El Spritz es bebida popular de carácter fuerte. Una bebida omnipresente en la región del Véneto; que llegara a la zona en tiempos de la dominación austro-húngara, y que en sus comienzos –que ya no ahora, porque su calidad es otra- apenas combinaba agua con gas y vino blanco. Como ocurre en la Argentina con el vermú o el ferné con coca, se trata de una bebida que toman los obreros cuando tienen algún rato libre, en los días de trabajo; pero también clases más acomodadas, los sábados a la tarde, o a la hora de una salida modesta. Sin embargo, el Spritz pariente del ferné con coca, tiene rasgos de perfil propio. El color no es oscuro negro, sino vivaz naranja -todo un detalle-; una bebida luminosa, antes que opaca; de naturaleza espumante, antes que simplemente amarga. Por eso, cada vez que se ve un Spritz servido sobre la mesa obrera -una copa que reluce y se reconoce de lejos, en destellos naranjas- se ve una callada invitación a sentarse, a sumar otra silla, a prender un cigarrillo y dejar caer la tarde. Una alegría trabajadora, como la música en el quijote, una presencia que señala algo bueno.
El Bar Italia, en la Plaza Goldoni, de Trieste, no es un lugar cualquiera. Hay un misterio allí, algo que no se dice pero que todos vemos. Hay un rumor que transmiten los solos rostros, pero sobre el que hacemos silencio. Somos de algún modo cofrades, aunque lo desmentiríamos todo. Se trata de un hecho singular, escondido y presente, que nos hace sentir como en casa. En el Bar Italia, el de la Plaza Goldoni, se sientan las mujeres altas y exquisitas que fuman pitillos finísimos, y los caballeros con bastón de caoba clara casi blanca y anteojos colgantes, pero hay algo más, porque también están ellos, los inmigrantes que llegan del Este, con el pelo mal cortado, por ellos mismos, y vistiendo la ropa de sus familiares muertos. Hay un enigma allí, en el Bar Italia, el de la Plaza Goldoni, que no pude descifrar en mi corto tiempo triestino, pero es un arcano que se corporiza en preguntas que insisten buscando respuesta: Cómo se explica, aquí, en la altiva Trieste, esa mezcla de gentes? Qué es lo que produce la inusual, sigilosa convivencia? Es la primera vez, en todo mi breve recorrido peninsular, que veo rumanos sentados a la mesa de un bar, y en la mesa de al lado, junto con ellos, italianos, de los bien vestidos. Cómo se explica que aquellos se animen, que estos no huyan? Pero aquí están, aquí los veo. Y frente a mí, en esta tarde de sol todavía compañero, en el Bar Italia, el de la Plaza Goldoni, el maravilloso espectáculo de una larga familia rumana (la madre, los abuelos, los nietos), como otros rumanos por las suyas, simplemente sentados. Escuchen, repito: conversando entre nosotros, esta tarde de domingo que termina, alrededor del brillo de unos Spritz, simplemente sentados.
Tenemos los Spritz, tenemos el Bar de la Plaza, tenemos a los habitantes del Bar Italia, el de la Plaza Goldoni. Y por lo demás, yo parto. En unas horas, dejo Italia; y con ella a estos apuntes, que tan bien me han hecho. Aprovecho entonces la ocasión, para brindar por los que estamos. Quiero alzar mi Spritz y brindar por todos nosotros, los aquí sentados. Y quiero brindar, sobre todo, por quienes llegan a este Bar Italia, el de la Plaza Goldoni, desde tan lejos. Brindo con ellos en nombre de quienes, como los míos, partieron buscando el amparo en la propia tierra no hallado. Brindo con ellos por su deseo persistente, tozudo, de seguir apostando. Brindo con ellos por su disputa muda, sin pedir permiso, por ser iguales al resto. Brindo con ellos porque guardan, entre valijas mil veces hechas, historias que no contarán jamás a sus nietos. Brindo con ellos en nombre de todos nosotros, emigrantes, inmigrantes, hijos de emigrados. Alzo mi Spritz con ellos, por todos nosotros.
Foto 1: rumanos con Spritz en Plaza Goldoni
Fotos 2 y 3: triestinos en Plaza Goldoni
2 comentarios:
Profesor, acabo de leer todos sus post sobre Italia, bastante interesantes, además de que por su forma de narrarlos nos transporta a esos sitios y lora transmitirnos lo que usted sintió, gracias por compartir esas historia, saludos
Excelentes publicaciones las que nos brindas, que gran trabajo el que haces con cada análisis de las situaciones, con cada análisis de la historia pues como decía un gran libertador "el que olvida la historia, tiende a repetirla", un saludo.
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