Que el fiscal antilavado, que se jactaba de trabajar por los grandes ideales, esté siendo procesado por no investigar el lavado de dinero monumental, obvio a los gritos, en que está involucrado la familia presidencial (la Cámara Federal confirmó su procesamiento hoy, acá), es de las noticias judiciales más importantes y más tristes de la década. Por el fiscal involucrado, y su discurso público; y por lo descomunal del delito en ciernes (una maquinaria respecto de la cual conocemos todas las piezas: unos pocos que ganan todas las licitaciones que abre el gobierno; la Presidenta que mantiene fuertes negocios privados durante su mandato; los que ganan las licitaciones que depositan dinero en su negocio todos los meses: todo es cierto, y todo es intolerable). En cualquier país del tercer mundo marcado por la corrupción (México, Perú, cualquiera), una maquinaria de lavado semejante resultaría socialmente intragable: aquí nos han normalizado el crimen al punto en que la sola crítica aparece como ridícula o golpista. Es, repito, de los eventos jurídicos más tristes que he presenciado, por los actores involucrados, por las palabras invocadas, por la dimensión y gravedad de los crímenes en juego.
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1 comentario:
"Quién es usted para reprocharme algo?" pregunta Duff. "Soy Gonella, un agente fiscal procesado por incumplimiento en el ejercicio de mis funciones". La Argentina siempre enriquece los planteos teóricos más abstractos.
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