Buenos días en Escocia, estos días. El martes fue una presentación en el seminario de teoría legal que dirigiera alguna vez el notable Neil McCormick (tal vez el más saliente filósofo político escocés de las últimas décadas, y además brillante político, distinguido varias veces como el mejor representante escocés, en el Parlamento Europeo). El grupo se mantiene fuerte y potente: por ahí han pasado varios notables juristas latinoamericanos de mi generación, incluyendo al chileno Fernando Atria y a los brasileños Conrado Hubner y Claudio Michelon. También está por allí otro excelente constitucionalista británico, Neil Walker (quien estuvo en mi presentación, sobre diálogo y Constitución, e hizo algunos excelentes comentarios). Tengo que explorar un poco más su trabajo, como el de otro brillante constitucionalista escocés, Adam Tomkins (autor de "Our Republican Constitution"), que ahora enseña en Glasgow. Lo que supe de ellos me resultó más que interesante.
En el norte escocés, de todos modos, me encontré con otras varias sorpresas. Menciono tres. Primero, los tremendos acantilados, que ansiaba ver desde que era niño, cuando leía libros de aventuras ambientados, en ocasiones, por aquí (por caso, The Hardy Boys Mystery Stories). Una sorpresa encontrarse, en la realidad, con lo que había imaginado tantas veces. Existían finalmente.
Luego, el whisky. Aunque no tengo (tenía) afición al whisky, me encontré con que el whisky local es, simplemente, incomparable con cualquier otra bebida del género que probara antes. Con el Whisky Dalmore, por caso, me ocurrió lo que en su momento me ocurriera con el ron Zacapa. El Dalmore (no sé si generalizaría al whisky escocés), es al whisky lo que el Zacapa es al ron: el tipo ideal desde donde se evalúan todas las especies que luego aparecen, por allá a lo lejos.
La última sorpresa fue el Lago Ness. Por esos imprevistos que le dan sentido a la vida, terminé la gira volviendo por el extremo norte, vía Inverness. Hubo que atravesar, entonces, el Lago Ness. Para mi asombro, pude ver al monstruo, amenazante y temible como era de esperar. No tuve miedo aunque, confieso, por momentos estuve inquieto ante su bravía presencia. Me quedan como recuerdo algunas heridas, leves por suerte, nada que lamentar. El monstruo existía también.
14 comentarios:
Maravilloso.
¿Se puede ampliar la info sobre el mounstruo? Estoy intrigado, confieso!
para anonimo 12:59. Nada, solo un exceso de Dalmore
bueno, el loch ness estaba brumoso, por momentos no se veía nada, y de repente soplaba el viento y se veía algo. en uno de esos ires y venires del viento, se lo pudo ver bien, la cabeza erguida, horrenda. tuve una disputa pequeña, por suerte estoy bien
el dalmore, un antes y un después
Ja ja, genial lo del monstruo.
Poderoso el whisky Dalmore...
El whisky dalmore, un antes y un después. Del después no me acuerdo nada, ja.
Inverness y los arquetipos me hicieron pensar en Everness. De curiosa pispeo y, resulta que sí, Borges viajó a Escocia en 1963 y "El otro, el mismo" es del 64...
Inverness y los arquetipos me hicieron pensar en Everness. De curiosa pispeo y, resulta que sí, Borges viajó a Escocia en 1963 y "El otro, el mismo" es del 64...
Lindo, lindo... es como tener otra vez sus crónicas!
R, si te gustó el dalmore, probá el Macallan Fine Oak, que es mi whisky preferido junto con el Yamasaky, japonés!
Me hice fanático del ron y de whisky. Ya tenemos otro motivo de charla, además del helado. ja
abrazo
d
y otro motivo de debate¡ el macallan no se si se compara con el dalmore¡
Acepto el desafio del debate!!! Abrazo y mucho dalmore
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