Conforme adelantara, en Ideas de Izquierda no pudo aparecer mi respuesta a la respuesta de M.Maiello (nos extendimos demasiado, entiendo), y por tanto presento por el blog esa última respuesta, con la cual, por el momento, cerramos el largo debate (las 3 partes previas de este debate, pueden encontrarse en Ideas de Izquierda)
Critica a la crítica de la crítica
Agradezco
también a Matías Maiello su respuesta. Entiendo que no podemos seguir la
polémica hasta el infinito (aunque no tendría problemas en hacerlo, si hubiera
interés y espacio), por lo que voy a limitarme a unas breves respuestas a su
crítica de mi crítica. Maiello se queja de que en mi respuesta reafirme “los
postulados propios,” pero deberé volver a hacerlo, porque él insiste en
criticarme tomando por míos los postulados de otros. Maiello ha optado por
enfrentarse a un rival que desconozco, aunque lleve mi nombre desde el título.
A continuación, repasaré las dificultades más serias que encuentro en su texto.
Marx: ideales y
principios de justicia
Disentimos con
Maiello a la hora de leer a Marx, en su relación con la justicia. Pero hay algo
peor que eso, dado que este tipo de desacuerdos en torno a Marx son comunes.
Maiello esconde bajo la alfombra los argumentos que doy y le incomodan, para
sacar a luz otros vinculados con los “misterios” que el marxismo analítico no
habría resuelto. El “misterio” es en realidad éste otro: por qué, si quiere
discutir con mi texto, lo critica citando lo que dicen otros. En todo caso, Maiello
resiste la idea de que Marx estuviera comprometido con ideales valorativos y
una teoría de la justicia. Vuelvo a preguntar, entonces, en qué sentido no puede ser considerado como un ideal
el ideal de la autorrealización, el de una comunidad de iguales, el de una
sociedad sin clases. Me pregunto también qué es el principio de “a cada quien
según sus necesidades.” Si él prefiere no llamar, a un principio como el
anterior un principio de justicia, allá él, pero estará entonces negando lo que
es evidente.[1]
Defender la
cárcel
Me resulta
curiosa la defensa que hace Maiello de la práctica de la cárcel –una práctica
tan abominable como la tortura. Maiello descalifica a mi postura llamándola “abolicionismo
light,” cuando repudio a la cárcel, pero es él, paradójicamente, quien la sostiene
(al menos, hasta tanto siga vigente el capitalismo). El problema es muy serio y
trasciende nuestros coyunturales desacuerdos. Maiello recurre a la problemática
metáfora de “la manzana podrida” y el “árbol envenenado” para decir: “todo
abolicionista serio no puede más que ligar indisolublemente esta perspectiva a
la abolición de la propiedad privada y a la derrota del Estado burgués que la
protege.” La afirmación no es cierta (algunos de los pioneros y más notables
abolicionistas no lo han hecho, pero siguen siendo excelentes y muy serios en
su trabajo), pero ello no importa. En lo que a mí respecta, defiendo lo poco y
lo mucho: el pasaje al socialismo, tanto como la abolición de la cárcel. Y no
entiendo a ningún socialista “serio” que no haga lo mismo.
El ejemplo
sudafricano
En mi texto
anterior criticaba a la práctica del castigo, y en un par de líneas, y entre
paréntesis, citaba al ejemplo sudafricano para decir que era posible “condenar
ciertos crímenes sin necesidad de recurrir al castigo,” como se
había hecho en Sudáfrica. La afirmación, por lo demás, era seguida de una
inmediata y necesaria aclaración: “[se trata de] un programa que no
recomendaría universalmente, pero que no repudio”. A pesar de tal aclaración,
que resulta borrada cuando él retoma mi cita, Maiello dedica varios párrafos
para referirse a la horrible situación existente en las cárceles de Sudafrica,
lo cual me deja incómodo y sorprendido. Incómodo por el hecho de que haya escondido
la aclaración que yo hacía (necesaria si quiere presentar la objeción que
presenta); y sorprendido porque no tengo nada que decir a favor de la situación
en las cárceles sudafricanas: recordemos que es Maiello, y no yo, quien acepta
provisoriamente la cárcel, por razones en apariencia estratégicas. En todo
caso, de lo anterior sí se desprende un punto sustantivo: debemos tomar al
contrincante ocasional de buena fe. Citar a un marxista analítico no significa suscribir
cualquier tontería que diga un marxista analítico; citar una medida tomada en Sudáfrica,
no significa aprobar cualquier monstruosidad que pueda cometer un sudafricano.
Medidas de “autodefensa”
En mis escritos
sobre el castigo critico a la institución de la cárcel de un modo, según creo,
ni ingenuo ni complaciente. Tengo muy en claro que hay prioridades (hoy la
Argentina tiene encerrados y bajo tortura a miles de pobres, por serlo), y que
hay crímenes feroces, difíciles de perdonar, y que marcarán el alma de todos,
de por vida (los crímenes cometidos por la dictadura; los crímenes encargados
por Pedraza). Pero eso no me lleva a repudiar a la cárcel en un caso, y a
defenderla en otro (aunque me llevaría, seguramente, a eliminarla reconociendo
las prioridades: nada más urgente que atender a la situación de los encerrados
por portación de rostro). Maiello, en cambio, insiste con la justificación (así la llama) de medidas
atroces, como los fusilamientos o la cárcel, en nombre de la moral
revolucionaria y las “medidas defensivas” que serían “parte de una lucha más
amplia por derrotar a la burguesía.” Repudio absolutamente la idea, aunque se
la disfrace con palabras y citas rimbombantes (“lo que conduce realmente a la liberación de la
humanidad”). Nunca se justifica la comisión de atrocidades, en el camino de (ni
mucho menos en nombre de) la liberación de la humanidad. La tortura debe
terminarse ya, aunque no haya sido derribado el capitalismo; la pena de muerte
debe eliminarse ya, aunque la clase obrera todavía no haya triunfado. El hecho
de que la propiedad privada no haya sido abolida no puede servir como excusa
para justificar crueldad alguna, hasta que llegue la hora esperada (o para
adelantar su llegada): es lo que nos demuestran cientos de años de lucha por
los derechos humanos efectivos, de aquí y ahora.
Final
No quiero
terminar mi escrito sin discernir el debate teórico de la cuestión personal. Sólo
tengo palabras de agradecimiento para Matias Maiello, y su disposición al
dialogo, por más que hayamos estado o sigamos estando en total o parcial
desacuerdo.
[1] Maiello dedica varios párrafos a defender la idea según la cual el
socialismo “no es más de lo mismo,” ni “una progresión de más libertad y más
igualdad en los marcos del derecho burgués”. Como no entiendo a cuenta de qué
viene la crítica, e imagino que no tengo mucho espacio para mi respuesta (en lo
personal, defiendo el socialismo creyendo necesario “romper las barreras del
derecho burgués”), paso al tema siguiente.
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