Conozco también, en estos días, a Nina Pacari, dirigente indígena de nacionalidad kichwa, miembro del Movimiento Pachakutik, ex diputada, ex ministra del exterior, y jueza de la Corte Constitucional (2007).
A través de su testimonio, y el de tantos otros, me pregunto cómo puede ser posible que en países como la Argentina siga primando una visión romántica de Correa, una visión "progresista" de Correa, cuando aquí en el Ecuador la buena izquierda -la que la propia Nina, a su modo, representa- mira muchas de las acciones del Presidente con directo horror. Leo ahora un trabajo de Nina en un libro titulado -caramba- "La restauración conservadora del correísmo" (así nomás, y nosotros dale con Correa nacional y popular: una superficialidad que indigna).
En su artículo dice Nina, entre otras cosas: "La falta de independencia" de la Corte Constitucional es un hecho. "Basta revisar y analizar el pronunciamiento mayoritario" de los miembros de la Corte Constitucional en una mayoría de casos relevantes, para comprobarlo. Y cita: "el procedimiento para las reformas de la Constitución planteadas por el Ejecutivo en el año 2011, la sentencia respecto de la demanda de inconstitucionalidad contra la Ley Minera, los dictámenes en relación a los reiterados Decretos Ejecutivos sobre Estados de emergencia en temas petroleros o de la seguridad de la Asamblea Legislativa..." A ello suma también los procedimientos para la renovación de cargos dentro del tribunal. En razón de los modos en que procede el poder dominante -concluye- "se podría afirmar que la Corte Constitucional continuará subordinada al Poder Ejecutivo".
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