Madrid 1: Todos destituyentes

Arribo a Madrid para una serie de conferencias. Son las cinco de la mañana, y estoy con frío y sueño. Llego al hotel y el portero de noche, un argentine, me dice que no puede darme habitación hasta el mediodía. Le digo que está bromeando. Cuando advierte que soy argentino, sin embargo, dice, “ah, un momento, vamos a ver si encuentro algo.” A los cinco minutos entro a mi habitación. Son esas ocasiones en donde se agradece tanto una ducha caliente, la cama lista, una mano tendida.

Duermo un poco y al rato salgo a caminar. El conserje me dice que abra los ojos: “cuidado que hay una manifestación.” Sonrío.

Hermoso llegar aquí y ver tanta gente en las calles. Todos los días, en todos lados, todo el tiempo. Están todos contra el gobierno de Rajoy - el peor de todos. Un canalla, un mentiroso incansable. Siempre me ha sorprendido escucharlo: Cómo alguien pudo llegar a ser así? Cómo no lo consume la verguenza?

Los bancos están llenos de pegatinas y pintadas: aquí se roba y se mata, dice en la puerta del Santander; aquí se estafa; ladrones; corruptos, en las paredes de Caja Madrid. La prensa, sobre todo El País, no para de disparar contra el gobierno. Será entonces una conspiración? Será que entonces el gobierno tiene razón? Es increíble, pienso, la locura que ha tomado a la discusión argentina.

La gente avanza con carteles de burla a Rajoy, a su gabinete, al rey. Están hartos de un gobierno que roba, miente, no paga lo que debe. Los manifestantes piden a los gritos que se vayan todos; ladrones; chorizos; no al recorte; renuncien ya; dimite. Son todos de clase media, están bien vestidos, repiten consignas que están en los diarios, repudian a un gobierno ladrón, gritan contra un ejecutivo que se ha enriquecido desde el poder. Todos destituyentes, no es cierto? Es increíble, pienso, el discurso que  se propaga desde el poder, en la Argentina.