El
Chile de Piñera, junto con el Ecuador de Correa y la Argentina de los Kirchner,
es de los pocos países latinoamericanos que impulsaron una severa –siempre
inaceptable, siempre injusta- ley antiterrorista. Chile y Ecuador la vienen
aplicando seguido contra los pueblos indígena, y en la Argentina el asunto está
a punto de estallar. Me consta que ya hay jueces con el cuchillo entre los
dientes, a punto de aplicarla. El problema de hacer (y peor, votar, justificar
en público) leyes fascistas.
En
Chile, el asunto se oscureció todavía más, luego del reciente asesinato del
matrimonio suizo (los Luchsinger), que fue inmediata e impúdicamente atribuido
a (todos) los mapuches, sin prueba alguna. En estos días, los duros e ineptos
servicios de inteligencia chilenos vienen impulsando el arresto a mansalva de
jóvenes allegados a la causa mapuche. La facilidad con que se habla de ellos
como terroristas –y el modo en que se los trata como tales- asusta, y hace
recordar los peores momentos de la vida aquí, en dictadura.
Leo
al antropólogo chileno Carlos Aldunate, que ayuda a pensar el otro lado. Sin necesidad
de mentir ni de justificar lo injustificable, nos recuerda de las ofensas
sistemáticas perpetradas por el Estado chileno contra el pueblo mapuche. Las
leyes dictadas y no cumplidas –práctica habitual de gobiernos moralmente
corruptos, como todos estos- los abusos de todos los días, los olvidos. Se pregunta por qué, “si el gobierno…de Chile
pidió perdón por las violaciones a los derechos humanos,” “no puede pedir
perdón por las atrocidades cometidas en la Araucanía en los últimos 200 años”.
Niega, por lo demás, que en el tema haya algo así como “culpas compartidas”.
Dice: “Este gobierno y todos los de la Concertación lo han hecho mal. Salvo
Alwyn, que fue comuna por comuna de todo el territorio mapuche antes de dictar
la Ley Indígena. Eso fue bien notable. Pero después no ha pasado nada…Nadie ha
entendido que el problema de fondo es el de la estructura social y se han
concentrado en dar pequeñas ayudas.”
Y
señala algo crucial, sobre las faltas del sistema representativo, y los déficit
con los que se articula el supuesto diálogo con la comunidad. Se debe actuar,
afirma, “sin manipular, nombrando como líderes a personas que son de su lado.
Hay que tener un tremendo cuidado para ayudar a que ellos genuinamente se
sientan representados. Gastan dinerales en encuestas para saber si nos gusta
este candidato o el otro, que gasten esa plata en analizar el mundo mapuche y
ver lo que opinan. Por eso digo que son invisibles, porque nadie se preocupa de
esa cosas. Llaman a unas cumbres y mesas
de diálogo que no sirven para nada, porque no saben cómo son los mapuches ni
qué es lo que quieren. Y dialogan con personas que no los representan.”
2 comentarios:
completamente de acuerdo lo de siempre y despues se muestran en su publicidad como "Buenos Actos" y en realidad esconden su mala fe.
Bendito Marketing politico!
Hola Roberto, te escribo por aquí porque no tengo otro mail. Soy editora (y titular de la cátedra de Edición en Filo UBA) y tengo entre manos un proyecto de libros de secundario donde hay contenidos referidos a la cuestión indígena en A Latina. ¿Se te ocurre alguien confiable que pueda explicar la cuestión sólidamente y le interese hacerlo para chicos de 13 o 14 años? ¿Vos?
Muchas gracias por tu atención.
Un saludo cordial,
Patricia Piccolini
ppiccolini@gmail.com
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