre me pareció falsa o edulcorada. La verdadera dialéctica es entre poder desnudo y libertad, lo de la seguridad debe quedar a cargo de quien le atribuye ese sentido.
Y la conclusión del autor me parece importante: el derecho a no ser torturado como un absoluto.
Es gravísimo que haya quedado en minoría pero no me extraña, no me extraña en lo más mínimo. El grado de pentración cultural de los delirios y, muchas veces, el compromiso de ciertos teóricos en sostenerlos, resulta poco menos que increible y frecuente en algunos lares.
Igual, el ejemplo de la ley antiterrorista es uno más de entre muchísimos. Pensemos en los pibes chorros, en el bala a los delincuentes, etc. que me parecen mucho pero mucho más graves en términos de consecuencias y en cómo existe una pretensión de justificarlo y no sólo en el discurso público político eh!!!
La verdad Roberto que sería muy interesante que desde Igualitaria u otra parte pudieran traducir esta obra. Es importante para la región.
Saludos

Anónimo dijo...

y además otra cosa. Limitar libertades para maximizar seguridad, ¿de la seguridad de quién estamos hablando? ¿de la seguridad de aquel a quien se tortura? ¿de la seguridad de aquel a quien se le limitan las libertades?
Me parece que estamos hablando de una seguridad pésimamente entendida.

SDM dijo...

Waldron es un grosso, los argumentos parecen impecables (no leí aún este libro aunque sí algunas reseñas; además sigo a Waldron desde hace tiempo... siempre en disidencia, pero siempre con muchísimo respeto y admiración... sobre todo su reflexiuón sobre la igualdad y la religión cristiana me tuvieron dando tumbos durante meses).

Lo que no entiendo es cómo se iguala la Patriot Act y la ley anti-terrorista... Con todo respeto, rg, y aunque comprendo que la ley anti-terorista de este gobierno es impresentable y además cae como mosquito zonzo bajo los poderosos argumentos de Waldron, no es igual a la Patriot Act... se trata de cosas distintas a todas luces... distintas en el contexto, distintas en los objetivos y distinta en los argumentos con las que se aprobaron...

Para que quede claro, comparto tu rechazo por la ley anti-terrorista, comparto los argumentos que glosás de Waldron, lo que no comparto es lo que yo entiendo como una necesidad de chicanear permanentemente bajo la excusa baladí de que por la noche todos los gatos son pardos... Decir que la ley anti-terrorista (que, insisto, es horrorosa) es igual a la Patriot Act me parece un despropósito. Esto no significa que esté dispuesto a aceptar a la primera porque es menos horrible que la segunda, simplemente implica mi resistencia a las analogías que se acercan al slogan facilongo.

rg dijo...

el paralelo me parece bastante obvio, son dos medidas impulsadas por el ejecutivo, que limitan de modo extremo libertades basicas (aca, el derecho de protesta) en nombre de la seguridad. la pregunta es a la inversa: en que se diferencian??

El Bosnio dijo...

A mi me parece razonable la tension seguridad - libertades civicas. No me parece que se deba rechazar, de plano, restricciones a la libertad por seguridad.
Es un trade off que hacemos siempre. Lo que podemos discutir es en que punto nos paramos. Por supuesto la critica valida es la intencionalidad con la que se ocultan terminos de esta ecuacion y se exageran otros.
Pero no es inmoral intercambiar derechos civiles por seguridad. Es lo que hacemos cuando aceptamos la existencia de pasaportes, huellas dactilares, revisacion de antecedentes, carcel preventiva, etc... Hay un monton de concesiones que aceptamos mas o menos gustoso en pos de obtener una mayor seguridad.

Aceptar limites a la libertad por seguridad no significa aceptar cualquier limite por cualquier seguridad. Ni envidiar a los norteamericanos su patriot act.

RG, coincido con SDM que la analogia que haces dos veces y sin presentar ningun argumento, como si fuera obvia y natural, entre la patriot act y la ley antiterrorista me resultó como parte de una metamensaje chicanero anti-K. Puede no serlo, solo digo que asi fue como lo lei. No es algo que me detuvo la lectura, ni me ofendio, solo es una distraccion y es como un "sobre costo" que pago para leer tu blog. Lo acepto sin problema. Si no lo tuviera, lo aceptaria aun mas. (Lo digo solo como dato acerca de como se te lee o, mejor dicho, como te leo yo).

Anónimo dijo...

Dice elbosnio: "Es lo que hacemos cuando aceptamos la existencia de pasaportes, huellas dactilares, revisacion de antecedentes, carcel preventiva, etc... Hay un monton de concesiones que aceptamos mas o menos gustoso en pos de obtener una mayor seguridad".

No sé de dónde has sacado que todos aceptan/mos gustoso/s la posibilidad de que el estado utilice estos mecanismos biopolíticos para someternos a semejante escrutinio. Lo presentás como si la aceptación fuera universal y, claro es elbosnio, dista y mucho de serlo.

Tampoco comparto del todo la analogía entre patriot act y antiterrorismo local pero por otras razones. Si bien desde lo normativo pueden llegar a haber ciertas similitudes, las prácticas de poder de control y represivo que habilitaron cada una de ellas no resultan ni por asomo comparables. Las detenciones masivas, la posibilidad de interferir sin orden juicial comunicaciones, la posibiolidad de detener sin comunicar la decisión ante un juez (chupados), las prisiones secretas para inmigrantes, la tortura y los interrogatorios violentos, etc., son prácticas de poder que se usan y habilitó la patriot act. La ley antiterroirista local es inaceptable y aberrante pero cualitativamente distinta a la yankee.
Saludos

SDM dijo...

Sin entrar a discutir el contenido de las leyes, porque no siendo abogado siempre tengo cautela con ese tipo de abordaje, diría la patriot act fue aprobada en un contexto de reacción generalizada, con el claro y declarado objetivo de "combatir" a un otro difuso de forma inmediata y arrolladora; para ello dio amplísimos poderes al ejecutivo no sólo para (digámoslo eufemísticamente) "controlar" sino también para reprimir más allá de y contra los derechos constitucionales.
Por su parte, la ley anti-terrorista fue aprobada en un contexto no reactivo. Aunque sus objetivos no son claros (y eso es lo que más preocupa) las metas declaradas fueron otras que no son mejores, pero sí parecen menos temibles (cumplimiento con la legislación internacional, conveniencia de alinearse con EEUU sin necesidad de aplicación). En fin, y esto es lo que me parece fundamental, la ley anti-terrorista no avanza sobre aspectos represivos, sino sólo sobre el control.
Repito para evitar malos entendidos: las dos leyes son execrables, las dos caen ante el argumento de Waldron (e incluso ante otros argumentos no deontológicos) y las dos merecen ser derogadas. Simplemente, no entiendo la necesidad de asimilarlas... quizás como dijo elbosnio, se trate apenas de una "distracción" en la lectura general del asunto.

El Bosnio dijo...

Anonimo, tenes razon, las concesiones actuales por seguridad no son aceptadas por todos. Yo me referia a que en orden general, sin hablar de un "todos" matematicamente absoluto, creeria que la sociedad acepta sin mayor malestar, esas invasiones a los derechos civiles que mencione.