12 mar 2010

Delibes!

Falleció Miguel Delibes (acá)! Cinco horas con Mario fue uno de los libros más hermosos que leí en mi vida. Pena! El cazador que escribía...

12 comentarios:

Daniela Arripe dijo...

y si hablamos de la ética del cazador o nos vamos a escuchar música, pero en privado

Daniela Arripe dijo...

qué hay que nivelar la teoría y la práctica, porqué hay mucha teoría, pero falta la práctica

rg dijo...

pero daniela, para la mayoria de los que andamos por aca, como para vos, la vida no se agota en el blog. es mas, la vida no tiene demasiado que ver con el blog, asi que no te preocupes, hay mucha practica

Daniela Arripe dijo...

hola daniela, es que es muy difícil llevar a la vez la teoría y la práctica, pero una buena teoría y una buena práctica

Daniela Arripe dijo...

daniela, te recomiendo la música, creo que por ahí pasa el tema, ahí hay buen rock y creo que a los chicos les vendrá muy bien

Daniela Arripe dijo...

y cuándo todos dicen, él, él, parece que a la chica no le interesa él, sino aquél que ella señaló en su momento, porqué la piba sabe de rock, de teoría y práctica, aunque viene lerda la cosa, creo que fué el último de la lista y no le dieron tiempo ni de decir ¿hola cómo estas?

Clément Cadou dijo...

Delibes era un buen tipo. Se agradece el recuerdo.

Otra cosa. Aquí en España se está hablando mucho ahora de Pola Oloixarac. He leído que tiene una relación polémica con la izquierda argentina, que se le ha imputado el cultivo de un reaccionarismo sutil, etc. ¿Es así? Si alguien se anima a responder, gracias.

saludos

rg dijo...

alguno te sabra decir. para mi caracciolo/ oloixarac cae en lo que tantos jovenes desencantados con la izquierda, que es ese "reaccionarismo progre". en todo caso, escribe muy muy bien, como pocas de su generacion

Hourya dijo...

Cinco horas con mario!! y el coche que nunca me compro? y los ninios que siempre cuidaba sola? y él que nunca me trato bien? y esos jovenes rebeldes?...

Es unas de mis primeras lecturas en castellano después de Rayuela y Cien anos de soledad. Me cautivo. Una maravilla. Una mujer, hablando y hablando sin prisa, ni amargura, solo con mucho cansancio a su marido muerto. Me parecio un tipo de Nora de Ibsen pero mas "popular" y conservadora por un cierto lado, sin revindicacion, pero infinitamente entraniable por toda la soledad que lleva y que nunca pudo decir su nombre hasta aquel dia de vispera funeraria.
Acabo de encontrar este extracto en internet, donde se ve toda su incomprension de un mundo (él de su marido) que siempre la desprecio:
"...se creen que por ser jóvenes ya tienen derecho a todo, avasallando, y tú que un "joven rebelde", rebelde ¿de que?, porque a ver de qué se van a quejar, tú dirás, se les ha dado todo hecho, viven en orden y en paz, cada día más regalados, que todo el mundo lo dice, y tú chitón, o en clave, para no perder la costumbre, "quieren voz" o "quieren responsabilidades" o "probarse: saber si saben convivir", frases, porque ¿puedes decirme, cariño, qué es lo que quieres decir con eso?"

rg dijo...

que monologo el de esta mujer que imagina delibes! cuanta tristeza, cuanto amor!

Daniela Arripe dijo...

Oda a la envidia (las cartas guardadas y escritas por un Scarfó)

Yo vine
del Sur, de la Frontera.
La vida era lluviosa.
Cuando llegué a Santiago
me costó mucho cambiar de traje.
Yo venía vestido
de riguroso invierno.
Flores de la intemperie
me cubrían.
Me desangré mudándome
de casa.
Todo estaba repleto,
hasta el aire tenía
olor a gente triste.
En las pensiones
se caía el papel
de las paredes.
Escribí, escribí sólo
para no morirme.
Y entonces
apenas
mis versos de muchacho
desterrado
ardieron
en la calle
me ladró Teodorico
y me mordió Ruibarbo.
Yo me hundí
en el abismo
de las casas más pobres,
debajo de la cama,
en la cocina,
adentro del armario,
donde nadie pudiera examinarme,
escribí, escribí sólo
para no morirme.

