23 dic 2009

Estatismo para pocos


Hoy, acá, una nota que publicamos en Claríns con el amigo Rubén Lo Vuolo, contra los mecanismos de mercado, y contra el "estatismo para pocos," hoy en marcha. La nota completa, acá abajo (va nota original, algo más extensa que la publicada en el diario)

La reivindicación que muchos hacemos de un Estado activo y con capacidad de regular la actividad económica y social no debe ser confundida con la defensa, a secas, del estatismo, como si el mismo fuera sinónimo de la encarnación del interés general o -mucho menos- de los intereses de los grupos más desaventajados de la sociedad.

La atracción del estatismo para quienes defienden ideales emancipadores es evidente. Si queremos que ningún individuo quede sujeto al poder arbitrario de ningún otro, a la vez que abrazamos ideales de justicia colectiva, es lógico que pensemos en el Estado como entidad que regule colectivamente la producción y distribución de bienes y servicios esenciales. De este modo, impedimos que esos bienes sean apropiados conforme a las reglas mercantiles, demasiado sensibles a las existentes e injustificadas diferencias de poder económico. Las fuerzas del mercado –lo sabemos- no son un buen medio para asegurar los derechos sociales básicos en una sociedad desigual, ni tampoco para atender nuestros compromisos intra e inter-generacionales con criterios elementales de justicia distributiva.

Ocurre, sin embargo, que objetivos de justicia como los definidos no se alcanzan a través de cualquier tipo de organización estatal. Un Estado meramente “subsidiario” o presa del poder de corporaciones o de grupos de interés particulares, puede generar desigualdades tan profundas como las del mercado. Por ejemplo, históricamente en nuestro país, el Estado ha discriminado los derechos de quienes “merecen” sus beneficios y quienes son “parásitos” o “ineptos” que sólo pueden aspirar a la caridad o benevolencia de quienes detentan el poder. Existen muchos ejemplos en Argentina de prácticas estatales orientadas por el principio del “Estado al servicio de unos pocos:” subsidios a empresas escogidas; exenciones impositivas injustificadas; estructura tributaria regresiva; “blanqueos” tributarios; empresas públicas manejadas por grupos de interés particular; servicios de salud fragmentados y al servicio de negocios corporativos; beneficios sociales discriminados según empleo, características personales y sumisión al poder que los distribuye; renta financiera alimentada por el endeudamiento público; etc.

Aplaudir o repudiar medidas y gobiernos por “estatistas” o “privatistas” no sirve de mucho para comprender la dinámica política. El “estatismo para pocos” es una característica de muchos gobiernos que des-mercantilizan ciertas actividades para concentrar poder económico. Esta “contra-privatización” no es garantía de un Estado al servicio del interés común y –en particular- de los más vulnerables. En muchos casos sirve para la apropiación de riqueza y poder de grupos específicos, afines a prácticas de corrupción, cuya capitalización les otorga poder no sólo en el Estado sino en los mercados. Una estatización al servicio de la concentración de poder no es una alternativa a la privatización que persigue los mismos fines.

Contra el estatismo al servicio del poder privado, hay que promover otro tipo de Estado, al servicio y bajo el control de la ciudadanía, cuya organización esté orientada a la desconcentración del poder, a la promoción de una distribución justa, y que aliente la participación colectiva en los destinos del conjunto. El “estatismo para pocos” guarda fuertes similitudes con el “mercado para pocos”: ambos están al servicio de una estructura de clases donde la propiedad y el poder de someter a los grupos más vulnerables quedan en manos de una clase de capitalistas y dirigentes amparados por las prebendas obtenidas de las instituciones que circunstancialmente comandan. En esas condiciones, la mayoría sigue subordinada al empleo y beneficios que decidan asignarle quienes detentan el poder, tanto en el mercado como en el Estado. El estatismo, al igual que el “libre mercado,” también puede estar al servicio de una construcción económica y social clasista que no es el resultado de la antinomia Estado-mercado, sino de un maridaje entre ambos al servicio del poder unos pocos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!.
Como va?
Me pareció muy buena la nota, francamente. Me sorprende en cierto sentido.
Me gustaría publicarla en una revista que hacemos en la facultad de derecho de la UBA, Lato Sensu, ¿Puede ser?
Escribannos a latosensu@revista.net.ar
Saludos.
Pablo

PIC dijo...

