Dentro de las abominables propagandas oficialistas, agudizadas en su fiereza durante el Mundial, la del "abuelo Quique" era una de las peores, por el modo en que apelaba (con el abuelito, con la abuelita y con la nietita) al golpe bajo, para mezclar éxito de la Selección y éxito del gobierno. Ahora sabemos, por caso, que el abuelito del caso filmaba películas pornográficas, que involucraban sexo con pretendidas menores de edad (acá). El gobierno acaba de esconder rápidamente la propaganda, retirándola de los lugares oficiales de donde se la podía ver. Uno podría decir, simplemente: "se trata de otra torpeza más del aparato de propaganda." O podría decir algo más: El hecho i) verifica los niveles de disociación existentes entre discurso político k y realidad (muestran al abuelo macanudo sonriendo agradecido a la familia y el gobierno -se trata de viejo que vive actuando violaciones de niñas); como ii) reafirma el modo en que nuestros publicitarios producen basura, sin interés alguno en lo que hacen y dicen, y sólo interesados en cuestiones de dinero y fama (hablaremos un día de estos de los jóvenes publicitarios vendiendo su talento al mejor postor, sin detenerse a reflexionar un instante sobre el sentido y los fines de la actividad que llevan a cabo).
El problema (al menos para mí) no está en las actividades en las que se involucra el actor del caso (salvo si se tratara de delitos), sino en la reafirmación de la mentira como elemento central de esta política. En particular, cuando se trata de propagandas que buscan jugar con el sentimentalismo y el realismo social, y apelar a los valores propios del imaginario de la clase media-baja argentina: el cariño familiar; la solidaridad; "somos todos compinches"; el barrio.
Podrían haber recurrido, por ejemplo, a casos reales; podrían haber utilizado actores no profesionales; podrían haberse basado en datos crudos; podrían simplemente haber optado por dar información; podrían haberse abstenido de aprovechar el mundial para sacar rédito político; o podrían haber evitado, al menos, el camino de los golpes bajos (abuelos-bandera argentina-familia-gobierno). Como siempre, fueron por todo y lo hicieron todo mal. Pero insisto, no se trata sólo de la chapucería habitual con la que nos encontramos, sino del resultado propio de un grupo de acelerados; descomprometidos con su trabajo; viviendo de la mentira; riéndose de los que tienden a mirar la pantalla, ingenuamente, y a tomarlos en serio.
1 comentario:
Nada de qué sorprenderse.
Los Kirchner, votados por los argentinos, son un emergente de la clase social empresaria vinculada al juego, la obra pública, la usura y el dinero en negro.
Que con ellos aparezcan personas vinculadas a la pornografía o la droga, diría que es casi natural.
En es punto, Boudou es mejor, porque solamente es corrupto y le gusta la guita. Pero no está vinculado al mundo de las mafias instaladas. Claro que mucho pensamos que ya hay una mafia política en Argentina donde militan todos aquellos que quieren cobrar impuestos a "los que más tienen".
Saludos,
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