La Carta Abierta número 15 (“La Patria
está en peligro”) termina con un angustiosa plegaria, convocando a los que no
militamos en el kirchnerismo. Se nos invita a “un nuevo estilo movilizatorio,
una confluencia” que permita que “los temas que laten en las bocas y corazones”
de millones se conviertan en “nuevos cánticos.” Mi impresión es que, publicada
la carta, no se ha producido el deseado desplazamiento de millones (digamos,
tampoco de una docena) de “bocas y corazones” buscando la letra de los “nuevos
cánticos”.
Hay un problema serio en la convocatoria
de Carta Abierta. El problema es de ellos, y exige reflexión de su parte. Por
qué es que tantos no nos sentimos interpelados por su convite? Por qué es que la
generosa invitación que nos hacen no resulta en absoluto creíble? Ocurre esto:
cuesta encontrar en la Carta 15 una convocatoria sincera y de brazos abiertos. Cuesta
reconocer una proposición pluralista en una Carta que, todavía hoy, necesita
llevar adelante una insoportable gimnasia genuflexiva antes de insinuar un
matiz de diferencia con el gobierno. Por qué alguien debería ver en la Carta
una citación a los que piensan distinto, cuando sus autores se sienten
obligados, luego de diez años, a untar cada párrafo con la melaza del “proceso
transformador conducido por Néstor y Cristina”? Los convocados también deberemos
santiguarnos frente al cuadro de Néstor y Cristina abrazados, antes de pedir la
palabra?
La última línea de la Carta 15 resulta
especialmente conmovedora: “Escuchemos todos, escuchémonos a tiempo.” Una línea
amable pero a estas alturas inverosímil. Sólo unos meses atrás, algunos, entre
tantos (formo parte, por caso, del colectivo Plataforma 2012) alertamos sobre una reforma de la justicia que venía
a limitar los recursos legales de los más desamparados. Sostuvimos que los antecedentes
del General Milani lo convertían en un candidato inapto para cualquier función
pública. Denunciamos la fastidiosa afrenta simbolizada por las cotidianas mentiras
del INDEC. Señalamos la corrupción estructural que arrastraba al Vicepresidente
de la Nación y llegaba aún más arriba. La respuesta recibida osciló, en todos
los casos, entre la ignorancia, la burla y la descalificación. Para Carta
Abierta, la reforma de la justicia era democratizadora; el nombramiento de
Milani era “paradojal”; las mentiras del INDEC un tema propio de las “tensiones
del presente”; y el Vicepresidente un amigo con el que aún hoy se gritan los
goles que estaban secuestrados. Los entiendo perfectamente: no representamos a
nadie y los ocupan asuntos más importantes. Pero no nos pidan ahora, que ven
dificultades en el camino, que nos creamos la invitación fraterna del
“escuchémonos a tiempo.” “La patria está en peligro,” sí, pero resulta que
cuando les avisamos éramos todos “destituyentes.” (Somos parte, se nos dice
ahora, de los obnubilados por “la neblinosa cortina de cenizas que imparten los
magnos catecismos de la piqueta del demoledor o la pala del enterrador”).
Lo que es más importante: hay error en la
Carta 15, sino inicuo encubrimiento, en la referencia constante a fuerzas
oscuras que “asedian” “acosan” e “imponen” políticas malhadadas al gobierno,
cuando buena parte de esas fuerzas malhechoras habitan felices dentro del
gobierno. Un gobierno saturado de gobernadores que reprimen a los más pobres,
intendentes que juegan el juego más peligroso, legisladores que amueblaron sus
pisos con las privatizaciones menemistas, y funcionarios que vivaban a la
dictadura En solitario, Horacio González pidió hace unos días terminar con la
“explicación complaciente,” permitiendo que “las razones propias sean porosas”
a “lo real sin más”. Éste sería otro comienzo: abandonar ya la justificación de
lo imperdonable; hablar claro, por fin, del mal que está adentro y con el que se
hacen negocios. Denunciar de una vez, en voz bien alta, el minucioso ocultamiento:
la mentira oficial corroe el alma de todos.
5 comentarios:
Interesante además, que la "patria en peligro" se deba -en la argumentación de la CA 15- a "enemigos internos", una vieja concepción que proviene, entre otras fuentes, de la Doctrina de la Seguridad Nacional de los años '60 y '70. Además, en su clave laclausiana, esa idea de "Patria" es absolutamente flotante, de forma que se vuelve inclusiva o exclusiva de acuerdo a las necesidades del momento, de allí que Boudou pueda ser un "patriota" y, cuando lo condenen (si es que lo hacen), será el "infame traidor" que ya son para ellos Massa, Otacehé, etc. La "Patria" no es el "otro" para CA, es quién ellos dicen qué es y cuándo ellos lo dicen. Esto es, se arrogan el monopolio de la designación. Una nueva arbitrariedad del kirchnerismo, esta vez en clave "intelectual".
No es una exclusividad del kirchnerismo: es la posición que siempre han tenido los nacionalistas, los peronistas, los grupos de izquierda ( para ser justo ellos hablan de "Pueblo", pero vale lo mismo) y tantos otros.
Forma parte de la visión conspirativa que, como la mayoría de los argentinos, tienen en general: "Nosotros sabemos todo. Si algo sale mal es culpa de los OTROS, gente mala que nos desea lo peor y trabajan en ese sentido."
El porpio Nestor Kirchner los consideraba unos delirantes y no los bancaba.
http://www.lanacion.com.ar/1664581-el-kirchnerismo-cura-heridas-con-acido-sulfurico
Tu nota es clara, concisa y demoledora. No veo posibilidad alguna de réplica. Gracias por transmitir de manera tan clara lo que a varios de nosotros se nos pasó por la cabeza de forma mucho más oscura y desarticulada.
Saludos,
El Imparcial del Norte
Complementar con la de Sarlo de ayer. Están muy bien las dos.
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