16 may 2014

Marxismo y derecho 2/ Ideas de Izquierda: Crítica de la crítica de la crítica

Conforme adelantara, en Ideas de Izquierda no pudo aparecer mi respuesta a la respuesta de M.Maiello (nos extendimos demasiado, entiendo), y por tanto presento por el blog esa última respuesta, con la cual, por el momento, cerramos el largo debate (las 3 partes previas de este debate, pueden encontrarse en Ideas de Izquierda)

Critica a la crítica de la crítica

Agradezco también a Matías Maiello su respuesta. Entiendo que no podemos seguir la polémica hasta el infinito (aunque no tendría problemas en hacerlo, si hubiera interés y espacio), por lo que voy a limitarme a unas breves respuestas a su crítica de mi crítica. Maiello se queja de que en mi respuesta reafirme “los postulados propios,” pero deberé volver a hacerlo, porque él insiste en criticarme tomando por míos los postulados de otros. Maiello ha optado por enfrentarse a un rival que desconozco, aunque lleve mi nombre desde el título. A continuación, repasaré las dificultades más serias que encuentro en su texto.

Marx: ideales y principios de justicia

Disentimos con Maiello a la hora de leer a Marx, en su relación con la justicia. Pero hay algo peor que eso, dado que este tipo de desacuerdos en torno a Marx son comunes. Maiello esconde bajo la alfombra los argumentos que doy y le incomodan, para sacar a luz otros vinculados con los “misterios” que el marxismo analítico no habría resuelto. El “misterio” es en realidad éste otro: por qué, si quiere discutir con mi texto, lo critica citando lo que dicen otros. En todo caso, Maiello resiste la idea de que Marx estuviera comprometido con ideales valorativos y una teoría de la justicia. Vuelvo a preguntar, entonces, en qué sentido no puede ser considerado como un ideal el ideal de la autorrealización, el de una comunidad de iguales, el de una sociedad sin clases. Me pregunto también qué es el principio de “a cada quien según sus necesidades.” Si él prefiere no llamar, a un principio como el anterior un principio de justicia, allá él, pero estará entonces negando lo que es evidente.[1]

Defender la cárcel

Me resulta curiosa la defensa que hace Maiello de la práctica de la cárcel –una práctica tan abominable como la tortura. Maiello descalifica a mi postura llamándola “abolicionismo light,” cuando repudio a la cárcel, pero es él, paradójicamente, quien la sostiene (al menos, hasta tanto siga vigente el capitalismo). El problema es muy serio y trasciende nuestros coyunturales desacuerdos. Maiello recurre a la problemática metáfora de “la manzana podrida” y el “árbol envenenado” para decir: “todo abolicionista serio no puede más que ligar indisolublemente esta perspectiva a la abolición de la propiedad privada y a la derrota del Estado burgués que la protege.” La afirmación no es cierta (algunos de los pioneros y más notables abolicionistas no lo han hecho, pero siguen siendo excelentes y muy serios en su trabajo), pero ello no importa. En lo que a mí respecta, defiendo lo poco y lo mucho: el pasaje al socialismo, tanto como la abolición de la cárcel. Y no entiendo a ningún socialista “serio” que no haga lo mismo.

El ejemplo sudafricano

En mi texto anterior criticaba a la práctica del castigo, y en un par de líneas, y entre paréntesis, citaba al ejemplo sudafricano para decir que era posible “condenar ciertos crímenes sin necesidad de recurrir al castigo,” como se había hecho en Sudáfrica. La afirmación, por lo demás, era seguida de una inmediata y necesaria aclaración: “[se trata de] un programa que no recomendaría universalmente, pero que no repudio”. A pesar de tal aclaración, que resulta borrada cuando él retoma mi cita, Maiello dedica varios párrafos para referirse a la horrible situación existente en las cárceles de Sudafrica, lo cual me deja incómodo y sorprendido. Incómodo por el hecho de que haya escondido la aclaración que yo hacía (necesaria si quiere presentar la objeción que presenta); y sorprendido porque no tengo nada que decir a favor de la situación en las cárceles sudafricanas: recordemos que es Maiello, y no yo, quien acepta provisoriamente la cárcel, por razones en apariencia estratégicas. En todo caso, de lo anterior sí se desprende un punto sustantivo: debemos tomar al contrincante ocasional de buena fe. Citar a un marxista analítico no significa suscribir cualquier tontería que diga un marxista analítico; citar una medida tomada en Sudáfrica, no significa aprobar cualquier monstruosidad que pueda cometer un sudafricano.

Medidas de “autodefensa”

En mis escritos sobre el castigo critico a la institución de la cárcel de un modo, según creo, ni ingenuo ni complaciente. Tengo muy en claro que hay prioridades (hoy la Argentina tiene encerrados y bajo tortura a miles de pobres, por serlo), y que hay crímenes feroces, difíciles de perdonar, y que marcarán el alma de todos, de por vida (los crímenes cometidos por la dictadura; los crímenes encargados por Pedraza). Pero eso no me lleva a repudiar a la cárcel en un caso, y a defenderla en otro (aunque me llevaría, seguramente, a eliminarla reconociendo las prioridades: nada más urgente que atender a la situación de los encerrados por portación de rostro). Maiello, en cambio, insiste con la justificación (así la llama) de medidas atroces, como los fusilamientos o la cárcel, en nombre de la moral revolucionaria y las “medidas defensivas” que serían “parte de una lucha más amplia por derrotar a la burguesía.” Repudio absolutamente la idea, aunque se la disfrace con palabras y citas rimbombantes (“lo que conduce realmente a la liberación de la humanidad”). Nunca se justifica la comisión de atrocidades, en el camino de (ni mucho menos en nombre de) la liberación de la humanidad. La tortura debe terminarse ya, aunque no haya sido derribado el capitalismo; la pena de muerte debe eliminarse ya, aunque la clase obrera todavía no haya triunfado. El hecho de que la propiedad privada no haya sido abolida no puede servir como excusa para justificar crueldad alguna, hasta que llegue la hora esperada (o para adelantar su llegada): es lo que nos demuestran cientos de años de lucha por los derechos humanos efectivos, de aquí y ahora.

Final

No quiero terminar mi escrito sin discernir el debate teórico de la cuestión personal. Sólo tengo palabras de agradecimiento para Matias Maiello, y su disposición al dialogo, por más que hayamos estado o sigamos estando en total o parcial desacuerdo.














[1] Maiello dedica varios párrafos a defender la idea según la cual el socialismo “no es más de lo mismo,” ni “una progresión de más libertad y más igualdad en los marcos del derecho burgués”. Como no entiendo a cuenta de qué viene la crítica, e imagino que no tengo mucho espacio para mi respuesta (en lo personal, defiendo el socialismo creyendo necesario “romper las barreras del derecho burgués”), paso al tema siguiente. 

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