Todo fue igual. Se irguieron
amenazantes
contra mi poesía,
con ganchos, con cuchillos,
con alicates negros.

Crucé entonces
los mares
en el horror del clima
que susurraba fiebre con los ríos,
rodeado de violentos
azafranes y dioses,
me perdí en el tumulto
de los tambores negros,
en las emanaciones
del crepúsculo,
me sepulté y entonces
escribí, escribí sólo
para no morirme.

Yo vivía tan lejos, era grave
mi total abandono,
pero aquí los caimanes
afilaban
sus dentelladas verdes.

Regresé de mis viajes.
Besé a todos,
las mujeres, los hombres
y los niños.
Tuve partido, patria.
Tuve estrella.

Se colgó de mi brazo
la alegría.
Entonces en la noche,
en el invierno,
en los trenes, en medio
del combate,
junto al mar o las minas,
en el desierto o junto
a la que amaba
o acosado, buscándome
la policía,
hice sencillos versos
para todos los hombres
y para no morirme.

Y ahora,
otra vez ahí están.
Son insistentes
como los gusanos,
son invisibles
como los ratones
de un navío
van navegando
donde yo navego,
me descuido y me muerden
los zapatos,
existen porque existo.
Qué puedo hacer?
Yo creo
que seguiré cantando
hasta morirme.
No puedo en este punto
hacerles concesiones.
Puedo, si lo desean,
regalarles
una paquetería,
comprarles un paraguas
para que se protejan
de la lluvia inclemente
que conmigo llegó de la Frontera,
puedo enseñarles a andar a caballo,
o darles por lo menos
la cola de mi perro,
pero quiero que entiendan
que no puedo
amarrarme la boca
para que ellos
sustituyan mi canto.
No es posible.
No puedo.
Con amor o tristeza,
de madrugada fría,
a las tres de la tarde,
o en la noche,
a toda hora,
furioso, enamorado,
en tren, en primavera,
a oscuras saliendo
de una boda,
atravesando el bosque
o en la oficina,
a las tres de la tarde
o en la noche,
a toda hora,
escribiré no sólo
para no morirme,
sino para ayudar
a que otros vivan,
porque parece que alguien
necesita mi canto.
Seré,
seré implacable.
Yo les pido que sostengan
sin tregua el estandarte
de la envidia.
Me acostumbré a sus dientes.
Me hacen falta.
Pero quiero decirles
que es verdad:
me moriré algún día
(no dejaré de darles
esa satisfacción postrera),
no hay duda,
pero moriré cantando.
Y estoy casi seguro,
aunque no les agrade esta noticia,
que seguirá
mi canto
más acá de la muerte,
en medio
de mi patria,
será mi voz, la voz
del fuego o de la lluvia
o la voz de otros hombres,
porque con lluvia o fuego quedó escrito
que la simple
poesía
vive
a pesar de todo,
tiene una eternidad que no se asusta
tiene tanta salud
como una ordeñadora
y en su sonrisa tanta dentadura
como para arruinar las esperanzas
de todos los reunidos
roedores.

Pablo Neruda

Daniela Arripe dijo...

Y a quién se le haya olvidado, porqué yo lo tengo guardado en mi corazón que no hay poesía más bellas y tiernas que las escritas por un Scarfó, que quién sabe de educación y es un líder natural es el señor
"sesenta y ocho años tuvo que esperar Josefa América Scarfo, desde los 18 hasta sus actuales 86para recuperar lo que es suyo.
Se trata de la que fue mujer del libertario Severino Di Giovanni, fusilado el primero de febrero de 1931 bajo las ordenes del entonces presidente de facto Jose Felix Uriburu. El rescate : cuarenta cartas de amor y poemas, la mayoria escritos en italiano, que Di Giovanni le habia dedicado a su compañera y la policia las allanó en una requisa junto a otros materiales de propaganda anarquista y varios libros. Esto ocurrio dos dias antes del fusilamiento, el 30 de enero de 1931, en la quinta Ana Maria de la localidad bonaerense de Burzaco. En esa quinta tuvieron una convivencia de apenas diez meses, Josefa contaba con 18 años y Severino con 31"