"La atracción del estatismo para quienes defienden ideales emancipadores es evidente. Si queremos que ningún individuo quede sujeto al poder arbitrario de ningún otro, a la vez que abrazamos ideales de justicia colectiva, es lógico que pensemos en el Estado como entidad que regule colectivamente la producción y distribución de bienes y servicios esenciales.

No. Eso es un non sequitur. En una sociedad estatista, quién regula al Estado? Hoy es el Estado quien está mayormente desregulado: puede emitir moneda, cobrar impuesto inflacionario, modificar los precios relativos, etc.

"De este modo, impedimos que esos bienes sean apropiados conforme a las reglas mercantiles, demasiado sensibles a las existentes e injustificadas diferencias de poder económico.

Y qué te hace pensar que la política no responde a las leyes del mercado? En otras palabras, que los políticos también son homi economici?

rg dijo...

pablo, publica tranquilo. cualquier cosa me escribis a mi mail.
pic, el punto es ese: como no pensamos que eso ocurra en cualquier estado, organizado de cualquier forma, es que escribimos el articulo. y felices pascuas

Diego Rodríguez dijo...

Me pareció muy buena nota. Aunque hago notar dos cosas en las cuales tengo alguna duda: "regular colectivamente la producción y distribución de bienes y servicios esenciales" es basicamente lo que pretende la CN (sobre todo para los SS esenciales -art. 42)puesto que regular, en principio no es prestar, sino asegurar que se preste y la forma en que se presta.
Por otro lado, creo que Estado subsidiario no significa Estado mínimo. Un estado subsidiario puede ser muy intervencionista en ciertos casos, y muy "laissez faire, laissez passer" en otras. Es decir, si la libre iniciativa privada funciona bien en algunas cosas, lo lógico sería que el Estado no se metiera tanto. Y viceversa.
Y le veo conexión a la libre iniciativa en lo económico con la libre iniciativa (libertad, en definitiva) en lo social y moral.
Saludos, muy bueno el blog. Soy profesor de Derecho Administrativo y el blog me ha ayudado mucho a abrir la cabeza en muchas cosas. Cada vez le veo más puntos de contacto y aplicación a cosas que vos decís con el derecho administrativo. Saludos

rg dijo...

gracias diego, pero no lo veo asi, lo del estado subsidiario. porque aca defendimos varias veces lo cntrario, bajo la idea de que el mercado puede darte un resultado mas eficiente en terminos economicos, pero pesimo en terminos de ciudadania. un ejemplo, los ninios yendo a la escuela privada, y sin contactarse jamas con un ninio pobre. capaz que uno puede decir que bien, que bueno que haya escuelas privadas que ayuden al estado, pero se podria replicar que es un problema en terminos de creacion de una ciudadania democratica, basada en la interaccion entre grupos sociales diferentes, ideas politicas y religiosas diferentes, etc

Anónimo dijo...

No queda para nada claro cual debería ser el rol del Estado. Los prejuicios contra el mercado son evidentes. Pero claro, en un pías como el nuestro hablar/escribir con estos términos es tan anacronico como aferrarse a otra dicotomía demode: izquierda vs derecha (dicotomia q, dicho sea de paso, es tipica de la izquierda cabeza, siempre peleada con la realidad). Asi se hace muy dificil al menos comenzar a intentar qué es lo que nos sucede.

Tarso dijo...

Parabéns pelo texto!

Anónimo dijo...

Me pareció buena la nota y conforme a los servicios esenciales siempre estarán en la mira de los hommo economicus y depende de los criterios de delegación que se les deje funcionar de modo canibal.
POr ahora es notable que se precisa amarrar al estado en su gestión administrativa (que asegure det. prestaciones y obras)para nivelar las diferencias. El punto es con qué herramienta de Dº público nos aseguramos que las necesidades planteadas taxativamente por los vecinos serán atendidas y que se obliguen los òrganos-individuos a resultados concretos exigidos por la ciudadanía y las entidades intermedias... una especie de contrato de resultados de gestíón pública... Los administrativistas pueden ayudar ?