8 oct 2011
Apuntes italianos VII. Io mi ricordo
La Toscana es el lugar en donde empiezo a sentirme en casa. Claro, la campaña es asombrosa para quien la mire: ella no se oculta no se reserva ni se inclina ante ninguno. Pero en mi caso, es el recuerdo de los ancestros el que prima, que llega desde las regiones vecinas. Es, sobre todo, el recuerdo de mi primera visita a la Italia campesina, la que pone las manos en tierra. Yo con cuatro años, mirando asombrado por la ventanilla del auto: el campo abierto, el suelo lleno de vida, las plantaciones en línea. Y luego los parientes, i contadini: sobrevivientes de guerra. Es curioso que de mi infancia recuerde tan poco, pero que de ese viaje lo recuerde todo. Son esos recuerdos los que retornan, mientras el tren atraviesa el verde, y yo vuelvo a mirar, asombrado, por la ventanilla hacia el campo. Me recuerdo sentado al sol, en un campo pleno de camomille; me recuerdo arrodillado junto a mi tío, tomando la leche que él ordeñaba; me recuerdo comiendo piselli, arrancados de la planta, junto a mi hermano; me recuerdo yendo al establo –que oficiaba del baño que no teníamos- en medio de la noche fría (las vacas se molestaban con mi diminuta presencia, y me asustaban entonces con sus mugidos); me recuerdo que de único postre teníamos al café mezclado con yema de huevo y azúcar (il coccó, le decían, y era tan bueno); me recuerdo corriendo corriendo ladera abajo, hasta llegar el río, para pasar toda la tarde feliz, tirando piedras al agua (años más tarde volvería al pueblo, y ese río enorme sería un hilo de agua, ancho como mi brazo); me recuerdo untando el pan con aceite, como si fuera manteca (el aceite estaba helado, por el frío: era el invierno, y dejábamos derretir el aceite en el pan, sobre la estufa a leña); me recuerdo a mi tío, el cigarrillo al costado de la boca, la zappa en mano, yendo temprano a cultivar la tierra; me recuerdo el techo de tejas rojas, rotas, por donde corría sin miedo a caerme; me recuerdo escondido, entrando a la casa por la ventana; me recuerdo la cama, con el lienzo blanco blanco, cosido al medio (las sábanas viejas no se podían tirar, así que se cortaban por el medio desgastado, y se cosían las dos partes por sus costados); me recuerdo la tierra removida, como una palma abierta ansiosa de recibir su alimento; me recuerdo las viejas de la casa, vestidas de negro; me recuerdo los biscotti y le gomme, que se compraban en el bar del pueblo, como un premio ansiado; me recuerdo del bitter rojo, reservado para los mayores. Lo recuerdo todo: las manos callosas y las arrugas y los pañuelos negros y los capelli bianchi y las espaldas encorvadas y los rostros de piel oscura y las sonrisas amargas y los dientes ausentes y las camisetas de lana y la sigaretta in mano y los zapatos sucios del barro. Todo, y de modo tan intenso. Cómo puede ser, me pregunto, que de mi infancia no recuerde nada, y que de mis días in campagna, a los cuatro años, lo recuerde todo?
foto: prendo il treno e vado in campagna
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
6 comentarios:
Resultó ser un "terrone" don Gargarella.
totalmente terrone
Absolutamente emocionante esta evocacion... Cómo la entiendo y comparto! Gracias Gargarella por tan bellos, autenticos, graficos recuerdos. Gracias a L'Argentina, una soluzione sudamericana... por compartir.
Aconsejo la peli Io non ho paura de Salvatores, la campagna no es la toscana pero seguramente le gustaràn mucho las imàgenes.
me encanta cuando escribis estas cosas... porq no escribis algo lindo de este tipo de vez en cuando?... digo, para variar de las cosas feas de politica...:(
y esas fotos tan lindas las sacas vos ?
sos una persona muy sensible.. raro en un abogado no?
besitos
q duermas bien
me quede pensando en esto .... y me acorde de una frase..... la verdadera patria es la infancia.. no me acuerdo bien de quien es .. rilke?...pero es asi .. la infancia es el origen.. lo q somos...nuestra esencia ..
Publicar un comentario