Un jovencito de Catania, pinta de delincuente bueno, se pasó las 6 horas del viaje en tren –y no miento- yendo y viniendo por el pasillo, con andar frenético. Cada tanto abría la puerta de la “carusa” en donde yo me sentaba, y se ponía a hablar un italiano imposible, que apenas entendía el decano de mi vagón, un palermitano exiliado en Milano, que venía acompañado de su familia (ellos habían cruzado Italia en tren, ida y vuelta en dos días, para ir a un velorio en el pueblo de sus abuelos). El de Catania desequilibró por completo cuando el tren quedó varado sin explicaciones, por un buen tiempo: él perdía la conexión que lo llevaba a donde ni él lo sabía. En su italiano imposible comentó algo, enojado y tierno, que ninguno de los miembros de la familia entendió, salvo en la traducción que nos hizo el decano: “Ahora cuando me bajo voy a hacer un daño”, nos confesó el joven. El decano le respondió: “Si incendiás el tren, por favor primero por la otra punta.”
Una americana comentaba riendo, frente a los pescadores que sacaban los pescados de la barca, mientras cansados mascaban tabaco viejo: “They are having fun!” Fun, pienso, es lo que habrá tenido tu abuelo cuando vino al sur, amedrentando arma en mano a los antepasados de estos. Y me alegro, como otras veces, de que mis primeros pensamientos no se conviertan en políticas públicas, inmediatamente luego.
Cuando ven el escarpado de la montaña, que sube y se aferra contra las paredes del cielo; cuando ven la roca así empinada, que no duerme nunca por miedo de caerse en el sueño; cuando ven el verde salvaje y virgen, cortando vertical el azul del tirreno, dicen qué suerte los italianos, qué bendición que tuvieron. Es decir, la lotería de la naturaleza estuvo con ellos. Yo les digo sí, y ahora me digan qué ángel construyó esa Iglesia que cuelga del escarpado cielo. Y ahora me digan qué dios erigió esa plaza, esas torres que se elevan hasta la roca del sueño. En ese plano inclinado hoy vive un pueblo, un pueblo lleno de magia que no cierra los ojos nunca por no dejar de mirar al tirreno.
Los italianos del sur se la pasan gritando, me dicen. La vita e bella para éstos, es la dolce vita, me dicen. Yo no lo creo. Creo que primero se burlaron de sus rostros de oliva, cuando los vieron. Creo que luego les quitaron valor a sus palabras, cuando las oyeron. Creo que después los explotaron campesinos. Creo que más tarde los pusieron en guerras que ellos no pidieron (primero una, después la otra). Así, y como no era bastante, les ralearon sus familias -como a la mía (mi tío muerto por la segunda guerra, su madre –mi abuela- muerta por el dolor al saberlo). Los italianos del sur no gritan. Los italianos del sur tratan de ahogar los ecos de su memoria que grita.
7 comentarios:
Ya hiciste mucho en d. constitucional. Ahora narrativa. Para cuando alguna novela? Me divierten estos relatos.
Me interesó lo de la estadounidense. Y lo de las políticas públicas. No te olvides de los nazis, que sembraron de minas el Sur cuando vieron que perdían la guerra...
Hablando de Roma, vos que sos bloguero y tano, qué opinás sobre esto: http://notizie.virgilio.it/generated/topten/2011/10_ottobre/04/wikipedia-protesta-on-line-stop-in-italia-contro-norma-anti-blog.html
COmparto!! Es un placer leerte
Renata
Por afinidad de origen, por la variedad de las situaciones, por esas fotografías que acompañan tan bien a los textos (¿o será al revés?), ya estoy atrapado por estos apuntes. ¿Cuándo viene el IV?
Me dan muchas ganas de conocer esa tierra de la que también viene parte de mi historia.
¿De que parte de Italia es tu familia?
Coincido con el primer anónimo. Disfruto de tu prosa relajada y reflexiva. Si tu hermana escribe guiones cinematográficos, ¿por qué no podríamos esperar de tu parte, por ejemplo, una compilación de relatos breves? Veo en vos, RG, con tanto viaje encima, al próximo Claudio Magris argentino.
El Imparcial del Norte (versión literaria)
"Y me alegro, como otras veces, de que mis primeros pensamientos no se conviertan en políticas públicas, inmediatamente luego."
"Los italianos del sur no gritan.Los italianos del sur tratan de ahogar los ecos de su memoria que grita."
grosso
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