Reportaje a la antropóloga Alisson S., sobre la Suma Qamaña, aca. La antropóloga habla de ese concepto hoy constitucional como "polìticamente correcto", pero impropio de -ajeno a- las comunidades indígenas. Se trata en buena medida, nos dice, de inventos (benevolentes, bienintencionados, agregaría) de intelectuales pro-indigenistas. En alguna investigación que hice sobre la materia llegué a una conclusión similar (lo digo, también, porque su punto me parece interesante, más allá de ella; lo digo por tanto, frente a la costumbre argentina actual de "matar" a quien habla cuando uno está en desacuerdo con el contenido del mensaje). El punto no es que esas nociones "indigenistas", que pretenden introducir la "cosmovisión indígena" en el nuevo constitucionalismo, deben ser excluidas de la Constitución. Si sirven para hacer un llamado a otros valores más solidarios, para que tomen un peso mayor a la hora de interpretar la Constitución, que compensen o desplacen otros valores que aparecen vinculados al constitucionalismo (valores individualistas, pro-mercado), bienvenidos. Pero testimonios como éste ayudan a
1) reconocer que a veces ponemos en nombre o cabeza de agrupaciones indígenas valores que son nuestros -valores que hablan sobre cómo vemos o queremos verlos a ellos; valores que les atribuimos en nuestra fantasías respecto de "cómo deben ser, qué deben pensar" los indígenas;
2) poner límite a nuevas corrientes interpretativas/nuevos intérpretes que vienen a afirmar su autoridad como "teniendo la fórmula" acerca de cómo se "interpretan verdaderamente" esos valores indígenas. Se trata de valores colectivistas, solidarios, pro-naturaleza, cuyo contenido debemos ir construyendo colectivamente, tomándonos en serio lo que ellos implican, y las discusiones a las que nos remiten. Esto es decir: que no vengan nuevos vendedores de humo y espejos de colores a decirnos cuál es la nueva y verdadera interpretación de la Constitución en América Latina
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